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junio 3rd, 2010:

Pronunciar la verdad

Artículo de Beatríz Gimeno publicado en elplural.com
Enlace: http://www.elplural.com/opinion/detail.php?id=47181

Vivimos en un mundo curioso en el que hemos perdido muchas cosas pero estamos a punto de perder también la capacidad para percibir y entender la realidad. No sé cómo ha ocurrido que poco a poco ha llegado un momento en que la verdad no puede pronunciarse. En cuanto alguien dice la verdad, la verdad pura y dura, ésta siempre suena exagerada, suena no real. Ahora, a decir la verdad le llaman “hacer demagogia” pervirtiendo demagógicamente (perdón por la broma) el concepto en cuestión. Lo que se ha construido es una realidad ficticia en la que la verdad parece imposible siquiera de pronunciar. Lo explica muy bien Susan George en su libro El Pensamiento Secuestrado, que estamos inmersos en una batalla que es también cultural y que, me temo, la izquierda también está perdiendo.

Comenzaron cambiando las palabras y ocultando las realidades. Ya no había ricos ni pobres ni, por supuesto, explotadores y explotados, como mucho había “desfavorecidos”; ya no había capitalismo, ya no hay clases. Lo malo es que la pobreza y la clase se siguen clavando en determinados cuerpos más que en otros. El capitalismo, la clase, la pobreza, siguen matando, hoy más que nunca. A veces, incluso a quienes conocemos la realidad, nos resulta sorprendente leer textos revolucionarios o siquiera izquierdistas del XIX o del XX. El lenguaje es chocante, ahí se dicen cosas que hoy no se podrían decir en público sin levantar sonrisas y, sin embargo, una acaba de leerlos y lo que predomina es la sensación de que tienen razón, que no son exagerados ni enloquecidos, que en esos textos se explica claramente lo que pasa; que, salvando las distancias y los años, esos textos aun pueden explicarnos al menos una parte muy importante de la verdad.

El otro día me llegó por Internet un video de un soldado norteamericano que había luchado en Irak. En el vídeo el soldado se limitaba a decir con palabras muy claras lo que él había aprendido en esa guerra, simplemente decía la verdad: que los norteamericanos estaban allí defendiendo los intereses comerciales, petroleros, empresariales… no de los Estados Unidos, sino de los ricos de Estados Unidos, pero que los que mueren cada día son los pobres de Estados Unidos y los pobres de Irak. Es decir, lo que ya nos dijeron los revolucionarios del XIX, que la guerra la hacen los ricos para defender sus intereses y que los que mueren son los pobres, de uno y otro bando, a los que no les va nada en ello. Las palabras del soldado resultaban al mismo tiempo anacrónicas, -parecían sacadas de una película del XIX-, y absolutamente verdaderas. Que palabras que no han perdido una buena parte de razón resulten imposibles de decir sólo demuestra que en esa guerra cultural hemos perdido mucho terreno. Nos han convencido de que ciertas verdades son antiguas, pasadas de moda, cuando lo cierto es que son perfectamente contemporáneas.

Ahora el presidente de Alemania ha tenido que dimitir por haber dicho ni más ni menos que la verdad: que Alemania y todos sus socios (España incluida) estamos en Afganistán para defender intereses económicos. Las guerras defienden los intereses económicos y si no hubiera bastantes guerras habría que inventarlas, y de hecho se inventan, porque en algún sitio hay que usar y desgastar las armas que unos países venden a otros sin que exista el más mínimo control ni preocupación por en qué manos acaban o a qué causa van a servir. ¿Recuerdan hace unos días las pruebas de cómo el muy democrático Israel vendía armas a la entonces racista Sudáfrica? Después pretenden que nos indignemos porque Irán tenga o deje de tener la misma bomba atómica que tienen muchos otros países y que venderán, bajo cuerda, eso sí, a cualquiera que pague lo bastante. España misma predica la Alianza de no sé qué civilizaciones con una mano y fabrica y vende armas con la mano que le queda libre.

¿Recuerdan también cuando se dijo -¡ah, qué tiempos aquellos- que se iba a Afganistán para liberar a las mujeres del burka? Eso fue un poco antes de que se demostrara que malamente se puede luchar contra el burka allí cuando ni siquiera se sabe qué hacer con el burka aquí. Vivimos en una sociedad en la que la que la verdad se ha vuelto tan impronunciable que un político tiene que dimitir porque, por error, se le ha escapado. Esto sí que es insoportable.

Beatriz Gimeno es escritora y ex presidenta de la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales (FELGTB)

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