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septiembre, 2011:

Rajoy tiene miedo

Artículo publicado en elplural.com
Enlace: http://www.elplural.com/tribuna-libre/rajoy-tiene-miedo/

La labor de oposición es la tarea más fácil que existe en política. Consiste, desgraciada y básicamente, en criticar cualquier decisión que tome el gobierno en cuestión. Además, la situación se agrava si el partido que está en la oposición, hace su labor sin argumentos sólidos y forjando un discurso a base de exabruptos taberneros, dando continuamente una respuesta demasiado fácil y simplona a problemas demasiado complejos. Este modus operandi opositor es una (entre otras muchas) de las perversiones de nuestras democracias.

Esta ha sido la forma de hacer oposición del señor Mariano Rajoy desde 2004. Ahora ha cambiado: tiene miedo y el mero hecho de verse en el sillón de las decisiones le descompone el vientre. Rajoy se ha dedicado durante los últimos siete años a ver el partido desde la grada y vociferar como un hooligan irresponsable. Ahora que la afición lo aclama para que meta goles, este aspirante a delantero centro es el primero que duda de sí mismo. Angelito el señor Rajoy que ahora se está dando cuenta que gobernar es un reto que da vértigo.

Un aspirante de verdad a primer ministro debe tener nervio, coraje y ganas de cambiar el mundo. Al menos antes de ser presidente, ya que La Moncloa se encargará irremediablemente de aplacar el furor adolescente de su pretendiente. Zapatero accedió al gobierno de forma temperamental retirando las tropas de Irak (decisión difícil que muchos creyeron en su día que no cumpliría), y está terminando su mandato con tibieza. Imagínense a un posible presidente como Rajoy que ya viene tibio de serie: vamos a estar congelados cuando se vaya.

Y un ejemplo de este miedo se ha visto en la prensa económica de hoy, donde aparece un Mariano Rajoy, que como quien descubre la pólvora, condiciona la actualización de las pensiones y sueldos a la situación económica. No nos jodas Mariano, ya que ese es el argumento que viene defendiendo tu enemigo Zapatero desde 2010 y que tú en incontables sesiones parlamentarias has dicho a los españoles que tú nunca lo harías, y que le darías la vuelta. Ahora tienes que dar la talla, no te debes escabullir, y este país no te permitirá otra cosa que actualizar las pensiones y subirnos el sueldo.

A menos que seamos un país de idiotas capaces de dar un cheque en blanco para que nos gobierne un vendedor de humo.

Alfonso Cortés González es profesor de Comunicación y Sociedad y Comunicación de las Administraciones Públicas en la Universidad de Málaga

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Pasado, presente y futuro del PP

Artículo publicado en elplural.com
Enlace: http://www.elplural.com/tribuna-libre/pasado-presente-y-futuro-del-pp/

El Partido Popular es un partido político español nominalmente de centroderecha. Sin embargo, no sólo militan en él antiguos fantasmas del franquismo, sino que siguen vivos y con actividad política, renombrados políticos del antiguo régimen como Paco de la Torre o el mismísimo Manuel Fraga. Estos señores se pasaron a la Democracia una vez que ésta era caballo ganador. Pero, en fin, este es otro asunto.

Para no liarnos en el pasado, y no ser injustos con el partido que lidera Rajoy, echemos un vistazo a su plana mayor actual, ya libre de ataduras rancias y almidonadas de otros tiempos, y observaremos cómo nos encontramos ante un partido político ejemplar, a pesar de que su fichaje estrella y asesor en temas jurídicos, Juan José Cortés, padre de la niña Mariluz, anoche se liara a tiros con su familia política. Es parcial y leonino juzgar a todo un partido por el comportamiento de un individuo, así que voy a tratar de limpiar el nombre de este noble partido y trataré de demostrar como en el PP actual hay gente muy interesante:

Como referentes intelectuales del partido de la gaviota (algunos snobs nos quieren hacer creer que es un albatros) tenemos a Jiménez Losantos, propagandista hertziano condenado numerosas veces por mentir en los medios; a Hermann Tertsch, conocido por sus trifulcas arrabaleras a altas horas de la madrugada; al iluminado Pío Moa, cuyo currículum académico es haber formado parte de los GRAPO e intuírsele algún que otro resbalón violento; y al follachochitosdetreceaños Sánchez Dragó.

Como primeras espadas encontramos a González Pons, a Arenas, a Cospedal, a Saénz de Santa María y a Cristóbal Montoro, inspirados y guiados todos ellos por personajes de gran catadura política y personal como Aznar, Trillo, Camps, Zaplana, Cascos, y hasta el mismísimo fajín de Queipo de Llano.

Como representantes de la clase trabajadora nos quieren seducir con los encantos del caldito del puchero de Celia Villalobos o con la torta de José Antonio Monago. Y en el lado de los pijos están los Agag, los hermanos Costa y ese chico, llamado Nacho Uriarte, diputado por la cuota de Nuevas Generaciones, quien provocó (si recuerdan) un accidente de tráfico doblando la tasa de alcoholemia, y todo ello siendo vocal de seguridad vial en el Congreso.

Mi intención de describir un partido político modelo de buena praxis y principios éticos ha fracasado. La verdad es que no hace falta mirar al pasado del PP para asustarnos, sino que el presente ya es aterrador. Peor que su pasado y su presente juntos es el futuro que nos espera. En este sentido, fijémonos de nuevo cómo actúa su cantera, personalizada hoy en Juan José Cortés: resolviendo a tiros sus problemas familiares.

¿Qué harían con quienes no tenemos su sangre?

Alfonso Cortés González es profesor de Comunicación y Sociedad y Comunicación de las Administraciones Públicas en la Universidad de Málaga

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No debemos renunciar a los sindicatos

Este título de “no debemos renunciar a los sindicatos” (al que habría que añadir: “sino que debemos mejorarlos”) viene a colación de una decisión del Gobierno balear que consiste en eliminar de un plumazo a todos los liberados institucionales de la Comunidad Autónoma. Hay quien, siendo trabajador, aplaude ignorantemente esta decisión que sin duda desequilibra los juegos de poder entre mano de obra y capital, y desposee a los trabajadores de un instrumento reconocido en la Constitución vigente.

El problema reside en que quien siendo un currante y apoya esta perversión de los conservadores, se queda sólo en la superficialidad del problema, ya que está atendiendo únicamente a su quizás mala experiencia personal con el sindicato o con el liberado sindical de turno. Sin embargo la cuestión es más compleja, porque si se suprimen los liberados sindicales, se están arrebatando a la clase trabajadora unos derechos fundamentales (como son asociarse y defender juntos sus intereses de grupo), que costaron sangre, esfuerzo y demasiado tiempo conseguir.

A pesar de todos los errores de los sindicatos, y de aquellos que se aprovechan del sindicato para su propio beneficio, este es el instrumento más útil que conocemos hasta el momento para equilibrar la fuerza de los trabajadores frente a los intereses particulares de la empresa. Esto es irrefutable. Por tanto, no nos dejemos embaucar por cantos de sirenas y gaviotas travestidas, y caigamos en la cuenta de que en realidad, los sindicatos no sólo son necesarios, sino que son un reflejo de la propia clase trabajadora.

Es duro decir esto, no lo niego, pero es que los sindicatos (tanto para bien como para mal) son lo que son fruto de las distintas actitudes que las personas podemos mostrar. Es decir y resumiendo: si un sindicato negocia bien un convenio es porque detrás hay trabajadores comprometidos no sólo con sus intereses particulares sino con los derechos generales de su colectivo. Si un liberado sindical vive del cuento es porque sus compañeros lo permitimos y no tenemos las agallas suficientes para botarle del puesto, y mucho menos tenemos la integridad moral (de la que tanto posiblemente alardeamos) de dar un paso adelante y de defender nosotros mismos los intereses de nuestro colectivo.

Por ello y concluyendo, creo que tenemos los sindicatos que nos merecemos. Pero ojo, opinar de este modo no significa estar en contra los sindicatos, sino que significa estar a favor, ya que la mejor atención que se le puede hacer a cualquier institución social es la crítica y autocrítica para mejorarla y para adaptarla a las necesidades de cada tiempo.

La cuestión, por tanto, no consiste en eliminar a liberados o renunciar a los sindicatos, sino en tomar conciencia y ser, nosotros los trabajadores, los primeros que les tiremos de las orejas a aquellos liberados ineficientes y sustituirlos por otros comprometidos. Otra cosa puede ser que ni los propios trabajadores estemos comprometidos con nosotros mismos…

Alfonso Cortés González es profesor de Comunicación y Sociedad y de Comunicación de las Administraciones Públicas en la Universidad de Málaga
www.alfonsocortes.com

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Sicarios de la mala baba (sobre Botella, Aguirre y otras perlas)

Artículo publicado en elplural.com
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Debería contemplarse en la legislación como gran delito el que una persona incite el enfrentamiento entre ciudadanos para beneficio propio, sobre todo, esto es grave si quien actúa de forma tan vil y vomitiva es un político o un líder social. Pues bien, si tal legislación existiese, Ana Botella, Esperanza Aguirre o Juan Rosell (entre otros sicarios de la mala baba) estarían en la cárcel o cumpliendo un programa de reinserción social con servicios a la comunidad. Y esto sólo por sus declaraciones de hoy…
El señor Juan Rosell (que en su acepción no oficial tiene poco de ello) ha pedido nuevos puteos a los funcionarios porque tienen trabajo para toda la vida. Esta es una declaración indecente, porque se aprovecha, en estos tiempos de dificultades para muchas familias, de la natural envidia que puede circunstancialmente sentir una persona que está sin trabajo con respecto a otra que lo tiene. Con el enfrentamiento social entre trabajadores lo que se consigue es menos cohesión y sobre todo vía libre para los intereses de estos indeseables.

Existen contratos para toda la vida (y no sólo en el sector público) porque durante toda la vida la sociedad necesita policías, bomberas, médicas, maestros, enfermeros, profesoras, barrenderos, etc. Y lo que deberíamos perseguir de una puñetera vez es igualar a los trabajadores por arriba y no por abajo (¡carajo!), y asegurar el pan para toda su vida a todo aquel ciudadano que cumple con sus quehaceres honestamente. Además, precisamente en momentos de crisis como este, quien más tiene que aportar a la sociedad son aquellos que más recursos disponen, y no al contrario. De este modo los trabajadores no debemos caer en esta trampa carroñera de quien su avaricia lo ha corrompido como ser humano.

Otra perla digna de mención ha sido la de Ana Botella quien ha arremetido torticeramente contra los maestros y profesores, diciendo que trabajan muchas menos horas que cualquier funcionario del Ayuntamiento de Madrid. Esto lo hace siguiendo la estela de la carta con faltas de ortografía y errores de discurso de Esperanza Aguirre a los maestros (que a estas horas ya le habrá sido devuelta y corregida). Este es otro ejemplo del mismo delito moral que ha cometido el desvergonzado patrón.

Aunque Botella y Aguirre supongo que lo saben, hay que decirlo para que quede claro: los profesores trabajan objetivamente muchísimas más horas que las estipuladas en cualquier convenio.

A las horas de clase, hay que sumarles las de preparación de las mismas, las de tutorías con padres y estudiantes, las de formación continua, las de guardia, las de innovación, las de investigación, las de gestión y las de actividades complementarias. Al final, resulta que cualquier profesor está trabajando de media unas 47 horas semanales (y no sólo en su centro de trabajo), y no se quejan porque la mayor parte del colectivo es vocacional y lo hacen por el amor a la sociedad, por el convencimiento de que día a día podemos construir un mundo mejor, y porque entienden que es vital el legado de la cultura y la sensibilidad a las generaciones venideras.

Resulta que por cada hora de clase que un profesor de cualquier colegio o instituto imparte, tiene detrás al menos tres horas más. Es lógico, un futbolista puede jugar un partido de 90 minutos, pero para jugarlo necesita un entrenamiento de meses o años. O un actor puede aparecer en pantalla 50 minutos, pero el rodaje se ha alargado durante un largo período. O un médico, puede realizar una operación en 45 minutos, y ahí ni empieza ni termina su trabajo. Según el argumento de Ana Botella el diagnóstico, el seguimiento, el entrenamiento y la formación necesaria para realizar una tarea no computan a efectos de horas trabajo. ¡Qué insensatez! ¡Qué deshonestidad!

Lo que sí tenemos claro atendiendo a la vida y obra de la señora Botella es que ella sí que tiene muy poquitas horas de trabajo a sus espaldas. Hoy, sin ir más lejos, sólo ha trabajado minuto y medio, que es el tiempo que se tarda en decir tal idiotez sobre los maestros. Que haya tenido que invertir más tiempo para esta declaración es aún peor. Por tales motivos: Botella dimisión.

Alfonso Cortés González es profesor de Comunicación y Sociedad y Comunicación de las Administraciones Públicas en la Universidad de Málaga.

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