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¿Qué más puede hacer el PP para llegar a La Moncloa?

Artículo publicado en elplural.com. Para Leerlo pinche aquí.

Es doloroso e inadmisible la agresión física contra el sr. Tertsch, como lo sería contra cualquier otra persona y por cualquier motivo. La violencia no tiene pretextos, no debería ser empleada contra nadie bajo ningún concepto, y menos aún sin juicio justo. Pero claro, el uso de la violencia nunca responde a satisfacer a la Justicia, sino a la venganza.

A todas las personas que negamos la violencia (quedan excluidas las que comulgan con la pena de muerte, por ejemplo) nos conmueve y denunciamos siempre este tipo de sucesos. Ahora bien, es improcedente que se quiera aprovechar la paliza que le han dado al propio Tertsch (y lamento que se esté metiendo el nombre de este señor, ahora víctima, en la agenda) para tratar de sacarle los colores al Gobierno. Eso, en el plano de los símbolos sociales, es una paliza a la inteligencia y a la propia democracia, ya que atenta contra dos pilares fundamentales del engranaje democrático (en la configuración de las opiniones públicas), como son la verdad y la honestidad.

Digo esto porque en Telemadrid se ha responsabilizado a Wyoming por la agresión contra Tertsch. Eso no sólo es grave e imprudente, sino que es mentira. Además puede contribuir a incendiar los ánimos, y atenta directa e injustificadamente contra el honor y la imagen de una persona, en este caso el presentador de El Intermedio. Más grave aún, aunque disfrazadas de Caperucita, son las palabras de Esperancita Aguirre, quien ha afirmado que “la actitud crítica de Tertsch contra el Gobierno no justifica una agresión”.

Estas palabras de la lideresa sí que son realmente peligrosas, comparadas con las sandeces de confesionario de Curry Valenzuela, porque dicen lo que parece que dicen, pero sin decirlo. De este modo la señora Aguirre está haciendo una trampa dialéctica, ya usada reiteradamente por la propaganda nazi y fascista que tantos réditos dio a Hitler y Mussolini, que consiste en unir un acontecimiento real con una suposición ficticia para debilitar al adversario. Vayamos por partes: Tertsch ha difundido opiniones críticas hacia el Gobierno (como las he vertido yo mismo en ocasiones), es cierto, pero no tienen porque ser el motivo por el que haya recibido esa paliza, y ni mucho menos Zapatero ha sido el que está detrás del siniestro asunto. Siguiendo esta presuposición, si a un periodista progresista le ocurre mañana algo parecido, deberíamos culpar al PP. Esto sería el comienzo de una espiral de violencia, y no es justo ni lícito que ningún político dentro de un sistema parlamentario pretenda encender esa mecha.

Es obvio el aprovechamiento político por parte del PP y su caverna de la agresión contra un compañero de filas para arremeter contra el Gobierno elegido por los españoles. La señora Aguirre podrá decir que nunca ha culpado al gobierno, y técnicamente es cierto, pero ella sabe que dejando caer que criticar al Gobierno no justifica una paliza, está poniendo sobre la mesa que se pueden recibir palos por criticar al Gobierno. José Bono, Presidente del Congreso, sí que encajó algunos golpes por ser del PSOE, y sí que estaba claro que eran simpatizantes del PP sus agresores, y sin embargo no se aprovechó esa situación, por responsabilidad política, para no incitar más violencia o sentimientos de rabia y odio entre la población. El PP está jugando con fuego, pero no ya con un mecherito, sino que parece que está trayendo la leña al fogón.

El partido de Rajoy está haciendo todo lo posible por arrebatar el poder al PSOE, incluso haciendo uso de la calumnia, la mentira y la intoxicación informativa. Calumniar, mentir e intoxicar son delitos tipificados en nuestra legislación. En esta tropa de conservadores hay personajes capaces de formular hipótesis sobre la vinculación de ZP en el 11-M o en la agresión contra Tertsch, e incluso no se sonrojan cuando se oponen al Paquete Telecom, cuando todos los diputados del PP lo han aprobado en el Parlamento Europeo. Sí aún así no son capaces de ganar las próximas elecciones, el único límite que les queda por traspasar para llegar a La Moncloa es el uso de las armas y la violencia. No sé si será capaz la justicia o la historia de hacerlo, pero este PP deberá algún día rendir cuentas por su actitud y pedir disculpas. Ojalá se pueda quedar sólo en eso antes de que sea demasiado tarde.

Alfonso Cortés González es profesor de Comunicación Política y Publicidad en la Universidad de Málaga

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