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periodismo lamentable

Artículo de Coral Bravo publicado en elplural.com
Enlace: http://www.elplural.com/opinion/detail.php?id=46768

Estamos acostumbrados a ser testigos de cómo existen medios de prensa que se convierten en altavoces de miserables intereses políticos. No es nada nuevo que el llamado cuarto poder se alíe con determinados ámbitos económicos y políticos para manipular a los ciudadanos y crear corrientes de opinión.

Ni todo lo que se cuenta es verdad, ni toda la verdad se cuenta. Es más, en determinadas tribunas de prensa sólo se cuentan verdades deformadas, o simplemente mentiras. Es un hecho innegable y que todos los ciudadanos deberíamos considerar para elegir los medios de información más honrados y objetivos (que haberlos, haylos), y para no ser marionetas de oscuros intereses.

Independientemente de estas “miserias” periodísticas (véanse algunos medios afines a la derecha) que proliferan en la oleada de informaciones que nos llegan diariamente y que forman parte del engranaje político cotidiano, a veces podemos observar otras miserias humanas en el ámbito periodístico que rebosan los límites de lo que se puede tolerar.

Me refiero a una crónica de un periodista deportivo, Manolo Lama, quien, cubriendo la final del Atlético de Madrid en Hamburgo, humilló a un indigente entre bromas y risas de otros periodistas de su programa y de los aficionados que rodeaban la transmisión televisiva. El vídeo que muestra el episodio ha sido difundido y visto por muchos ciudadanos que, indignados, han reaccionado contra esta vulneración de la dignidad de una persona anónima en situación de precariedad extrema.

El mendigo, un hombre que vive en la calle y que se resguardaba del frío junto a su perro con una manta, permaneció inmutable mientras veía cómo, entre risas y guasas de mal gusto, le vertían monedas, tarjetas de crédito y otros objetos que después le retiraban sin ningún respeto; y todo ello sin entender el idioma de sus falsos filántropos, y desconcertado por no saber qué ocurría realmente. La cara del perro, entre asustado y amedrentado, muestra la indefensión que sentían ambos, hombre y perro, ante esos desconocidos de los que ignoraban sus intenciones.

Bochornoso espectáculo e indigno no sólo de cualquier profesional del periodismo, sino de cualquier ser humano. Bochornosa y vergonzante escena que muestra que algunos utilizan el “todo vale”, incluso la denigración de una persona desvalida, a cambio de cualquier rédito. Bochornosa exhibición de obscenidad y de indiferencia ante el desvalimiento humano. Descarada muestra pública de ausencia de solidaridad y fraternidad para con los demás. Y todo por animar el ambiente y alentar a una turba de fanáticos futboleros que son capaces de pagar cientos de euros por ver a su equipo y son incapaces siquiera de tratar con respeto a un hombre inerme y desamparado.

El periodista en cuestión pidió disculpas al día siguiente ante las reacciones públicas contra el vergonzoso episodio. Esgrimió en su defensa que él educa a sus hijos en la solidaridad. Pues no les dio ese día muy buen ejemplo a sus hijos, ni, lo que es peor, a millones de personas que veían el programa. O quizás sea que se refiera a ese tipo de falsa y miserable solidaridad (tan frecuente en determinados círculos) que considera que por arrojar una monedas a un mendigo, sin siquiera mirarle a la cara, uno se ha ganado el cielo y la salvación eterna.

Y al respecto me viene a la mente algo que a veces he oído a mi madre parafraseando unas sabias palabras de su abuela: la pobreza material es sólo una circunstancia, la pobreza del alma es la verdadera pobreza.

Coral Bravo es Doctora en Filología y miembro de Europa Laica

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