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Privatización de la Lotería II

Artículo publicado en elplural.com.
Enlace: http://www.elplural.com/opinion/detail.php?id=54063

A principios de mes, tras el anuncio del Gobierno de su intención de privatizar el 30% de las Loterías, se publicó en este diario mi opinión al respecto. Sin embargo, a tenor de algunos correos que me escribieron lectores de ELPLURAL.COM, creo que de alguna forma, mi postura no quedó del todo clara o se percibió como tibia. Como mi intención es mojarme en todos los asuntos sobre los que opino, y hoy el tema está en la agenda, quiero enmendar esa tibieza que proyecté sin querer.

El 3 de diciembre califiqué la operación como “pan para hoy y hambre para mañana”. No entendía que se quisiese privatizar una empresa rentabilísima que no daba más que beneficios a las arcas del Estado, y terminaba mi reflexión pidiendo al gobierno que “muestren las cuentas claras de esta operación, no vaya a ser que a quien le toque realmente la lotería sea al empresario que se haga con el negocio de la Primitiva, las Quinielas y el sorteo de Navidad”. A mi entender la postura no era indiferente, pero como los lectores son quienes realmente deciden la naturaleza de los textos, por respeto a ellos, escribo hoy mi columna respondiendo a sus observaciones.

Aún a día de hoy no he salido del asombro que me produjo el anuncio de Zapatero sobre la privatización de las Loterías, y no sólo estoy asombrado, sino que sigo sin entenderla y sin compartirla. Es más, como el Estado somos todos, las empresas y agencias estatales son también de todos. Por tanto, si alguien decide vender algo del Estado, no se debería hacer sin el consentimiento de los ciudadanos españoles. Del mismo modo que si se quiere vender o ceder un espacio de nuestro bloque de viviendas, esto no puede ser decisión personal del presidente de la comunidad de propietarios.

En este caso, a diferencia del ejemplo de la comunidad de vecinos, la decisión del presidente del Gobierno es perfectamente legal, pero creo que no es moral (empleando el término moral en su acepción filosófica clásica y no en la religiosa actual). Este es un eterno debate en las Ciencias Políticas y el Derecho: la vinculación de lo legal con lo moral, y la discusión de si todo lo inmoral es ilegal, o si hay legalidades inmorales.

Por ello, aunque sea legítimo y legal que un presidente pueda decidir él solo sobre si se vende o no una propiedad pública, creo que antes de hacerlo se debería aprobar una nueva ley que permita a los ciudadanos tener la última palabra al respecto, en nuestra calidad de propietarios. Con la actual legislación, si algún día es presidente de Gobierno algún malvado de comic, del tipo grandes magnates antisistema (como en Batman o en 007), podría poner en venta todo el aparato del Estado para que lo compren sus contactos empresariales, y destruir el país. Esto, aunque no dejaría de ser legal, se puede definir sin ningún complejo como un robo y un atentado brutal contra lo más profundo de la vida en sociedad.

Las leyes, que casi siempre son reactivas y no proactivas, siempre van un pasito por detrás de la sociedad, queriendo dar soluciones a los problemas y situaciones que se van presentando en cada momento. Por ejemplo, primero nació la televisión, y hasta años después no hubo leyes (en continua y necesaria evolución, por cierto) sobre el audiovisual y la publicidad. Ahora, tenemos un escenario nuevo de crisis económica, en el que puede resultar una gran tentación para los políticos el poder privatizar fácilmente. Por consiguiente, antes de privatizar a lo loco, estudiemos las situación proactivamente y desarrollemos una nueva legislación sobre cómo se privatiza lo público en esta nueva coyuntura, dando la última palabra a los propietarios y beneficiarios reales de todo lo público, es decir, a la ciudadanía.

Lo que está más claro que el agua es que con un sistema de Loterías público, como el que tenemos, no sólo los beneficios van para los ganadores, sino que quienes no han ganado nada, e incluso quienes no han jugado, se aprovechan de la lotería, ya que lo que no se reparte en premios se utiliza para hacer carreteras, colegios y hospitales. La idea se podría resumir en que con un sistema público de loterías ganamos todos, y con una Lotería privatizada sólo ganan unos cuantos. Esto de socialista no tiene nada, por ello mi asombro que indicaba líneas más arriba, del que no me he repuesto todavía.

No quiero cerrar mi reflexión de hoy sin desearos a todos una buena entrada de año, y que 2011 no sea tan amargo como este 2010 que estamos a punto de dejar a nuestras espaldas. España, a pesar de esta crisis, es un país con mucho potencial. No tiremos la toalla. Disfrutad todo lo que podáis y nos vemos en enero.

Alfonso Cortés González es profesor de Comunicación y Sociedad en la Universidad de Málaga

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