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Apóstoles de la injusticia y mentiras sobre la crisis

Artículo publicado en elplural.com
Enlace: http://www.elplural.com/opinion/detail.php?id=54646

Es realmente preocupante como deforman la realidad y mienten las voces que, al servicio de los poderes financiero-especulativos, influyen en la opinión pública. No es nada nuevo que la manera en la que se muestran los datos y se narra la supuesta realidad, influye en la forma en que las personas vemos el mundo. De este modo, gracias a los comentarios de reputados expertos en determinadas tertulias, una persona que no ha estudiado economía en su vida, cree tener una opinión coherente por el simple hecho de repetir el argumento del sicario dialéctico de turno, con quién simpatiza.

Y de este proceder, muchas veces poco crítico, de consumir medios que tenemos las personas, se aprovechan las estrategias ruines de quienes quieren desmontar el Estado del Bienestar y arrebatarnos derechos legítimos como la negociación colectiva. Quieren ir en esta dirección no sólo para mantener su poder, sino para poder seguir impunemente aumentando su riqueza a base de especulación financiera, sin valor añadido ni producción real detrás. Es decir, una engañifa.

Para que no parezca que estoy hablando como el que da un sermón, vamos a poner nombres. Por ejemplo, el economista Pedro Schwartz, se dedica a aparecer en tertulias televisivas y radiofónicas (ayer lo hizo en 59 segundos de TVE), argumentando con aparente credibilidad que para salir de la crisis lo que debemos hacer es eliminar los convenios colectivos y el salario mínimo para ser más competitivos y aumentar el empleo. Este mensajero del lado oscuro lleva razón en que de este modo los números pueden cuadrar, pero calla intencionadamente sobre las repercusiones en la población del modelo que él mismo propone.

No dice que sin convenios colectivos y sin salario mínimo, las condiciones de vida de la mayor parte de los ciudadanos será lamentable, con unos sueldos que no llegarían ni para comer y con una vuelta al modelo laboral del siglo XIX. Este señor, que además de culto es prestigioso (cosa que agrava la orientación de sus opiniones), ni siquiera por honestidad pone sobre la mesa la cuestión de que en realidad (conforme al propio modelo occidental), son los Estados quienes sin inmiscuirse, deben regular las reglas de juego de los mercados y no al contrario, que es lo que está sucediendo. Y esto es así porque el poder político es el que, atendiendo a la filosofía actual, goza del mayor grado de legitimidad, ya que emana de la voluntad popular directa.

Existen propuestas para enfrentarnos a esta crisis especulativa que nos atormenta desde hace unos años. La primera sería una reforma fiscal seria y valiente, que consiguiese emerger la economía sumergida a la legalidad, que es en mi opinión, el mayor problema estructural de la economía de nuestro país. Y eso de todo en dinero blanco, no es sólo una cuestión del modelo nórdico, sino de los propios EE.UU. que son el paradigma del liberalismo. En América del Norte las inspecciones de hacienda son implacables, y quien defrauda un solo dólar, la paga. Aquí no. En España hay gente que cobra el paro y hace chapuzas, hay profesionales liberales que no emiten todas las facturas que deberían, hay clientes que quieren pagar bajo cuerda para ahorrarse el IVA, y un montón de cosas más que todos sabemos.

La manera de hacer esta reforma es sencilla, sólo necesitamos voluntad política para copiar los controles fiscales que existen de los Pirineos para arriba, donde un chaval de 15 que para ganarse una paguilla reparte periódicos una vez a la semana, está dado de alta. Donde se desgrava parte de los gastos familiares en multitud de conceptos y donde hay inspectores de trabajo y de hacienda suficientes. Y no es una cuestión cultural esto de la economía sumergida latina, sino estructural: ya he comentado en alguna ocasión como empresarios nórdicos, declaran todas sus operaciones en Suecia, pero sólo algunas en España. Y siempre me dicen lo mismo “es que en Suecia no puedo hacerlo, me pillan”.

Con la cantidad de millones de euros que saldrían a la superficie económica con una reforma fiscal como la mencionada, haríamos maravillas. No significa que saliésemos automáticamente de la crisis, pero sí que podríamos afrontarla con mayores posibilidades de éxito, y sobre todo sin tener que seguir fastidiando a los grupos sociales más vulnerables: trabajadores, estudiantes y pensionistas.

Otra cosa que se debería hacer, para paliar otro problema fundamental de la crisis (la forma en la que se creó el Euro), es propiciar que exista un Banco Europeo que pueda comprar deuda pública (como en EE.UU.) y que otros países sigan el ejemplo de Japón en comprar deuda europea (ya que no podemos emplear la tampoco muy feliz carta-recurso de la devaluación). Aún estamos a tiempo de enmendar el mayor error del Tratado de Maastricht, que fue confiar en el dogma neoliberal que obliga unos índices determinados de deuda pública, sin mirar las balanzas de pago y la deuda privada, creyendo el falso argumento de la derecha de que el mercado se regula bien solo, y que la gestión privada siempre es genial frente a la penosa gestión pública.

Por tanto, la reforma fiscal que comentaba antes, y esta reforma monetaria europea son las dos más importantes a realizar (por encima de la reforma de las pensiones o del mercado laboral) si realmente queremos salir de la crisis y amortiguar posibles futuras.

Y es que todo esto de la crisis, cuando uno se para a pensar detenidamente y a estudiar la cuestión, se da cuenta de que es el mundo al revés. Una estupidez sin más sentido que seguir avanzando en la senda de la desigualdad y la injusticia. Esta senda, desgraciadamente, tiene muchos apóstoles de la razón torcida.

Alfonso Cortés González es profesor de Comunicación y Sociedad en la Universidad de Málaga

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