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Rosell y su circo de disparates

Artículo publicado en elplural.com
Enlace: http://www.elplural.com/tribuna-libre/rosell-y-su-circo-de-disparates/

Cuando Díaz Ferrán se fue por la puerta chica de la CEOE, pensé que dado que el empresariado en nuestro país se caracteriza por estar repleto de personalidades cultas, y por supuesto preocupadas por sus intereses particulares, la propia CEOE no volvería a caer en el error de nombrar un zote para que les represente y tire piedras en su propio tejado, minando gravemente el prestigio de las empresas españolas.

Parece que la patronal se ha convertido en un espectáculo, a modo de circo de los disparates, en el cual cada presidente tiene el cometido de superar al anterior en burradas, imprecisiones, clichés y mala leche.

Juan Rosell no tiene ni idea de cómo funciona la economía y ni el complejo engranaje social (eso es obvio a tenor de sus intervenciones), sino que además tiene los santos genitales de demostrarlo continuamente en sus apariciones públicas. En esta ocasión, en la que no puede menos que hacernos reír, plantea que para salir de esta situación habría que despedir a funcionarios.

Hasta un niño sin conocimiento de las oraciones subordinadas ni de la multiplicación con dos cifras, entendería que si el principal problema de un país es el paro, no se puede paliar tal asunto mandando a más trabajadores al desempleo. Es de cajón.

Además, dice que el sector público debe copiar algunas cosas del sector privado. Eso es cierto señor Rosell, pero hay que copiar bien, y eso significa copiar las cosas positivas y que funcionan, no copiar los despropósitos. De este modo, el sector privado debería proporcionar a los trabajadores estabilidad laboral y el sector público debería mejorar la productividad de sus empleados.

También, habría que recordar al señor Rosell que en una economía de mercado como la nuestra, el sector público y el privado no son primos hermanos porque se dedican a cosas distintas. El privado es la empresa, que proporciona bienes y servicios, y el sector público es el Estado, que se ocupa de facilitar el acceso a los derechos civiles y no compite, por tanto, con la empresa en vender bombillas o arreglar coches.

Me gustaría explicar al señor Rosell que de empresa tampoco tiene mucha idea. En tiempos de crisis quienes consumen y sustentan el músculo que le queda a una economía son quienes mantienen el empleo. Cuantas menos personas haya sin empleo, menos va a facturar mi empresa, ya que las empresas han dejado de vender productos porque sus compradores se han quedado sin trabajo. ¿Qué solucionaría entonces para los propios intereses empresariales que hubiese todavía menos posibles clientes en circulación?

Puestos a pedir despidos, y por el bien de todos, podríamos empezar a despedirnos de Rosell: ¡Hasta la próxima Juanito!

Alfonso Cortés

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El sueño de Rosell

Artículo publicado en elplural.com
Enlace: http://www.elplural.com/tribuna-libre/el-sueno-de-rosell/

Probablemente Juan Rosell, presidente de la CEOE, al evocar aquella frase manida de que cualquier tiempo pasado fue mejor, se retrotraiga con egoísta ineptitud al siglo XIX, donde los trabajadores no tenían prácticamente ningún tipo de derecho. Y es ignorante su codicia porque a menor calidad de vida de los trabajadores, menor facturación global de las empresas (de la economía real), que fundamentalmente viven del consumo de los asalariados.

Es enero de 1855, una gélida madrugada. La verdad que no sé si es sábado, o lunes o jueves. Al fin y al cabo todos los días son exactamente iguales. Despierto a mi hijo de 11 años que está acurrucado bajo una vieja manta fría y roída. No hay tiempo que perder, a las 6 de la mañana ya tenemos que estar los dos trabajando en la fábrica, y don Francisco se enfadará mucho si no estamos al menos cinco minutos antes.

Ahora las cosas se han puesto más difíciles, porque mi hijo mayor, que tiene 14 años, está enfermo con tuberculosis y no puede trabajar. Sin su sueldo apenas tenemos para comer bien todos los días y mucho menos tenemos capacidad para comprar los medicamentos que él y su madre necesitan.

Me duele el pecho, y espero que sólo sea un resfriado y no la maldita tuberculosis, ya que día que no se trabaja, día que no se cobra, y ya mi familia tiene bastantes penurias como para que su padre se quede sin trabajo. Ya no tendríamos ni para la sopa de pan duro y ajo que comemos cada cena afortunadamente.

A las 9 de la noche, si nos dejan, saldremos de trabajar. Menos mal que mañana domingo es el único día que descansamos, y así puedo aprovechar para ir a la asamblea del sindicato que clandestinamente hemos montado los obreros, para contribuir en la planificación de nuestro programa de reivindicaciones. Demandamos una jornada laboral de máximo 12 horas diarias (ahora estamos trabajando entre 16 y 18), y estamos recaudando algo de dinero entre todos para crear un fondo solidario para cubrir las bajas laborales en caso de enfermedad.

No sé si he sido un inconsciente trayendo hijos al mundo para que se pudran en la miseria y sólo sirvan como mano de obra barata para patrones sin humanidad. Espero que con la lucha que estamos llevando a cabo miles de trabajadores en todo el mundo, quizás algún día, mis nietos puedan vivir con dignidad.

Esta es, por muy dura que pueda parecernos hoy día, una reconstrucción verídica de un día normal de cualquier trabajador de aquellos años. ¿Es este el sueño de cada siesta del señor Juan Rosell? ¿Creen los empresarios representados por este señor que la salida a la crisis de productividad pasa por volver a un sistema de trabajadores desamparados?

Parece que sí a tenor de las propuestas con que cada día se despacha la CEOE en estos últimos tiempos. No sé si el señor Rosell será ruin o simplemente un iletrado con más poder e influencia social de que la que se merece. Ante estos ataques y propuestas de la patronal contra los trabajadores se me ocurre responder son serenidad y sentido común.

Señor Rosell:
1. despedir más barato aún (ya mismo al que despidan va a tener que apoquinar por irse a su casa, si es que tiene la suerte de haberla pagado) sólo sirve para despedir con mayor facilidad y no para crear empleo. Ya tenemos suficientes parados en España. ¿Para qué quiere despedir tan fácil si lo que hay que hacer es contratar?
2. Cuantos más parados tengamos, más bajará el nivel de vida global de nuestro país y de este modo sería complicado mantener servicios públicos como educación, sanidad y pensiones de manera universal. ¿O usted cree que no es un derecho de todos el poder estudiar y tener salud?
3. Esto además se agravaría con la (también demandada por usted) bajada de impuestos a sus empresas, ya que habría que unir a la mayor necesidad de gasto social (más parados) un recorte en los ingresos del Estado que es quien gestiona y proporciona estos derechos sociales. ¿O es que ustedes no quieren colaborar en este momento difícil de nuestro país con una pequeña parte de sus enormes ganancias?

Señor Rosell, le recomiendo que estudie algo y lea sobre economía de verdad, y si ya lo hace hágalo mejor. Explique a la sociedad española si ha errado en sus precipitadas e indoctas propuestas o asuma honestamente que su proyecto y deseo es claramente volver al siglo XIX o sentirse como un magnate chino en la soleada España.

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La talla del PP y la negación del diálogo

Artículo publicado en elplural.com
Enlace: http://www.elplural.com/opinion/detail.php?id=55400

Esta semana ha sido puesto en evidencia que el PP no da la talla. Tras el acuerdo alcanzado por el Gobierno, patronal y sindicatos, se ha constatado que los de Rajoy no son, ni de lejos, una alternativa factible de gobierno en estas circunstancias. No hay nada peor para un sistema democrático que un partido con opciones reales de ganar las elecciones, que desprecia (y renuncia a) la herramienta fundamental de la democracia: el diálogo.

Antes incluso de que se institucionalizasen las democracias occidentales, las tertulias minoritarias “de salón” (en los sistemas de alternancia de partidos en el XIX) sirvieron de impulso para la democracia incipiente, ya que con tales tertulias, se quería profundizar en la idea de que los problemas (sean políticos o de la índole que sea) podían resolverse si se discutían y si se llegaba a acuerdos derivados de la negociación. Se planteaba este diálogo político y social como una forma más inteligente de solventar las diferencias, que el tradicional uso de la fuerza bruta.

Por eso es realmente grave que el PP no quiera siquiera sentarse a hablar (de nada), vaya a ser que se alcance un pacto medianamente útil, y aleje a los de Rajoy de La Moncloa. Y bien es verdad que esta actitud del principal partido de la oposición no parece abiertamente violenta, pero sí violenta al sistema mismo. En este sentido, el PP está usando su fuerza bruta de partido mayoritario para asfixiar los principios básicos de nuestro marco político. Este tipo de estrategias obstruccionistas del diálogo son características de partidos totalitarios que, en su día, fueron los que propiciaron las brutales dictaduras europeas del siglo XX.

Para que la concordia democrática funcione y no volvamos a dirimir nuestras diferencias a palos, es necesario la participación de las fuerzas políticas y sociales en todos los foros que atañen a los intereses ciudadanos, y sobre todo que tengan buena disposición para alcanzar pactos y acuerdos con vocación de superar las dificultades. Por ello, si una de las dos fuerzas mayoritarias se niega a participar, y a propiciar acuerdos sociales, está atacando la médula, la esencia misma del sistema y del espíritu democrático.

No sé si el pacto alcanzado por el Gobierno, sindicatos y empresarios es el más conveniente o no (tengo mis reservas y dudas), pero lo que sí creo es que para superar más cómodamente los problemas, es necesario que el partido que aglutina al menos el 30% de los votos en nuestro país, se moje y participe. Si al PP no le parece bien el acuerdo, que se sume al diálogo y presente sus propuestas y alternativas. Seguro que se discuten.

Si el PP no hace esto, está claramente boicoteando a su propio país. Inclusive la CEOE (antes dirigida por el nefasto Díaz Ferrán) se ha dado cuenta que hay que arrimar el hombro. Lo que pasa es que el PP ni siquiera tiene ideas que poner sobre la mesa, simplemente espera a que la Presidencia del Gobierno les caiga encima por la gracia de la crisis.

Para muestra evidente de lo que digo, la siguiente: este martes en la tele de Pedro J, el líder de la oposición (un tal Mariano Rajoy), no era capaz de explicarnos sus propuestas políticas y económicas (y balbuceaba como un niño), alegando que no entendía bien su propia letra. La frase “qué triste” se queda demasiado corta para comentar esta actuación estelar del barbudo opositor. Por ello, para que no se me acuse de bravucón, no diré nada más al respecto.

Volviendo a la idea principal de este artículo, la de trabajar con el diálogo para construir sociedad, quiero destacar, en contrapartida a la postura del PP, la talla moral de los sindicatos, que como CC.OO., a pesar de tener recurrido el decreto que recorta el salario de los trabajadores públicos unilateralmente, no se cierran al diálogo, y ponen sobre la mesa sus intereses y su fuerza social al servicio del país. Y lo hacen aunque sea lo difícil y lo que no les pide el cuerpo. Lo fácil es lo que hace el PP; pero como en muchas circunstancias en esta vida, lo más fácil es lo menos aconsejable. ¿Cuándo no nos queden espacios reales en los que dialogar y pactar nuestros modelos de sociedad, volveremos a las trincheras?

Alfonso Cortés González es profesor de Comunicación y Sociedad en la Universidad de Málaga

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Insultante hipocresía y egoísmo de los empresarios

Artículo publicado en elplural.com
Enlace: http://www.elplural.com/opinion/detail.php?id=46820

El jueves a última hora se comunicó que el Gobierno aprobará un impuesto especial a las rentas más altas, que son aquellas que superan el millón de euros. También se está barajando la posibilidad de aumentar los impuestos a las grandes empresas. Ambas posibilidades me parecen muy oportunas y más justas que las decisiones tomadas por sorpresa la semana pasada, aunque la ministra Salgado debería aclarar si se va a actuar sobre la renta o sobre el patrimonio de estas fortunas (y de qué forma), ya que se está hablando de ambas cosas al mismo tiempo y son conceptos muy distintos. Hubiese tenido más lógica que las medidas contra el déficit hubiesen empezado por aquí, por el control del fraude fiscal y por la vuelta del impuesto al patrimonio, y no al contrario como se ha hecho, lo que evidencia una gestión gubernamental de la estrategia político-comunicativa torpe y pésima, por el daño causado a las vinculaciones emocionales con el electorado progresista, que es a quién se debe Zapatero en primer lugar, por ser sus votantes quienes le han aupado a la presidencia, y no los empresarios de la CEOE. Pero el caso es que en estas circunstancias lo que resulta escandalosamente ofensivo es la postura hipócrita, egoísta y antipatriota de la comparsa de Díaz Ferrán. ¿Qué podíamos esperar de estos vampiros con corbata?

Hace unos días en este mismo periódico, Gustavo Vidal publicaba un interesante artículo en el que comparaba a los nazis con los tiburones financieros, por el insaciable afán de poder de ambos. Igual que Hitler no se conformó con que las democracias occidentales cediesen ante su pretensión sobre los Sudetes, y prosiguió con su anhelo expansionista, los grandes capitales no se van a conformar sólo con estos grandes recortes sobre trabajadores y pensionistas, sino que querrán ir a por más sangre.

En este sentido, vimos como Díaz Ferrán alababa a Zapatero relamiéndose de gusto tras el anuncio de congelación de pensiones y de recorte de sueldo de los trabajadores del sector público. El nefasto presidente de la CEOE y sus secuaces ya se estaban frotando las manos y brindando en sus yates por los derroteros que podrían tomar las negociaciones de la reforma laboral en el sector privado, tras el ejemplo y precedente sentado en el sector público (tradicionalmente a la vanguardia en cuanto a derechos de los trabajadores).

En medio de este corto idilio entre la patronal y el Gobierno, Zapatero anuncia que ahora le toca aportar su grano de arena a los ricos, y ante esto los de Díaz Ferrán rugen y manifiestan que de ninguna manera, que ellos no quieren pagar nada, y que si se les toca sus maletines rebosantes de euros, vendría el decrecimiento. Eso es falso, ya que el crecimiento empresarial depende de la abundancia en los bolsillos de los trabajadores (que son los consumidores), y no de unos puntos arriba o abajo en impuestos. Lo que pasa que su codicia, egoísmo e hipocresía les ciega y no son capaces de ver la realidad racional y honestamente.

Son tan insaciables (al igual que los nazis, como apuntó Vidal) que no entienden que el esfuerzo debe ser acorde a las posibilidades (y por supuesto a las responsabilidades) de cada uno, y que hasta la fecha, ellos no han sufrido nada de nada esta crisis que ellos mismos han causado con su egoísmo y abusos. Los primeros que deben pagar el pato son precisamente ellos, los especuladores, la banca y todos estos empresarios que se han llevado estos años plusvalías calentitas (y no los currantes que mientras las empresas crecían un 25%, ellos cobraban la misma miseria).

Posteriormente, si con esas medidas dirigidas a los responsables de la crisis y a los más poderosos no se cubren estos gastos, ya se podría pedir el favor y el esfuerzo a otros segmentos sociales, los cuales conviene recordar, no tienen ninguna responsabilidad en esta crisis, como por ejemplo los trabajadores (sean públicos o privados). Eso sería lo justo, lo que pasa es que estos Díazferranes no saben siquiera lo que significan los términos de justicia, equidad y responsabilidad.

Pero eso tendría solución, y como sabemos que estos señores no van a volver a la escuela (si es que han asistido con vocación alguna vez), el Gobierno debería aplicar con ellos la misma disciplina que ha aplicado con los trabajadores, porque si no, el futuro que nos espera si ganan los de Rajoy las próximas elecciones es todavía peor, ya que el PP es un partido lleno de nostálgicos del franquismo, de corruptos y caraduras, y en su propia esencia es el brazo político de Díaz Ferrán. Hasta hace tan sólo una semana, Rajoy pedía medidas de recorte del gasto como las que ha adoptado el Gobierno, y una vez tomadas, se opone a ellas.

Si realmente han cambiado las tornas y ahora el PP, como ha afirmado cínicamente Cospedal, es el partido progresista y de los trabajadores, que se comprometan públicamente y copien su programa electoral al PSOE y a IU, y demuestren en sus Gobiernos Autonómicos como se las gastan contra el capital y los poderosos, y que Camps comience regalando sus trajes a medida a las familias del Cabanyal. Reflexionemos como ciudadanos activos sobre nuestros propios intereses, porque hay mucho en juego y ellos van a por todas. Parafraseando un anuncio de hace años de Caja Madrid: Ellos son más fuertes, pero nosotros somos más. No lo olvidemos.

Alfonso Cortés González es profesor de Comunicación Política en la Universidad de Málaga

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La CEOE: alma de explotadores

Artículo publicado el 5/3/2010 en elplural.com
enlace: http://www.elplural.com/opinion/detail.php?id=44013

Siempre culpamos de todos los males a la clase política, sin reflexionar durante un momento sobre la clase de empresarios que tenemos en nuestro país. Con empresarios como Díaz Ferrán o José de la Cavada, España no sólo no sería capaz de remontar la crisis, sino que se convertiría, si les dejásemos hacer a estos señores, en un país de mierda.

A estos empresarios habría que recordarles que la avaricia rompe el saco, y que si España se convierte en un país de trabajadores aún más precarios, el consumo sería minoritario, y por ende la razón de ser de sus propias empresas. Por tanto, pido a los empresarios que sean serios, sensatos y responsables, y que entiendan que su trabajo también debe contribuir a la construcción de país, y no sólo de fortunas personales. Incluso por su propio beneficio a largo plazo.

José de la Cavada, uno de la plana mayor de la asociación de empresarios que preside quien arruinó Air Comet, Díaz Ferrán, propuso hace unos días un nuevo tipo de contrato para jóvenes, cuyas características son: cobrar por debajo del salario mínimo, no cotizar, no tener derecho a paro, y no tener derecho a indemnización por despido. ¿Han tenido que morir miles de obreros explotados en las fábricas durante el siglo XIX, y ha tenido que verterse sangre en el XX para dignificar las condiciones laborales de los trabajadores para que finalmente en el siglo XXI los empresarios españoles tengan este modelo de relación contractual como objetivo en sus estrechas y egoístas cabezas de esclavizadores? Como no tengamos claro lo que realmente costó y sufrimos para conseguir los derechos actuales, me temo que podríamos estar en el comienzo de una regresión histórica, envuelta en el egoísmo exacerbado de la patronal y en la estupidez de muchos asalariados.

Hablo de estupidez, porque son muchos los trabajadores que me encuentro a diario que están dispuestos a renunciar no sólo a parte de su ya escueto sueldo, sino a sus condiciones laborales. Sin ir más lejos, la semana pasada una persona me comentó que está a favor de que si uno está de baja por enfermedad, no tendría que cobrar, que con que le guarden el puesto de trabajo basta. La persona que me dijo esto no era empresaria, así que tenemos que volver a tomar conciencia con lo que significa el progreso de la civilización, porque con una mentalidad neoliberal de este tipo, e in crescendo, corremos un grave peligro de desandar el camino andado y situar el nivel de desarrollo humano de nuestro país en los índices del subdesarrollo más profundo.

Esta forma contractual traería consigo una precarización global del mercado laboral español, ya que las empresas contratarían en masa a este tipo de trabajadores-esclavos, porque serían inmensamente más rentables que los trabajadores normales, y por tanto se dejaría en la calle y sin trabajo a miles de trabajadores que no pueden permitirse el lujo de trabajar gratis porque tienen el triste vicio de comer tres veces al día y de alimentar a unos hijos. Hay que tener mala leche y ser mala persona para desear esto.

España, y no sólo nuestro país, sino Europa entera, ya sabrá que no puede competir en mano de obra y precio contra Asia. La baza que le puede quedar al viejo continente es la investigación, la tecnología, el conocimiento y la creación. Tomad nota empresarios. En este sentido lo que deberíamos hacer es aprovechar la oportunidad (nunca hemos tenido una juventud tan formada, y por ende tan frustrada, en nuestro país como hoy) y orientar nuestra estructura productiva y laboral al I+D+I. Pero claro, el nivel y la cualificación se paga, o si no quién se va esforzar por ser un gran científico o una gran ingeniera para trabajar por menos de 1000 euros y sin prestaciones. Para eso se meterían a empresario de la CEOE, que para triunfar en la vida sólo necesitan incultura, insensibilidad, ignorancia y una buena dosis de egoísmo.

Esta idea de la CEOE (luego retirada infantilmente, pero no olvidemos que las cartas han quedado expuestas) es tan lamentable, que incluso su brazo político que trabaja en las Cortes bajo la denominación de PP, se ha tenido que desmarcar de la propuesta. Bueno, Rajoy se ha desmarcado a medias ya que ha defendido que los trabajadores no tienen que renunciar a todos sus derechos, sino a parte de ellos. Eso es lo mismo que decir: robarte la cartera entera es inaceptable, pero si te robo el 60% de lo que llevas encima es razonable. O incluso es lo mismo que decir: la violación es reprobable, pero si sólo te violo un poco, y no termino, pues tampoco está tan mal, y lo podemos discutir.

Si hace 15 años me hubiesen dicho que estaríamos volviendo a debatir sobre estas cuestiones hoy, no lo creería ni por asomo. ¿Cuántos pasos hacia atrás hemos dado sin darnos cuenta? Creo que por el bien de todos, de los trabajadores, de la credibilidad de España y Europa, por la propia economía, y por la dignidad humana y su historia, estos señores ovíparos tienen que dimitir. De la Cavada dimisión, Díaz-Ferrán dimisión. ¡Ya!

Alfonso Cortés González es profesor de Comunicación Política y Publicidad en la Universidad de Málaga

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Díaz Ferrán, la deslegitimación de la CEOE y el ridículo del PP

Artículo publicado en elplural.com. Para leerlo pinche aquí.

Este semana nos hemos enterado por los medios de comunicación de que Air Comet, empresa de la que es propietario Gerardo Díaz Ferrán, presidente de la CEOE, ha echado el cierre. Esta situación va a mandar a la cola del paro a más de 600 trabajadores y trabajadoras, que llevaban incluso hasta 6 meses sin cobrar. Parece ser que el señor Díaz Ferrán y su socio Gonzalo Pascual, acumulan una deuda de unos 100 millones de euros. Esta carta de presentación es la que sorprendentemente sigue detentando la patronal al insistir en que el presidente de Air Comet es su mejor representante.

El pasado martes, el diario económico Cinco Días tituló la noticia como «ni héroe en su empresa, ni villano en la CEOE» en clara alusión a Díaz Ferrán. Este titular me ha arrancado una prudente y amarga sonrisa, porque este señor sí que es un villano en su empresa, por mandar a cientos de familias al abismo, y un héroe en la CEOE, ya que es un acto heroico seguir siendo su presidente después de todo lo que lleva recorrido hasta el momento este empresario.

Es notoria y pública la admiración que siente el, todavía, presidente de la CEOE por líderes políticos como Esperanza Aguirre, a la que calificó como cojonuda, cuando esta proponía una serie de recetas contra la crisis, que eran y son las mismas que las que propone la patronal. Por ello, el PP ha pasado a convertirse en el brazo político de la CEOE, lo que quedaba puesto de manifiesto recientemente, cuando en una entrevista concedida a El País, el 1 de noviembre, Díaz Ferrán alardeó de que «el PP ha asumido nuestras recetas».

Debe ser vergonzoso para un partido político, asumir las recetas económicas de quién arruina hasta sus propias empresas. Aunque no sabemos si ciertos dirigentes (y lideresas) del PP tienen a estas alturas sentido del ridículo. En este capítulo de esta historia creo que es necesario recordar las propuestas contra la crisis que han puesto sobre la mesa la alianza PP-CEOE, para detectar que realmente todas se orientan al beneficio de la gran empresa (representada por la CEOE), y en detrimento del trabajador y de la calidad de vida de una sociedad.

Reclaman, en primer lugar, el abaratamiento de los costes laborales, para ahorrarse pagar parte de la Seguridad Social que les corresponde, y poder despedir más barato (le hubiese venido muy bien a Díaz Ferrán en estos días). Quieren una reducción significativa de los impuestos, para así ganar ellos más dinero aún, y debilitar las clases media y trabajadora, ya que son los impuestos los que distribuyen las rentas y por tanto los que amortiguan las desigualdades sociales. También aspiran a debilitar a los sindicatos, en sus palabras, flexibilizar las relaciones laborales, para que las relaciones entre trabajador y empresa se hagan al margen de la negociación colectiva, y claro ¿qué fuerza puede tener un trabajador frente a una gran empresa si no es uniéndose a otros trabajadores? Y además, y por si fuera poco, reclaman mayor facilidad para la movilidad de los capitales, para así llevar su dinero a paraísos fiscales e invertirlo en países con mano de obra muy barata. Eso sí, para que la movilidad internacional de capitales sea beneficiosa para ellos, las fronteras para las personas deben hacerse cada vez más infranqueables.

En conclusión, la CEOE, mientras Díaz Ferrán esté al frente, está deslegitimada para dar recetas de ningún tipo ante la crisis, y al mismo tiempo, el PP sigue haciendo el mayor de los ridículos en el entorno político europeo haciendo de palmero de este señor.

Alfonso Cortés González es profesor de Comunicación Política en la Universidad de Málaga

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