alfonsocortes.es Rotating Header Image

crisis

Rosell y su circo de disparates

Artículo publicado en elplural.com
Enlace: http://www.elplural.com/tribuna-libre/rosell-y-su-circo-de-disparates/

Cuando Díaz Ferrán se fue por la puerta chica de la CEOE, pensé que dado que el empresariado en nuestro país se caracteriza por estar repleto de personalidades cultas, y por supuesto preocupadas por sus intereses particulares, la propia CEOE no volvería a caer en el error de nombrar un zote para que les represente y tire piedras en su propio tejado, minando gravemente el prestigio de las empresas españolas.

Parece que la patronal se ha convertido en un espectáculo, a modo de circo de los disparates, en el cual cada presidente tiene el cometido de superar al anterior en burradas, imprecisiones, clichés y mala leche.

Juan Rosell no tiene ni idea de cómo funciona la economía y ni el complejo engranaje social (eso es obvio a tenor de sus intervenciones), sino que además tiene los santos genitales de demostrarlo continuamente en sus apariciones públicas. En esta ocasión, en la que no puede menos que hacernos reír, plantea que para salir de esta situación habría que despedir a funcionarios.

Hasta un niño sin conocimiento de las oraciones subordinadas ni de la multiplicación con dos cifras, entendería que si el principal problema de un país es el paro, no se puede paliar tal asunto mandando a más trabajadores al desempleo. Es de cajón.

Además, dice que el sector público debe copiar algunas cosas del sector privado. Eso es cierto señor Rosell, pero hay que copiar bien, y eso significa copiar las cosas positivas y que funcionan, no copiar los despropósitos. De este modo, el sector privado debería proporcionar a los trabajadores estabilidad laboral y el sector público debería mejorar la productividad de sus empleados.

También, habría que recordar al señor Rosell que en una economía de mercado como la nuestra, el sector público y el privado no son primos hermanos porque se dedican a cosas distintas. El privado es la empresa, que proporciona bienes y servicios, y el sector público es el Estado, que se ocupa de facilitar el acceso a los derechos civiles y no compite, por tanto, con la empresa en vender bombillas o arreglar coches.

Me gustaría explicar al señor Rosell que de empresa tampoco tiene mucha idea. En tiempos de crisis quienes consumen y sustentan el músculo que le queda a una economía son quienes mantienen el empleo. Cuantas menos personas haya sin empleo, menos va a facturar mi empresa, ya que las empresas han dejado de vender productos porque sus compradores se han quedado sin trabajo. ¿Qué solucionaría entonces para los propios intereses empresariales que hubiese todavía menos posibles clientes en circulación?

Puestos a pedir despidos, y por el bien de todos, podríamos empezar a despedirnos de Rosell: ¡Hasta la próxima Juanito!

Alfonso Cortés

Social Share Counters

¿es el fin de la democracia?

Artículo publicado en elplural.com
Enlace: http://www.elplural.com/tribuna-libre/%c2%bfes-el-fin-de-la-democracia/

Que la democracia se vaya al garete depende de muchos factores y de cómo reaccione la todavía ensimismada sociedad civil en toda Europa. Lo que es indudable es que estamos en un momento muy agudo, que presagia un cambio de ciclo importante, acompañado de nuevas formas de gestión del poder.

Dicen en los medios que vuelve la tecnocracia. Eso es falso, ya que la tecnocracia nunca se ha ido ¿o es que los ministerios no lo gestionan técnicos y especialistas (Cuerpo Superior de Administradores Civiles del Estado)? ¿O es que gran parte de los ministros actuales en todo el planeta no son personas de gran formación? La gran diferencia es que los técnicos ahora los están poniendo en los cargos esos oscuros poderes cada vez menos escondidos, sin contar con el voto de los ciudadanos. Lo que al mismo tiempo supone un atropello a la legalidad vigente.

No me gusta, y nunca me gustó Berlusconi, pero su acceso a la jefatura del gobierno italiano fue mucho más legítima que el actual nombramiento de Monti, por la sencilla razón de que a Berlusconi le votaron los ciudadanos para gobernar Italia (aunque otra cuestión es preguntarse por qué le votaron). El argumento, por tanto, que esgrimen los adalides de esta nueva dictadura de los mercados y las primas de riesgo (que ya se han cepillado numerosos gobiernos democráticos), que ahora es el tiempo de los técnicos y no de los políticos, no cuela. Lo que se debería decir, sin eufemismos y abiertamente, es que ahora es el tiempo de “sus” técnicos y no de “nuestros” técnicos, es decir, el tiempo de los técnicos que coloca a dedo el poder de cuatro megamillonarios para servir a sus intereses particulares, por encima de los técnicos que colocan con su voto el 100% de los ciudadanos para servir a la sociedad.

Siguiendo este plan de propaganda del nuevo régimen, se canta a los cuatro vientos que el nuevo gobierno de Italia está formado por diplomáticos y profesores de universidad fundamentalmente. Pues como siempre. Siempre en los gobiernos y parlamentos ha habido gran número de profesores universitarios, diplomáticos y otros especialistas en sociedad. La única pero lamentable diferencia, insisto, es que quien nombra a esas personas para llevar las riendas de un país ya no es el pueblo, sino que son las cuatro grandes agencias de poder que hacen subir y bajar las primas de riesgo.

Lo triste es que parece que esta batalla entre democracia y dictadura financiero-mercantil la está ganando los intereses de la minoría ya que el grueso de la sociedad civil permanece entre impasible y temerosa en sus casas, sin saber realmente que es lo qué está pasando en nuestras sociedades. Este podría ser el principio del fin de la Política (de lo poco con mayúscula que queda de la política en Europa), y por tanto no estoy diciendo que vayan a cambiar mucho las cosas a partir de ahora, sino que ya vienen cambiando desde hace algún tiempo.

Esta crisis va a desembocar en un modelo político y de gestión de la autoridad y el poder muy distinto y diferente a los que hemos tenido anteriormente en la historia. Por tanto, para analizar este período hay que emplear nuevas herramientas de interpretación de los acontecimientos porque lo que se avecina, sea para bien o para mal, no es asimilable a ninguno de los regímenes políticos y económicos anteriores.

Esta encrucijada, por tanto, tiene dos posibles y obvias salidas: o bien sirve de revulsivo para que la sociedad civil tome conciencia pronto, se movilice y por tanto se regenere el sistema hacia un nuevo modelo de democracia participativa, o bien se sigua profundizando en esta “revolución sin pepinazos ni bayonetas” iniciada por los poderes financieros ante la falta de acción política unitaria en Europa. No volverá el fascismo, ni el colonialismo en su tradición formal, pero sí se está andando el camino hacia un régimen político donde la voz del pueblo vuelva a no ser tenida en cuenta.

Esto lo venimos advirtiendo y detectando mucha gente desde hace algunos años, y sin embargo el PP (que se autoproclama como el partido de los más capaces, de los más formados y de los más listos) es ahora cuando se empieza a dar cuenta de que la crisis es europea y que se escapa de las fronteras peninsulares.

¿Ahora se dan cuenta? ¿A pocos días de las elecciones?

¿Ahora se da cuenta Rajoy de que esta crisis no deriva directamente de la gestión del Gobierno?

¿Es lo más conveniente para nuestro país, en esta encrucijada, dar el gobierno a un señor que ahora es cuando empieza a darse cuenta de qué va el asunto?

Ojalá nos salgan bien las cosas. Mucha suerte a España y mucha suerte a Europa.

Social Share Counters

Los cuentos chinos y la esquizofrenia

Artículo publicado en elplural.com
Enlace: http://www.elplural.com/tribuna-libre/los-cuentos-chinos-y-la-esquizofrenia/

Los seres humanos tenemos una natural tendencia a la fantasía. Esta predisposición es muy sana, y ejercitarla resulta recomendable para mantener una buena salud mental y evadirnos, de vez en cuando, de los aspectos sórdidos de la realidad. Sin embargo, cuando la fantasía supera el umbral en el cual no sabemos distinguirla de la realidad, nos encontramos ante una situación realmente dramática y peligrosa, que se podría diagnosticar como una patología psíquica importante.

En este sentido, la gente puede asumir como real un montón de mitos, habladurías y chorradas que no tienen en absoluto ninguna relación con la realidad. Y si alguien cree que falto a la verdad o que hablo demagógicamente, les recuerdo el mito del perrito Ricky Martin y su lujuriosa ama en el programa de Isabel Gemio, o el falso rumor sobre la Oreja de van Gogh y su arenga proetarra en TVE, o la actual patraña de iluminados o ignorantes sobre que los chinos no pagan impuestos.

Pues bien, este ejercicio de creer cosas irreales suele tener, en muchos casos, un mismo origen: la intención de unos cuantos listos en aprovecharse de la ignorancia (y la tendencia a la fantasía al mismo tiempo) de otras personas en beneficio propio; sea desprestigiando un producto para que el de la competencia salga favorecido, sea vendiendo parcelas en el cielo, o haciendo circular falsos rumores sobre la política.

Los del PP y sus medios afines, han conseguido inocular el mito, en ciertos grupos de la población, de que el PP gestiona lo económico mucho mejor que los socialistas y que están hechos de otra pasta. Con esto no quiero hacer como ellos y decir que los socialistas están tocados por un don divino (al contrario, creo que se han equivocado y mucho), pero esto del que el PP gestiona mejor no es más que un cuento chino.

Para muestra unos cuantos botones: podemos hablar del fiasco y despropósito (por no tildar de gestión condenable) del aeropuerto de Castellón donde nos hemos gastado millones de euros para engordar las carteras de ciertas empresas y mantener un aeródromo sin aviones. O podemos hablar de sueldos desproporcionados en todas las administraciones que gestiona el PP, o si quieren podemos hablar de que el PP ha triplicado en Extremadura el número de familiares contratados a dedo, y así podríamos seguir con mil casos más que no sólo no caben en este artículo sino en toda la edición de hoy de este periódico.

Insisto, no quiero entrar en un discurso maniqueo de que unos son buenos buenísimos, y los otros malos malísimos por naturaleza, pero esto de que el PP gestiona mejor es una rotunda mentira, una mentira puede que intencionada, ignorante o quizás esquizofrénica.

Cuándo la esquizofrenia es personal se puede tratar con terapia y medicamentos ¿Qué hacemos cuando es social?

Social Share Counters

Sicarios de la mala baba (sobre Botella, Aguirre y otras perlas)

Artículo publicado en elplural.com
Enlace: http://www.elplural.com/tribuna-libre/sicarios-de-la-mala-baba/

Debería contemplarse en la legislación como gran delito el que una persona incite el enfrentamiento entre ciudadanos para beneficio propio, sobre todo, esto es grave si quien actúa de forma tan vil y vomitiva es un político o un líder social. Pues bien, si tal legislación existiese, Ana Botella, Esperanza Aguirre o Juan Rosell (entre otros sicarios de la mala baba) estarían en la cárcel o cumpliendo un programa de reinserción social con servicios a la comunidad. Y esto sólo por sus declaraciones de hoy…
El señor Juan Rosell (que en su acepción no oficial tiene poco de ello) ha pedido nuevos puteos a los funcionarios porque tienen trabajo para toda la vida. Esta es una declaración indecente, porque se aprovecha, en estos tiempos de dificultades para muchas familias, de la natural envidia que puede circunstancialmente sentir una persona que está sin trabajo con respecto a otra que lo tiene. Con el enfrentamiento social entre trabajadores lo que se consigue es menos cohesión y sobre todo vía libre para los intereses de estos indeseables.

Existen contratos para toda la vida (y no sólo en el sector público) porque durante toda la vida la sociedad necesita policías, bomberas, médicas, maestros, enfermeros, profesoras, barrenderos, etc. Y lo que deberíamos perseguir de una puñetera vez es igualar a los trabajadores por arriba y no por abajo (¡carajo!), y asegurar el pan para toda su vida a todo aquel ciudadano que cumple con sus quehaceres honestamente. Además, precisamente en momentos de crisis como este, quien más tiene que aportar a la sociedad son aquellos que más recursos disponen, y no al contrario. De este modo los trabajadores no debemos caer en esta trampa carroñera de quien su avaricia lo ha corrompido como ser humano.

Otra perla digna de mención ha sido la de Ana Botella quien ha arremetido torticeramente contra los maestros y profesores, diciendo que trabajan muchas menos horas que cualquier funcionario del Ayuntamiento de Madrid. Esto lo hace siguiendo la estela de la carta con faltas de ortografía y errores de discurso de Esperanza Aguirre a los maestros (que a estas horas ya le habrá sido devuelta y corregida). Este es otro ejemplo del mismo delito moral que ha cometido el desvergonzado patrón.

Aunque Botella y Aguirre supongo que lo saben, hay que decirlo para que quede claro: los profesores trabajan objetivamente muchísimas más horas que las estipuladas en cualquier convenio.

A las horas de clase, hay que sumarles las de preparación de las mismas, las de tutorías con padres y estudiantes, las de formación continua, las de guardia, las de innovación, las de investigación, las de gestión y las de actividades complementarias. Al final, resulta que cualquier profesor está trabajando de media unas 47 horas semanales (y no sólo en su centro de trabajo), y no se quejan porque la mayor parte del colectivo es vocacional y lo hacen por el amor a la sociedad, por el convencimiento de que día a día podemos construir un mundo mejor, y porque entienden que es vital el legado de la cultura y la sensibilidad a las generaciones venideras.

Resulta que por cada hora de clase que un profesor de cualquier colegio o instituto imparte, tiene detrás al menos tres horas más. Es lógico, un futbolista puede jugar un partido de 90 minutos, pero para jugarlo necesita un entrenamiento de meses o años. O un actor puede aparecer en pantalla 50 minutos, pero el rodaje se ha alargado durante un largo período. O un médico, puede realizar una operación en 45 minutos, y ahí ni empieza ni termina su trabajo. Según el argumento de Ana Botella el diagnóstico, el seguimiento, el entrenamiento y la formación necesaria para realizar una tarea no computan a efectos de horas trabajo. ¡Qué insensatez! ¡Qué deshonestidad!

Lo que sí tenemos claro atendiendo a la vida y obra de la señora Botella es que ella sí que tiene muy poquitas horas de trabajo a sus espaldas. Hoy, sin ir más lejos, sólo ha trabajado minuto y medio, que es el tiempo que se tarda en decir tal idiotez sobre los maestros. Que haya tenido que invertir más tiempo para esta declaración es aún peor. Por tales motivos: Botella dimisión.

Alfonso Cortés González es profesor de Comunicación y Sociedad y Comunicación de las Administraciones Públicas en la Universidad de Málaga.

Social Share Counters

el pepino y la salchicha

Artículo publicado en elplural.com
Enlace:  http://www.elplural.com/tribuna-libre/el-pepino-espanol-y-la-salchicha-alemana/

Desde que el pasado 26 de mayo, ciertas instituciones alemanas culparan al pepino español de ser el portador de la bacteria E.Coli, responsable de la muerte entonces de ocho personas, la industria agrícola de nuestro país (una de las más importantes de las que tenemos y mantenemos) no ha hecho otra cosa que acumular pérdidas. Como suele pasar frecuentemente, los rompedores de platos, aquellos que se equivocan, no quieren reconocer sus fallos, y mucho menos asumir responsabilidades al respecto.

Esto entra dentro de lo previsible, incluso es previsible que desde Alemania señalen a otros con el dedo, y que para escaquearse del obligado pago e indemnización por daños y perjuicios, se quiera cargar a las arcas de la Unión Europea la factura de su temeridad dialéctica. Es lo que cabe esperar de estos seres humanos. Pero también, en consecuencia, lo que cabe esperar es que el Gobierno de España y los empresarios afectados lleven a Alemania a los juzgados para recuperar el prestigio y el trabajo diario robado, y que tales juzgados les den la razón.

Más que previsiblemente, un juez daría la razón a nuestros agricultores y a nuestro Gobierno, porque lo que está haciendo Alemania es lo mismo que dar un golpe con el coche, y tratar de darse a la fuga ante los ojos de cientos de testigos. Cuando tenemos un accidente de circulación, y la culpa es nuestra (aunque lo hayamos hecho sin querer, y esto es importante), la persona a la que hemos abollado el coche entero, tiene la certeza de que nuestro seguro le va a reparar todo su vehículo, y no sólo el retrovisor.

En este sentido, no se acoge a derecho ni a la razón que sólo se quiera compensar a la industria española con una indemnización que solamente cubre la mitad de las pérdidas ocasionadas por el atropello alemán. Tampoco tiene sentido que la Unión Europea (es decir entre todos los estados) paguemos esta indemnización, ya que eso es lo mismo (trasladando de nuevo nuestro ejemplo al accidente circulatorio), que la reparación del coche afectado, aun teniendo localizado claramente al culpable, la costee el consorcio de seguros en lugar de la compañía contratada por quien ha sido responsable del accidente.

En consecuencia, lo que todavía tiene menos sentido, es la declaración de hoy de Diego López Garrido, Secretario de Estado para la UE, manifestando (y contradiciendo a la ministra de Agricultura Rosa Aguilar) que no se debe iniciar un proceso judicial contra Alemania porque somos países amigos. Un amigo que te choca con el coche y se comporta así, no es un amigo.

Por tanto, cierro con una pregunta al señor secretario de Estado: ¿es acaso usted, siendo miembro del Gobierno de España, más amigo de la salchicha alemana que del pepino español? ¿O quizás no sabe lo importante que es un pepino fuerte y robusto para nuestra salud económica? Y pido disculpas a los lectores y al señor secretario de Estado por este recurso, probablemente tan apolillado y facilón, pero es que no entiendo por qué tenemos que renunciar a nuestro derecho a ser resarcidos.

Alfonso Cortés González es profesor de Comunicación de las Administraciones Públicas y de Comunicación y Sociedad en la Universidad de Málaga

Social Share Counters

el poder invisible

Artículo publicado en elplural.com
Enlace: http://www.elplural.com/opinion/detail.php?id=57199

Al igual que una serie de cambios sociales, políticos y económicos desembocaron en el colapso y caída del Antiguo Régimen en 1789, actualmente estamos en el comienzo de un orden distinto, en el que principios políticos fundamentales como el de soberanía popular o el de competencias del Estado-nación, empiezan a ser inservibles en el mundo actual. Esto, en mi opinión, es el comienzo de una nueva era.

Tradicionalmente el poder (en todas su manifestaciones) ha tenido la necesidad de hacerse ver, de hacer ostentación de su posición de fuerza. En este sentido, vemos como los estados han hecho (y hacen) alarde de su potencia militar (en desfiles y otros actos) y de su omnipresencia a través de monedas, sellos y comunicación institucional. Las empresas han hecho lo propio construyendo rascacielos o saturando la televisión con sus mensajes publicitarios. Sin embargo, el gran poder actual, ese que pone de rodillas a los estados y a las personas, se nos torna difuso y se invisiviliza para poder ejercer su dominio. Esto marca un hito en la historia de la civilización, con visos de que se nos avecina una nueva forma de sociedad.

Para argumentar esta postura, pongamos el caso de Portugal (por reciente, pero es extrapolable a todos los países desarrollados). El poder invisible (a través de sus colaboradores más o menos evidentes) sugiere a nuestro vecino del oeste que lleve a cabo una serie de reformas económicas y sociales, ante lo cual, su primer ministro accede a materializar. Las reglas del juego actuales “obligan” a tramitar estas decisiones a través del parlamento del Estado-nación, para que en representación de la soberanía popular, acepte o no la propuesta. En estas reglas que se han quedado antiguas, las decisiones del parlamento de tal estado, deben ser respetadas (con sus aciertos y errores) por el resto de poderes, sean públicos, privados, nacionales o internaciones. Y esto es, la soberanía nacional.

A pesar de que el parlamento portugués ha desaprobado el paquete de medidas de José Sócrates (que se ha visto obligado a dimitir), el poder invisible sabe que al final Portugal deberá hacer lo que se le pide, sea por las buenas o por las malas. Se convocarán elecciones y habrá una nueva presidencia, que si no hace “lo que debe”, el país será intervenido.

¿Entonces para qué sirven los estados y el poder político como representantes de la soberanía popular en este escenario? Pues para poner cara (y llevarse las tortas) a las decisiones e intereses del poder real, y no para salvar la cara de los ciudadanos. Puede que muchos políticos no se sientan cómodos con esta situación, pero en este nuevo tablero de juego (delimitado básicamente por el desdibujamiento de las fronteras, la globalización de los intereses financieros y la complejidad social) les es imposible, atendiendo a las actuales estructuras, servir de contrapeso a estos nuevos poderes especulativos. Servir de contrapeso es una de las funciones para lo que en principio y en teoría (muy grosso modo) estaba diseñado el poder político desde la Revolución Francesa.

Con esta reflexión no quiero mostrar un pesimismo derrotista, sino todo lo contrario. Considero que se han abierto nuevas oportunidades, precisamente por ser un mundo en ebullición y cambio, para buscar nuevas formas de representar y defender los intereses de la sociedad civil.

Para ello, nos toca ahora a la ciudadanía (y por supuesto también necesitamos enormemente a los Políticos con mayúsculas) el implicarnos y fomentar la creación de los nuevos poderes cívicos del siglo XXI, porque las actuales estructuras parecen estar agotadas y no servir para lo que se crearon. Por su parte, el poder especulador ha completado, más o menos, su revolución de cara a los nuevos tiempos.

En consecuencia, creo que no son asumibles las posturas de muchos políticos (incluidas las declaraciones de Rajoy de esta semana) que defienden que hay que hacer esto que pide el poder especulativo, porque es mejor que lo hagan ellos mismos a que lo hagan los otros. ¿Por qué es mejor que las reformas las hagan Reino Unido, España o Portugal, aparentemente de motu propio cuando lo que queremos la gente es que no se hagan? Que lo expliquen.

Parece ser que este tipo de políticos no se dan cuenta de que lo que necesitamos como sociedad madura, es que se respeten nuestras decisiones (y que nuestros representantes las defiendan) y no que nos carguen con responsabilidades que no nos corresponden. ¿O es que quizás este tipo de políticos no nos consideran realmente ciudadanos mayores de edad?

Por tanto, está claro que necesitamos cambiar, pero hay que cambiar las estructuras y las formas de representación, así como reactivar (fundamentalmente) nuestro propio compromiso con nuestra propia realidad. ¿Acaso el cambio que necesita España es que gobierne Rajoy para profundizar en las exigencias de estos poderes invisibles? No nos engañemos, eso sería no sólo peor de lo mismo, sino hacerle el juego a esos poderes que no se ven a la luz del día.

Alfonso Cortés González es profesor de Comunicación y Sociedad en la Universidad de Málaga

Social Share Counters

golpes a la Democracia

Artículo publicado en elplural.com
Enlace: http://www.elplural.com/opinion/detail.php?id=56109

Aunque pueda parecerlo por el título de este artículo, en realidad no tengo ninguna intención de hablar del 23-F ni de establecer ningún tipo de paralelismo de la efeméride golpista con la actualidad. Lo que quiero inspirar es que la Democracia es algo que hay que cuidar y fomentar día a día, y qué más allá de propiciarle estos cuidados, lo que estamos haciendo con Ella (sin darnos cuenta, quizás) es golpearla desde distintos frentes. Estos frentes son, resumiendo, los siguientes:

El frente del individualismo, derivado de que no somos capaces de reconocer nuestros intereses de grupo (tiene mucho que ver el consumismo y sus resortes comunicativos), repercute en que cada vez más gente identifica como propios los intereses ajenos (por ejemplo, un profesor que confunde sus intereses con los de una petrolera). Fruto de esta distorsión, hemos perdido la conciencia de que realmente el desarrollo de la humanidad, se ha basado siempre en la cooperación y en el intercambio de conocimientos y experiencias entre las personas, y no en el sálvese quien pueda (o cada cual a lo suyo). Todo lo bueno que hemos construido los seres humanos (lo que realmente nos llena y nos llega adentro), ha necesitado y necesita (continuamente) el modesto granito de compromiso particular de cada uno de nosotros.

El frente del mercado, derivado del error de nuestros sistemas político-económicos de haber desarrollado en exceso el Mercado como centro y lógica de todo. Si la humanidad siempre hubiese tenido como referente la lógica especulativa actual, no se hubiese pisado la luna, no se hubiesen desarrollado las artes, y quizás ni siquiera existiría la civilización. El mercado es útil (no se puede negar), así como lo es por ejemplo el hígado para el cuerpo; pero un mercado hipertrofiado es igual de peligroso para el cuerpo social, que un hígado afectado por hepatitis para el cuerpo biológico, porque invade espacios de otros órganos vitales.

El frente de los partidos, es muy complejo, y va desde el atrincheramiento en las posturas políticas, hasta la benevolencia con la corrupción propia. Es evidente que donde existe una asociación de personas, existe el corrupto, pero es necesario que los partidos, como organizaciones que son, cierren el paso a los piratas, y sean capaces de dialogar y construir sociedad cooperativamente (dando ejemplo).

Por último, el frente de la inacción y desafección ciudadana (es el más importante porque es el resultado final de los anteriores, y cierra el círculo) hace que la gente no se implique políticamente, lo que en realidad tiene repercusiones políticas muy profundas, aunque suene contradictorio. Esto se traduce en que los espacios que dejamos las personas en el ámbito público, inevitablemente los ocupan otros actores (e intereses particulares), ya que el sistema social es incompatible con los vacíos.

Quienes se apropian de estos espacios sueltos que vamos desocupando, velarán y lucharán (lógica e incluso a veces legítimamente) por sus intereses y no por los nuestros. No se trata de ocupar la calle banalmente (como sugería el demagogo de González Pons) para pedir un sistema parlamentario que ya tenemos, sino de ocupar concienzudamente los espacios y responsabilidades que tenemos reconocidos por ley.

Lo más grave de todo es que de este modo y sin darnos cuenta, somos cómplices necesarios de esta realidad que permitimos y abominamos al mismo tiempo.

Alfonso Cortés González es profesor de Comunicación y Sociedad en la Universidad de Málaga

Social Share Counters

Apóstoles de la injusticia y mentiras sobre la crisis

Artículo publicado en elplural.com
Enlace: http://www.elplural.com/opinion/detail.php?id=54646

Es realmente preocupante como deforman la realidad y mienten las voces que, al servicio de los poderes financiero-especulativos, influyen en la opinión pública. No es nada nuevo que la manera en la que se muestran los datos y se narra la supuesta realidad, influye en la forma en que las personas vemos el mundo. De este modo, gracias a los comentarios de reputados expertos en determinadas tertulias, una persona que no ha estudiado economía en su vida, cree tener una opinión coherente por el simple hecho de repetir el argumento del sicario dialéctico de turno, con quién simpatiza.

Y de este proceder, muchas veces poco crítico, de consumir medios que tenemos las personas, se aprovechan las estrategias ruines de quienes quieren desmontar el Estado del Bienestar y arrebatarnos derechos legítimos como la negociación colectiva. Quieren ir en esta dirección no sólo para mantener su poder, sino para poder seguir impunemente aumentando su riqueza a base de especulación financiera, sin valor añadido ni producción real detrás. Es decir, una engañifa.

Para que no parezca que estoy hablando como el que da un sermón, vamos a poner nombres. Por ejemplo, el economista Pedro Schwartz, se dedica a aparecer en tertulias televisivas y radiofónicas (ayer lo hizo en 59 segundos de TVE), argumentando con aparente credibilidad que para salir de la crisis lo que debemos hacer es eliminar los convenios colectivos y el salario mínimo para ser más competitivos y aumentar el empleo. Este mensajero del lado oscuro lleva razón en que de este modo los números pueden cuadrar, pero calla intencionadamente sobre las repercusiones en la población del modelo que él mismo propone.

No dice que sin convenios colectivos y sin salario mínimo, las condiciones de vida de la mayor parte de los ciudadanos será lamentable, con unos sueldos que no llegarían ni para comer y con una vuelta al modelo laboral del siglo XIX. Este señor, que además de culto es prestigioso (cosa que agrava la orientación de sus opiniones), ni siquiera por honestidad pone sobre la mesa la cuestión de que en realidad (conforme al propio modelo occidental), son los Estados quienes sin inmiscuirse, deben regular las reglas de juego de los mercados y no al contrario, que es lo que está sucediendo. Y esto es así porque el poder político es el que, atendiendo a la filosofía actual, goza del mayor grado de legitimidad, ya que emana de la voluntad popular directa.

Existen propuestas para enfrentarnos a esta crisis especulativa que nos atormenta desde hace unos años. La primera sería una reforma fiscal seria y valiente, que consiguiese emerger la economía sumergida a la legalidad, que es en mi opinión, el mayor problema estructural de la economía de nuestro país. Y eso de todo en dinero blanco, no es sólo una cuestión del modelo nórdico, sino de los propios EE.UU. que son el paradigma del liberalismo. En América del Norte las inspecciones de hacienda son implacables, y quien defrauda un solo dólar, la paga. Aquí no. En España hay gente que cobra el paro y hace chapuzas, hay profesionales liberales que no emiten todas las facturas que deberían, hay clientes que quieren pagar bajo cuerda para ahorrarse el IVA, y un montón de cosas más que todos sabemos.

La manera de hacer esta reforma es sencilla, sólo necesitamos voluntad política para copiar los controles fiscales que existen de los Pirineos para arriba, donde un chaval de 15 que para ganarse una paguilla reparte periódicos una vez a la semana, está dado de alta. Donde se desgrava parte de los gastos familiares en multitud de conceptos y donde hay inspectores de trabajo y de hacienda suficientes. Y no es una cuestión cultural esto de la economía sumergida latina, sino estructural: ya he comentado en alguna ocasión como empresarios nórdicos, declaran todas sus operaciones en Suecia, pero sólo algunas en España. Y siempre me dicen lo mismo “es que en Suecia no puedo hacerlo, me pillan”.

Con la cantidad de millones de euros que saldrían a la superficie económica con una reforma fiscal como la mencionada, haríamos maravillas. No significa que saliésemos automáticamente de la crisis, pero sí que podríamos afrontarla con mayores posibilidades de éxito, y sobre todo sin tener que seguir fastidiando a los grupos sociales más vulnerables: trabajadores, estudiantes y pensionistas.

Otra cosa que se debería hacer, para paliar otro problema fundamental de la crisis (la forma en la que se creó el Euro), es propiciar que exista un Banco Europeo que pueda comprar deuda pública (como en EE.UU.) y que otros países sigan el ejemplo de Japón en comprar deuda europea (ya que no podemos emplear la tampoco muy feliz carta-recurso de la devaluación). Aún estamos a tiempo de enmendar el mayor error del Tratado de Maastricht, que fue confiar en el dogma neoliberal que obliga unos índices determinados de deuda pública, sin mirar las balanzas de pago y la deuda privada, creyendo el falso argumento de la derecha de que el mercado se regula bien solo, y que la gestión privada siempre es genial frente a la penosa gestión pública.

Por tanto, la reforma fiscal que comentaba antes, y esta reforma monetaria europea son las dos más importantes a realizar (por encima de la reforma de las pensiones o del mercado laboral) si realmente queremos salir de la crisis y amortiguar posibles futuras.

Y es que todo esto de la crisis, cuando uno se para a pensar detenidamente y a estudiar la cuestión, se da cuenta de que es el mundo al revés. Una estupidez sin más sentido que seguir avanzando en la senda de la desigualdad y la injusticia. Esta senda, desgraciadamente, tiene muchos apóstoles de la razón torcida.

Alfonso Cortés González es profesor de Comunicación y Sociedad en la Universidad de Málaga

Social Share Counters

Privatización de la Lotería II

Artículo publicado en elplural.com.
Enlace: http://www.elplural.com/opinion/detail.php?id=54063

A principios de mes, tras el anuncio del Gobierno de su intención de privatizar el 30% de las Loterías, se publicó en este diario mi opinión al respecto. Sin embargo, a tenor de algunos correos que me escribieron lectores de ELPLURAL.COM, creo que de alguna forma, mi postura no quedó del todo clara o se percibió como tibia. Como mi intención es mojarme en todos los asuntos sobre los que opino, y hoy el tema está en la agenda, quiero enmendar esa tibieza que proyecté sin querer.

El 3 de diciembre califiqué la operación como “pan para hoy y hambre para mañana”. No entendía que se quisiese privatizar una empresa rentabilísima que no daba más que beneficios a las arcas del Estado, y terminaba mi reflexión pidiendo al gobierno que “muestren las cuentas claras de esta operación, no vaya a ser que a quien le toque realmente la lotería sea al empresario que se haga con el negocio de la Primitiva, las Quinielas y el sorteo de Navidad”. A mi entender la postura no era indiferente, pero como los lectores son quienes realmente deciden la naturaleza de los textos, por respeto a ellos, escribo hoy mi columna respondiendo a sus observaciones.

Aún a día de hoy no he salido del asombro que me produjo el anuncio de Zapatero sobre la privatización de las Loterías, y no sólo estoy asombrado, sino que sigo sin entenderla y sin compartirla. Es más, como el Estado somos todos, las empresas y agencias estatales son también de todos. Por tanto, si alguien decide vender algo del Estado, no se debería hacer sin el consentimiento de los ciudadanos españoles. Del mismo modo que si se quiere vender o ceder un espacio de nuestro bloque de viviendas, esto no puede ser decisión personal del presidente de la comunidad de propietarios.

En este caso, a diferencia del ejemplo de la comunidad de vecinos, la decisión del presidente del Gobierno es perfectamente legal, pero creo que no es moral (empleando el término moral en su acepción filosófica clásica y no en la religiosa actual). Este es un eterno debate en las Ciencias Políticas y el Derecho: la vinculación de lo legal con lo moral, y la discusión de si todo lo inmoral es ilegal, o si hay legalidades inmorales.

Por ello, aunque sea legítimo y legal que un presidente pueda decidir él solo sobre si se vende o no una propiedad pública, creo que antes de hacerlo se debería aprobar una nueva ley que permita a los ciudadanos tener la última palabra al respecto, en nuestra calidad de propietarios. Con la actual legislación, si algún día es presidente de Gobierno algún malvado de comic, del tipo grandes magnates antisistema (como en Batman o en 007), podría poner en venta todo el aparato del Estado para que lo compren sus contactos empresariales, y destruir el país. Esto, aunque no dejaría de ser legal, se puede definir sin ningún complejo como un robo y un atentado brutal contra lo más profundo de la vida en sociedad.

Las leyes, que casi siempre son reactivas y no proactivas, siempre van un pasito por detrás de la sociedad, queriendo dar soluciones a los problemas y situaciones que se van presentando en cada momento. Por ejemplo, primero nació la televisión, y hasta años después no hubo leyes (en continua y necesaria evolución, por cierto) sobre el audiovisual y la publicidad. Ahora, tenemos un escenario nuevo de crisis económica, en el que puede resultar una gran tentación para los políticos el poder privatizar fácilmente. Por consiguiente, antes de privatizar a lo loco, estudiemos las situación proactivamente y desarrollemos una nueva legislación sobre cómo se privatiza lo público en esta nueva coyuntura, dando la última palabra a los propietarios y beneficiarios reales de todo lo público, es decir, a la ciudadanía.

Lo que está más claro que el agua es que con un sistema de Loterías público, como el que tenemos, no sólo los beneficios van para los ganadores, sino que quienes no han ganado nada, e incluso quienes no han jugado, se aprovechan de la lotería, ya que lo que no se reparte en premios se utiliza para hacer carreteras, colegios y hospitales. La idea se podría resumir en que con un sistema público de loterías ganamos todos, y con una Lotería privatizada sólo ganan unos cuantos. Esto de socialista no tiene nada, por ello mi asombro que indicaba líneas más arriba, del que no me he repuesto todavía.

No quiero cerrar mi reflexión de hoy sin desearos a todos una buena entrada de año, y que 2011 no sea tan amargo como este 2010 que estamos a punto de dejar a nuestras espaldas. España, a pesar de esta crisis, es un país con mucho potencial. No tiremos la toalla. Disfrutad todo lo que podáis y nos vemos en enero.

Alfonso Cortés González es profesor de Comunicación y Sociedad en la Universidad de Málaga

Social Share Counters

Privatización de la Lotería

Artículo publicado en elplural.com
Enlace: http://www.elplural.com/opinion/detail.php?id=53412

La operación de privatizar las Loterías y Apuestas del Estado (LAE) debe ser debatida y tratada detenidamente con gran honestidad y amplitud de miras, teniendo siempre en cuenta el beneficio social. Hay que evitar que esta venta sea, como explica muy gráficamente el célebre refrán de nuestra cultura popular: pan para hoy y hambre para mañana.

Cuando escuché la noticia, lo primero que pensé fue: ¿por qué el Estado quiere vender una de las empresas más rentables que tenemos los españoles? Entendemos que el Estado es una institución que teóricamente nos representa a todos y que trabaja para la consolidación del bien común. La lotería es un negocio muy limpio y rentable que reporta millones de euros al año al Estado, y dicho montante (una vez deducida la parte para la ONLAE) se destina a educación, a sanidad, a transportes, a políticas activas de empleo, es decir, a todo lo que requiere financiación pública.

De este modo, parece tan descabellado vender las LAE (o parte de ella, pero abriendo por tanto la veda en este sentido), como que una familia vendiese un paquete de acciones en una empresa, que le da buenos dividendos al año, para pagar la pintura con la que se taparán las manchas de humedad, que han provocado las repentinas lluvias de esta semana.

Lo que tenemos que tener clarísimo como país (al igual que lo hacemos en nuestras casas), es que no debemos perder ni un solo euro al año de beneficios derivados del juego. Porque aunque ahora necesitemos ese bote de pintura (léase reducir el déficit), mañana volverá a hacer sol y nos habremos olvidado de la mancha de humedad, y los beneficios de las acciones que vendimos (léase de la lotería) serían muy útiles para pagar el coche o el dentista del niño (léase los servicios públicos).

Otro asunto es una vez privatizadas las LAE, los impuestos sobre los premios, y el IVA sobre el precio de las apuestas, nos diese al país mayores beneficios económicos que siendo una empresa pública. Pero ojo, mientras que en un sistema privado de loterías, el beneficio para la sociedad se sustenta en los impuestos (los cuales a largo plazo se podrían incluso perder, como ha ocurrido con el de sucesiones o patrimonio), en un sistema público de loterías siempre estaríamos asegurando unos ingresos estables.

Por tanto, el Gobierno debe exponernos honesta y detalladamente su plan, e independientemente del beneficio inmediato para las arcas del Estado que reportaría la venta de las LAE, debe demostrar y asegurar que ganaremos más todos con esta operación. Si esto no es verídicamente demostrable, es mejor no tocar las LAE.

Por favor señores del Gobierno, muestren las cuentas claras de esta operación, no vaya a ser que a quien le toque realmente la lotería sea al empresario que se haga con el negocio de la Primitiva, las Quinielas y el sorteo de Navidad, porque empresa más rentable, fácil e intemporal que esta, no hay ninguna.

Alfonso Cortés González es profesor de Comunicación y Sociedad en la Universidad de Málaga

www.alfonsocortes.com

Social Share Counters