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demagogia

La herencia del PP

Artículo publicado en elplural.com
Enlace: http://www.elplural.com/2012/12/07/la-herencia-del-pp/

Desde hace ya un año, el argumentario propagandístico del PP para justificar todos los despropósitos y canalladas que hacen, consiste en culpar a la herencia socialista. Esto, es una gran tomadura de pelo y un insulto a la sensatez. Siempre que hablan de herencia, en lo que pienso realmente es en qué país heredaremos de estos años torpes, integristas e interesados que nos quedan de Partido Popular.

Hablan de herencia socialista para referirse al paro, cuando el desempleo no ha hecho otra cosa que subir desde que ellos gobiernan, y hablan de herencia socialista para referirse al déficit, cuando el Gobierno no consigue controlarlo. Y ahí dejan de hablar. Si realmente estas dos cuestiones fuesen una herencia del PSOE, ellos en un año ya hubiesen empezado a revertir tal situación, cuyo reflejo claro sería que el paro bajase en lugar de seguir subiendo.

E insisto, dejan de hablar ahí, porque si siguen hablando de herencias, tendríamos que meternos en los legados reales de un partido y otro. Como herencias del PSOE reciente tenemos la dependencia (tocada de muerte por este Gobierno) o la igualdad en el matrimonio, como en tiempos pasados lo fueron universalización de la educación o la sanidad.

Sin embargo, la herencia que el PP nos dejará, más que una herencia es un crimen contra sociedad española, ya que cuando se marchen, nos dejaran un país donde la sanidad o la educación de calidad habrá que pagarla, y muy cara, por lo que gran parte de la clase media no tendrá acceso a estos servicios básicos y fundamentales.

Dejarán también un país, cuyo control del imaginario colectivo lo tutelará la Iglesia Católica de Rouco Varela. Un país donde la clase media no podrá tampoco acercarse a un Tribunal de Justicia para reivindicar sus derechos laborales o educativos, porque por un lado se está quedando sin derechos, y por otro, para defender los que le queden, con los tasazos de Gallardón, no tendrá dinero para pagar esta justicia de élites.

Si hacemos por tanto un análisis serio y riguroso de la historia, alejado de la pasión con la que se vive la actualidad, podemos resumir que las herencias de la izquierda suelen ser profundizar en el acceso de la clase media y trabajadora a los cuatro pilares fundamentales de la democracia, que son la educación, la sanidad, la justicia y la igualdad, mientras que la derecha, se ocupa de privatizar esos derechos públicos conquistados por la izquierda para hacer caja y que las élites obtengan pingües beneficios. Y esto no sólo en España, ocurre en todos los países. Suecia, por ejemplo, tiene un Estado de Bienestar potente porque han tenido gobiernos socialdemócratas durante más de 70 años. No existe ningún país en el mundo en el que décadas de gobiernos de derechas hayan legado un Estado de Bienestar sólido, ni uno.

Cuanto más tiempo estén gobernando estos del PP, más dolorosa y traumática será la herencia envenenada y putrefacta que nos dejarán. Ahora bien, necesitamos que la oposición se reestructure y presente una propuesta ante el país y ante el entorno internacional y financiero que sea pragmática pero idealista, justa aunque valiente y comprometida a la vez que concreta. ¿Será el PSOE capaz de asumir este reto?

Alfonso Cortés González es vicedecano de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Málaga y profesor de Comunicación de las Instituciones Públicas www.alfonsocortes.com

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El PP es un problema de España

http://www.koinovacance.org/blog/?m=200803

http://www.koinovacance.org/blog/?m=200803

Artículo publicado en elplural.com
Enlace: http://www.elplural.com/opinion/detail.php?id=43535

Ayer por la mañana, Elena Valenciano, la secretaria de Política Internacional y Cooperación del PSOE, tuvo un pequeño desliz en el debate que mantuvo con Esteban González Pons, en la SER, cuando dijo que “el PP es el problema de España”. Pons quiso aprovechar, de forma victimista, este lapsus linguae, pero Valenciano rápidamente corrigió y prosiguió el debate en torno a la crisis económica, y la anécdota quedó en nada. Por supuesto que es exagerado afirmar que el PP es el problema de España, pero no es nada descabellado sustituir el artículo determinado por uno indeterminado, para sostener que el PP es un problema de España. Entre otros, más o menos graves, pero problema al fin y al cabo.

El PP es un problema porque extralimita su misión de partido opositor, para adentrarse en el trabajo de un partido boicoteador, que se niega a arrimar el hombro contra esta crisis, de la que parece estar aliado. Todo esto lo hace para poder ganar las elecciones, perjudicando a miles de españoles que están sufriendo esta situación. Ellos saben que cuanto peor vayan las cosas en nuestro país, mejor para sus estimaciones de voto, porque cada vez está más claro que Rajoy no es alternativa a nada, salvo a la desesperación más extrema.

El PP es un problema porque es capaz de mancillar y perjudicar la imagen de España en el extranjero, lo que trae consigo el miedo de los inversores y de los capitales, sabiendo que no hay nada más cobarde que el dinero.

El PP es un problema porque no contribuye a la cohesión territorial de nuestro país, fomentando notables desigualdades entre comunidades autónomas, cuando torpedean la ley de dependencia, y cuando se niegan a la distribución de ordenadores entre escolares, por poner dos ejemplos.

El PP es un problema porque en lugar de luchar contra su corrupción, hace como ciertas confesiones religiosas: premia, encubre y apoya a sus corruptos.

Es asombroso e incluso cómico, cuando no paranoide, que el Partido Popular (el de la conspiración del 11-M) hable de teoría de la conspiración cuando sencillamente describimos su actitud miserable contra los intereses de los españoles. De conspiración contra los de Rajoy nada hay, simplemente tenemos que repasar los discursos y las acciones públicas y notorias del PP, para comprobar cómo son.

También es cierto que por ser como es este PP, hace que el PSOE tenga un problema al sentirse cómodo con la situación descrita, ya que es beneficioso para los socialistas esta actitud pepera a la hora de movilizar el voto útil contra la derecha cavernaria, y se crea por tanto, este círculo vicioso en el que parece que estamos atrapados. En medio este berenjenal, el PP pide elecciones anticipadas, ya que corren el riesgo de que más adelante vayan las cosas mejor (que seguramente irán), y la ilusión transitoria de Rajoy de habitar La Moncloa se disipe para siempre. La irresponsabilidad del PP es otro problema de España.

En conclusión, aunque no sea el único, y quizás tampoco el más grave, es evidente que el PP es un problema de España que da muchos problemas.

Alfonso Cortés González es profesor de Comunicación Política y Publicidad en la Universidad de Málaga

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La cadena perpetua

Artículo publicado en elplural.com, para leerlo pinche el siguiente enlace:
http://www.elplural.com/opinion/detail.php?id=42711

Pensarán muchos de los lectores que este artículo es una feroz argumentación en rechazo a la cadena perpetua. Y aunque mi opinión al respecto es, efectivamente, de una rotunda oposición a este tipo de castigos, voy a entrar al trapo del PP y vamos a debatir muy breve y tranquilamente sobre la cadena perpetua en España.

Antes de nada, los chicos y chicas del PP no deben saber (igual lo saben, y cabe pues la posibilidad de que sean así de marrulleros) que para implantar la cadena perpetua en nuestra legislación es necesario cambiar la Constitución. En este sentido, les pido a los de Rajoy que no nos tomen el pelo, y que empiecen por tanto a plantear de qué forma y en qué puntos debemos cambiar la Carta Magna. Es decir, deben estar dispuestos a abrir este melón.

La reforma constitucional se puede realizar por dos procedimientos: el ordinario y el agravado. El primero de ellos, está previsto para reformas parciales, y el procedimiento agravado, por su parte, está pensado para reformas totales o bien para reformas parciales en las que se cuestione los Derechos Fundamentales o bien el asunto de la Corona. En ninguno de los dos casos, se puede iniciar la reforma en medio de reacciones emocionales que puedan alterar las decisiones. En este sentido, el tema Rafita (el asesino de Sandra), les impediría emprender el proceso por ser una coyuntura en la que la sociedad está impactada y sensibilizada por sucesos de crónica negra.

Supongo que el PP optaría por la reforma ordinaria y en un período de sosiego emocional, ya que no le interesaría debatir sobre otros aspectos y centrar el debate a ese único punto: explicitar que quieren que las condenas en España estén orientadas al castigo, en lugar de a la reinserción. Pero claro, para hacer esto se necesitan, resumiendo, tres quintos de votos favorables en la Comisión Mixta (Congreso y Senado). Y claro, el PP ni con mayoría absoluta puede tener 3/5 de los diputados. En consecuencia, que no nos cuenten rollos, porque ni aún ganando las elecciones con mayoría absoluta, podrían reformar en este sentido la Constitución. La única manera que tienen para que se pudiese iniciar esta reforma constitucional, sería promoviendo un referéndum, tras el apoyo de 35 diputados y 25 senadores. Así que tengan la honestidad y el valor suficiente para iniciar este camino, si realmente creen en ello, y juéguense, por tanto, su crédito político en esta aventura.

Pero apostaría a que no tienen el coraje de hacerlo. Está claro que el partido de Rajoy simplemente habla del posible debate de la cadena perpetua para ganarse demagógicamente las voluntades de personas que desconocen el sistema político e institucional. Eso es un uso perverso de la comunicación política, sobre todo por parte de un partido con posibilidades de gobernar, que lo que tendría que hacer, por el contrario, es pedagogía social y elevar el conocimiento sobre los asuntos públicos de los ciudadanos. La verdad que es una pena, pero está visto que en nuestro país lo que tenemos de perpetua, es la perpetua derecha. Desde tiempos inmemoriales.

Alfonso Cortés González, Profesor de Comunicación Política y Publicidad en la Universidad de Málaga

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No somos tontos, Esperanza

Artículo publicado en elplural.com. Para leerlo pinche en el siguiente enlace:
http://www.elplural.com/opinion/detail.php?id=42259

No es la primera vez que se lanzan mensajes a la ciudadanía de lo mal que funcionan los servicios públicos, por el hecho de ser públicos, y que si estuviesen en manos privadas funcionarían mejor. Estos discursos falsos suelen venir acompañados de una gestión política que trata de desprestigiar y perjudicar los propios servicios que gestiona. Es un truco muy viejo, que en esta ocasión nos viene de nuevo de la mano de Esperanza Aguirre. La intención es clara: privatizar la gestión de la Ley de Dependencia.

Como informó ayer este diario, la Comunidad de Madrid está a la cola en la aplicación de la Ley de Dependencia. Su presidenta, achaca esta deficiencia a la falta de funcionarios, y al mismo tiempo tiene la desfachatez de afirmar que si se privatiza la gestión del servicio, se solventarían los retrasos. Habría que apuntarle al oído que en Andalucía o en el País Vasco, la Ley se está aplicando satisfactoriamente y no está privatizada. ¿Tiene también Esperanza Aguirre algún familiar o amigo interesado en gestionar estos asuntos? No es una pregunta baladí, teniendo en cuenta sus amistades  gürtelianas  y  tamallazas.

Es oportuno, en este sentido, poner las cosas claras y que la ciudadanía elija, sin contaminación de intereses, qué modelos de gestión le convence más. Cuando un servicio público lo gestiona el Estado (en cualquiera de sus formas, nacional, autonómica o local) no pretende ganar dinero, simplemente prestar el servicio originado de un derecho reconocido y legislado. Sin embargo, cuando este servicio, derivado, no nos olvidemos, de un derecho reconocido oficialmente, lo gestiona una empresa privada, además de prestarlo, quiere necesariamente obtener beneficios por ello. Y todo el mundo lo comprende.

Por tanto, es obvio que si el ejercicio de un derecho (a fin de cuentas recibir el apoyo de la Ley de Dependencia es un derecho) pasa por manos privadas, nos costará más caro que si lo gestiona directamente el Estado, ya que a los gastos fijos habrá que sumarle los beneficios. Otra cosa distinta es que se necesiten diez personas en una administración concreta para hacer el trabajo de cuatro, pero si este fuese el caso de los funcionarios madrileños, eso es responsabilidad directa de Aguirre, que lo que debería hacer es propiciar la productividad y buen funcionamiento del sector público. A no ser que no le interese a la lideresa las condiciones de vida de los madrileños.

Insisto en que desde las Instituciones Públicas no se debe (vemos que poder si se puede) bajo ningún concepto debilitar o perjudicar lo público. Por ello, tenemos que exigir, a todos nuestros representantes políticos, que mejoren las condiciones y prestaciones sociales, que para eso les hemos votado (a no ser que seamos millonarios insensibles que votamos a mala leche), en lugar de aplaudir como ignorantes cuando quieren repartirse el pastel del presupuesto público entre sus amigotes. Esta estrategia, empleada hasta la saciedad por el PP, se confecciona continuamente bajo la excusa de una mejora privatizadora. Si tenemos esto claro, seguro que nos irá mucho mejor.

Alfonso Cortés González, profesor de Comunicación Política y Publicidad en la Universidad de Málaga.

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¿Es el sector público demasiado grande?

Artículo de Vicenç Navarro publicado en elplural.com. Para leerlo pinche aquí.

Las derechas en España – tanto las de orientación conservadora como las de sensibilidad liberal- están pidiendo que se reduzca el empleo público, el cual consideran excesivo. Enfatizan que hay que disminuir el empleo público como medida de austeridad del gasto público para poder salir de la crisis y señalan que la exuberancia del sector público está ahogando a la economía, la cual exige un menor peso del sector público para poder aumentar su eficiencia.

<!–Un indicador del carácter ideológico de tales propuestas es que se presentan constantemente en los medios de información y persuasión liberales (que son la mayoría en el país), a pesar de que los datos, fácilmente accesibles, muestran que el empleo público, en lugar de ser excesivo –como proclaman- es demasiado bajo, siendo éste de los más bajos de la UE-15. Según los informes de la organización internacional del trabajo, OIT, y de la Agencia de recogida de datos de la UE, Eurostat, el porcentaje de población adulta que trabaja en el sector público en España es sólo 9.47%, uno de los porcentajes más bajos de la UE-15.

El promedio de la UE-15 es 16.1% y en Suecia y Dinamarca (dos de los países con mayor eficiencia económica) es 21.12% y 26.24% respectivamente. A pesar de ello, las derechas continúan insistiendo en que el Estado (que incluye el gobierno central, más las CCAA y los municipios) es demasiado obeso y hay que adelgazarlo.

La otra observación que hacen es que además de ser demasiado grande el empleo público está creciendo desmesuradamente. De nuevo, los datos no apoyan tales proclamas. El porcentaje de personas adultas ocupadas en el sector público es bastante parecido desde el año 2000, con un ligero descenso desde el año 2005 pasando de ser un 9.63%, a un 9.47% en 2008. Ha crecido, sin embargo, en la mayoría de países de la UE-15 durante el mismo periodo. En realidad, en España el crecimiento de empleo en el sector privado ha sido mucho mas rápido y elevado que en el sector público durante el periodo 2000-2008.

Una consecuencia del escaso desarrollo del empleo público es que la ciudadanía está pobremente atendida por las administraciones públicas. El número de empleados públicos por cien habitantes (6) es, de nuevo, uno de los más bajos de la UE-15, sólo superior a Portugal e Italia. Este número es 17 en Dinamarca, 13 en Finlandia y 14 en Suecia (países donde los servicios públicos y el estado del bienestar son más extensos y más desarrollados, siendo a la vez –como reconoce incluso Davos, el Vaticano del pensamiento liberal- los países con mayor competitividad y eficiencia económica.

Este déficit de empleados públicos contribuye a la percepción por parte de la población de que la administración pública es rígida (rigidez es síntoma de pobreza) y poco sensible a la necesidad de los usuarios y ciudadanos. Ello ocurre en especial en los servicios donde la población tiene mayor contacto con la administración pública, tal como los servicios público del estado del bienestar (siendo sanidad uno de los sectores más afectados por la escasez de personal). La famosa masificación de los servicios públicos se basa, en gran parte, en esta escasez de empleo público.

Otra propuesta que hacen las derechas es reducir los salarios de los empleados públicos, considerados también como excesivos. Como prueba de tal aseveración, tales portavoces del pensamiento conservador y liberal, muestran datos que confirman que, en general, los salarios de los empleados públicos son superiores, a los empleados en los sectores privados. Es interesante señalar que en los países nórdicos, todos ellos de tradición socialdemócrata, los niveles salariales del sector público son semejantes a los del sector privado, mientras que en los países del centro de Europa –en general, de tradición conservadora o liberal- los salarios de los empleados públicos son inferiores a los empleados privados (coincidiendo con el menor desarrollo de sus servicios públicos). En España y en otros países del sur de Europa, los salarios del sector privado son sustancialmente inferiores a los del sector público. Pero ello no se debe a que los últimos sean exuberantes (en realidad, son, por lo general, más bajos que en el resto de la UE-15), sino que los primeros –los salarios del sector privado- son excesivamente bajos, mucho más bajos que en el resto de la UE-15 (6 de cada 10 trabajadores son mileuristas).

Dos últimas observaciones. Las derechas están subrayando que lo que ellas llaman excesivamente abultado sector público está obstaculizando el desarrollo económico del país y muy en especial su eficiencia económica. Como he indicado anteriormente, los países considerados más eficientes en Europa son los países con mayor empleo público. Pero, lo que es más importante es que la calidad de vida de la ciudadanía es mayor en aquellos países con una elevada extensión de los servicios públicos del estado del bienestar que en los que tienen su sector público escasamente desarrollado.

La otra observación es que, en contra de lo que las derechas están diciendo, la delegación de responsabilidades públicas a las CCAA, no ha significado, en general, un “exuberante” crecimiento del sector público. La delegación de responsabilidad ha tomado lugar predominantemente en los servicios públicos del estado del bienestar (donde el empleo no ha crecido). Lo que ha ocurrido ha sido un cambio en la autoridad responsable en su gestión. El enorme déficit de los sectores públicos lo administran ahora las CCAA, en lugar del Gobierno central.

Vicenç Navarro es catedrático de Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra, y Profesor de Public Policy. The Johns Hopkins University

Blog de Vicenç Navarro

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Al PP se le acaban sus recursos

Artículo publicado en elplural.com. Para leerlo pinche aquí

La derecha española ha comenzado el nuevo año del mismo modo que terminó 2009, o que empezó 1981. El partido que fundó Fraga en la transición no ha cambiado nada en estos más de treinta años, y sigue utilizando la demagogia y el discurso político más burdo y absurdo como su principal caballo de batalla. Al partido de Rajoy le puede pasar, como al protagonista de Pedro y el Lobo, que tras tanto alertar sobre sucesos inexistentes o deformados pierda toda su credibilidad. Por el bien de nuestro país, espero que así sea en este 2010.

Ya nadie se acuerda, pero el PP, como el protagonista del conocido cuento, aseguraba que la familia desaparecería gracias a los matrimonios homosexuales (qué sinsentido, en todo caso existirán más tipos de familia, y en consecuencia, más familias); también nos quisieron alarmar con su famosa proclama “España se rompe” cuando se iniciaron los procesos para la aprobación de los nuevos estatutos de autonomía, y aquí seguimos un año más, con el tradicional discurso del Borbón, que incluso se ha retransmitido en la televisión vasca por primera vez; quisieron aterrorizarnos cuando se trató de negociar con ETA… Así, enumerando estos disparates de Rajoy y los suyos, nos podríamos pasar todo el día, y no pretendo quemarles la sangre con esto.

El día de Reyes el PP publica en la portada de su página web una presunta noticia bajo el titular de “la foto de hoy es la foto del paro”. Lo que no entiendo bien es por qué debajo de ese texto, el PP coloca la foto de su chamán experto en economía Cristóbal Montoro. Quizás, de modo subliminal nos quieren alertar de lo desaconsejable que resultaría un señor como Montoro dirigiendo el Ministerio de Economía.

El caso es que este aspirante a ministro de economía ha declarado que “el 2009 ha sido el año más terrible en términos de retroceso económico de nuestra historia”. Seguramente, Cristóbal Montoro no está enterado de los datos económicos y repite como un muñequito lo que el ventrílocuo Rajoy le dicta al oído, porque no se puede decir alegremente que el responsable del paro es el Gobierno (en el marco de una crisis mundial) cuando precisamente son la Comunidades Autónomas gobernadas por el PP las que han registrado mayores aumentos del paro, estando las oficinas de empleo transferidas a los gobiernos autonómicos.

Murcia y Valencia (feudos del PP ya consolidados) han sido las comunidades donde más ha crecido el paro, y en la Comunidad de Madrid, por ejemplo, con Esperancita Aguirre como presidenta, el desempleo ha subido cinco puntos por encima de la media del resto de España. Con datos así, y si fueran medianamente coherentes y responsables, no se atreverían a abrir el pico para amedrentarnos con sus discursos catastrofistas y asustaviejas. Sus 10.000.000 de votantes no se merecen que les tomen el pelo de esta forma, y el resto de los españoles, después de todo lo que en estas tierras lleva llovido, no nos merecemos una derecha como esta. Dimitan ya.

Alfonso Cortés González es profesor de Comunicación Política y Publicidad en la Universidad de Málaga

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¿Qué más puede hacer el PP para llegar a La Moncloa?

Artículo publicado en elplural.com. Para Leerlo pinche aquí.

Es doloroso e inadmisible la agresión física contra el sr. Tertsch, como lo sería contra cualquier otra persona y por cualquier motivo. La violencia no tiene pretextos, no debería ser empleada contra nadie bajo ningún concepto, y menos aún sin juicio justo. Pero claro, el uso de la violencia nunca responde a satisfacer a la Justicia, sino a la venganza.

A todas las personas que negamos la violencia (quedan excluidas las que comulgan con la pena de muerte, por ejemplo) nos conmueve y denunciamos siempre este tipo de sucesos. Ahora bien, es improcedente que se quiera aprovechar la paliza que le han dado al propio Tertsch (y lamento que se esté metiendo el nombre de este señor, ahora víctima, en la agenda) para tratar de sacarle los colores al Gobierno. Eso, en el plano de los símbolos sociales, es una paliza a la inteligencia y a la propia democracia, ya que atenta contra dos pilares fundamentales del engranaje democrático (en la configuración de las opiniones públicas), como son la verdad y la honestidad.

Digo esto porque en Telemadrid se ha responsabilizado a Wyoming por la agresión contra Tertsch. Eso no sólo es grave e imprudente, sino que es mentira. Además puede contribuir a incendiar los ánimos, y atenta directa e injustificadamente contra el honor y la imagen de una persona, en este caso el presentador de El Intermedio. Más grave aún, aunque disfrazadas de Caperucita, son las palabras de Esperancita Aguirre, quien ha afirmado que “la actitud crítica de Tertsch contra el Gobierno no justifica una agresión”.

Estas palabras de la lideresa sí que son realmente peligrosas, comparadas con las sandeces de confesionario de Curry Valenzuela, porque dicen lo que parece que dicen, pero sin decirlo. De este modo la señora Aguirre está haciendo una trampa dialéctica, ya usada reiteradamente por la propaganda nazi y fascista que tantos réditos dio a Hitler y Mussolini, que consiste en unir un acontecimiento real con una suposición ficticia para debilitar al adversario. Vayamos por partes: Tertsch ha difundido opiniones críticas hacia el Gobierno (como las he vertido yo mismo en ocasiones), es cierto, pero no tienen porque ser el motivo por el que haya recibido esa paliza, y ni mucho menos Zapatero ha sido el que está detrás del siniestro asunto. Siguiendo esta presuposición, si a un periodista progresista le ocurre mañana algo parecido, deberíamos culpar al PP. Esto sería el comienzo de una espiral de violencia, y no es justo ni lícito que ningún político dentro de un sistema parlamentario pretenda encender esa mecha.

Es obvio el aprovechamiento político por parte del PP y su caverna de la agresión contra un compañero de filas para arremeter contra el Gobierno elegido por los españoles. La señora Aguirre podrá decir que nunca ha culpado al gobierno, y técnicamente es cierto, pero ella sabe que dejando caer que criticar al Gobierno no justifica una paliza, está poniendo sobre la mesa que se pueden recibir palos por criticar al Gobierno. José Bono, Presidente del Congreso, sí que encajó algunos golpes por ser del PSOE, y sí que estaba claro que eran simpatizantes del PP sus agresores, y sin embargo no se aprovechó esa situación, por responsabilidad política, para no incitar más violencia o sentimientos de rabia y odio entre la población. El PP está jugando con fuego, pero no ya con un mecherito, sino que parece que está trayendo la leña al fogón.

El partido de Rajoy está haciendo todo lo posible por arrebatar el poder al PSOE, incluso haciendo uso de la calumnia, la mentira y la intoxicación informativa. Calumniar, mentir e intoxicar son delitos tipificados en nuestra legislación. En esta tropa de conservadores hay personajes capaces de formular hipótesis sobre la vinculación de ZP en el 11-M o en la agresión contra Tertsch, e incluso no se sonrojan cuando se oponen al Paquete Telecom, cuando todos los diputados del PP lo han aprobado en el Parlamento Europeo. Sí aún así no son capaces de ganar las próximas elecciones, el único límite que les queda por traspasar para llegar a La Moncloa es el uso de las armas y la violencia. No sé si será capaz la justicia o la historia de hacerlo, pero este PP deberá algún día rendir cuentas por su actitud y pedir disculpas. Ojalá se pueda quedar sólo en eso antes de que sea demasiado tarde.

Alfonso Cortés González es profesor de Comunicación Política y Publicidad en la Universidad de Málaga

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