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democracia

Lección de Democracia para el PP (I)

Artículo publicado en elplural.com
Enlace: http://www.elplural.com/2013/03/25/leccion-de-democracia-para-el-pp-i/

Arenas dijo, no hace mucho tiempo y de manera soberbia, que el PP no acepta lecciones de Democracia de nadie. Una persona inteligente no debería ser tan arrogante, porque en realidad, todos podemos recibir lecciones y experiencias valiosas de otras personas, independientemente del rol que nos haya tocado vivir.

Con este artículo, no sólo se podría abrir una larguísima serie de lecciones políticas básicas para el PP, cosa que necesitan más que respirar, sino que además, animo a todo el mundo a  que aporte altruistamente su consejo a los populares.

El principal activo que tiene realmente un buen político, es la credibilidad. Uno puede tomar decisiones acertadas o desacertadas, eso es evidente, pero lo que hace perder credibilidad no son los errores, sino la incoherencia en lo que dicen y la deshonestidad. Cuando la credibilidad se debilita, se  desvanece al mismo tiempo la legitimidad de nuestros representantes y gobernantes.

Un claro ejemplo de la  incoherencia y la deshonestidad es Esteban González Pons, quien esta semana, se ha puesto a la cabeza de un Partido Popular que ya no resulta creíble ni a sus tradicionales seguidores.

Este señor, vicesecretario general del PP, ha denunciado a los miembros de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) por, según él, coaccionar al PP para “ganar en la calle lo que se ha perdido en las urnas”. Vamos, cómo si en las urnas nos hubiesen preguntado por cada una de las canallescas leyes que el PP ha ido aprobando, y como si estuvieran cumpliendo remotamente alguna de sus promesas electorales.

Señor Pons, es de miserables denunciar a las personas que sufren las decisiones políticas del gobierno de su partido. ¿Acaso no se acuerda usted cuando en la oposición incitaba a los ciudadanos “hartos de la crisis”, a tomar las calles y derrocar a los socialistas emulando a la Primavera Árabe? Su incoherencia es insostenible.

Con este discurso, el PP demuestra que a la derecha española le quedan muchísimas lecciones políticas por recibir, ya que la Democracia consiste en perseguir día a día ese ideal, estando siempre muy cerca de los ciudadanos y del interés general de una sociedad.  Lo que defiende en realidad el PP, es sencillamente una dictadura renovable cada cuatro años.

No sé a quién van a convencer con su discurso incoherente y deshonesto, que defiende una lógica dictatorial bajo la bandera de la Democracia y aplica varas de medir distintas y arbitrarias dependiendo si ustedes son gobierno u oposición. Seguramente sólo persuadan ya a sus benditas madres, y sólo porque el amor maternal es afortunadamente irracional.

Alfonso Cortés González es vicedecano de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Málaga y profesor de Comunicación de las Instituciones Públicas www.alfonsocortes.com En Twitter es: @yosoycortes

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Trío de ases

Artículo publicado en elplural.com
Enlace: http://www.elplural.com/2012/03/08/trio-de-ases/

Esta semana el PP ha ganado su hueco en la agenda mediática con tres perlas del despropósito político que son un trío de ases del juego sucio, la demagogia y la bajeza moral. Estas aberraciones a la inteligencia y al buen hacer político, que se les debe exigir a todos nuestros representantes, son las declaraciones de Montoro, de Arenas y de Gallardón.

El primero de ellos, ministro de Hacienda, con su peculiar forma de hablar, nos advierte que las empresas públicas son un nido de corruptelas, y que por tanto se va a favorecer su privatización. Claro, como si en la empresa privada no existiesen corruptelas (como las de Urdangarin), ni abusos de poder (como los de Díaz Ferrán con Marsans), ni enchufismo (en realidad estos mamoneos se dan mucho más en el sector privado por la sencilla razón de que tienen menos control, ya que cualquiera de nosotros podemos consultar las cuentas públicas al detalle, y no las del BBVA o las de Movistar, por poner dos ejemplos, aunque seamos buenos clientes). Lo que Montoro realmente ha querido decir, por tanto, es que las empresas públicas, que son de todos y están creadas para prestar servicios públicos y facilitar derechos, se van a vender a sus amiguitos, para que las corruptelas que ellos realmente quieren hacer, no puedan ser fiscalizadas ni conocidas por los ciudadanos. ¿Puede jugar más sucio un señor que tiene encomendada la noble tarea de ser ministro de España para defender los interesas del conjunto de de una sociedad?

En segundo lugar, Javier Arenas ha declarado esta semana que “se acabó el tiempo de los que llevan 30 años mandando”, en alusión al gobierno de la Junta de Andalucía (porque las comunidades eternamente gobernadas por el PP no cuentan en sus cuentas). Lo que a este tipo no le entra en su anacrónica cabeza es que en una Democracia no se manda, primero se han  de ganar unas elecciones limpias, y luego se debe gobernar (que no mandar), y ello consiste en consensuar y en pactar la actividad legislativa, integrando de la mejor manera posible los complejos, y muchas veces dispares, intereses de los distintos grupos que componen una sociedad. Esta visión autoritaria y dictatorial del poder que tiene Arenas es muy común en el PP, y cada vez que ganan elecciones, en lugar de ponerse a gobernar, se suben a su púlpito, se sacan la correa, y empiezan a mandar como vulgares cacicuchos rurales, supurando demagogia iletrada por cada uno de los enconados poros de sus cuerpos.

El tercer as del trío lo ha puesto sobre la mesa Gallardón, quien siendo ni más ni menos que ministro de Justicia, ha tenido la desvergüenza y la ofensiva osadía de afirmar que las mujeres se sienten obligadas a abortar por culpa de la actual ley del aborto. ¿Quién está siendo obligada a abortar? ¿Las monjitas salesianas o las comadres de misa diaria? ¿O quizás las queridas de ciertos jerarcas del clero que en sus tiempos iban a abortar a Londres, cuando todavía vivía Franco? Señor Gallardón, nadie aborta por gusto, y siempre es una decisión traumática y dolorosa. Señor Gallardón, una vez más ustedes demuestran que no entienden de Democracia y que confunden derechos con obligaciones (que es su único lenguaje, parece ser). Recuerdo aún cuando se legalizaron los matrimonios entre personas del mismo sexo, cuando muchos de vosotros dijisteis que eso era un atentado a la familia tradicional porque muchos padres heterosexuales se tendrían que casar con maricones. No sé si ustedes lo serán, pero sus argumentos son de auténticos capullos.

Cada uno de los siniestros personajes de esta terna ha sacado de su manga estos tres ases de la vileza política: el as de la demagogia, el as de la bajeza moral y el as del juego sucio. Trío de los ases peperos que esta semana, a pesar de haber ganado la mano informativa, espero no hagan historia y pronto caigan en el olvido. ¿Sería lícito y conveniente que ganasen la partida con estas cartas?

Alfonso Cortés González es vicedecano de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Málaga y profesor de Comunicación de las Instituciones Públicas.
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¿Para quién gobierna Rajoy?

Artículo publicado en elplural.com
Enlace: http://www.elplural.com/2012/02/23/%c2%bfpara-quien-gobierna-rajoy/

En teoría, el sistema político de la Democracia Representativa funciona más o menos bien, si la gente identifica sus propios intereses con los intereses y aspiraciones reales de los políticos a los que votan. El Partido Popular recibió en las pasadas elecciones del 20N algo más de 10’8 millones de votos, lo que supone el 44% del electorado que fue a votar.

A pesar de que el señor Rajoy lleva muy poquito tiempo en La Moncloa, ya podemos entender cuáles son sus maneras de gobernar, sus intereses y sus prioridades. En este sentido la actualidad es muy reveladora y nos abre múltiples interrogantes que hablan por sí solos:

1. La policía carga contra estudiantes menores de edad definiéndoles como el enemigo. Es gravísimo que las fuerzas de seguridad de un estado democrático consideren enemiga a su propia población civil (eso es característico de las más terribles dictaduras). Se trata evidentemente de una consigna política, no sé si desde el propio Ministerio del Interior, o desde la Delegación del Gobierno u otro ámbito. Paralelo a esto nos encontramos con el manido discurso (que no cuela) de la ultraderecha pepera de que se trataba de radicales. ¿Qué es ser radical? ¿La fuerza que aplica la policía no debe ser proporcional a la potencial amenaza? ¿Iban armados los estudiantes del Instituto Lluís Vives? ¿Por qué no actuaba así la policía con el anterior Gobierno? ¿Disuelve la policía las manifestaciones abertzales tal como han disuelto la protesta de nuestros hijos?

2. El Gobierno democrático (de iure) legisla a golpe de mayoría absoluta sin activar los mecanismos legales de representación de la sociedad civil en la actividad legislativa. La democracia no consiste en elegir Gobierno autoritario cada cuatro años, sino que independientemente del color del Gobierno, la sociedad civil y los distintos grupos interesados en las diferentes materias sobre las que legislar, puedan aportar su grano de arena, sus preocupaciones e intereses a quienes tienen la potestad de gobernar. ¿Cómo es posible que un Gobierno autodenominado democrático cambié los temarios de las oposiciones públicas sin contar con la opinión de opositores, profesores, academias privadas y editores de manuales? ¿Cómo es posible que se reforme el derecho laboral sin tener en cuenta la problemática de los trabajadores y de las pequeñas empresas?

3. “Rescatan al banquero mientras desahucian al obrero”. El Gobierno está muy sensibilizado con las cuentas y salud financiera de los banqueros y magnates, mientras que recorta sueldos y derechos de los trabajadores. ¿Por qué un gobierno llamado popular permite que cientos de familias se queden sin techo donde dormir cuando cae la noche? ¿No deberíamos como sociedad rescatar al obrero y hacer pagar el especulador banquero por sus excesos?

Una de dos: o no funciona bien la democracia porque la gente vota lo que no le conviene, o España no está tan mal como nos hacen creer ya que tendríamos, si revisamos los datos electorales, alrededor de 11 millones de portentosos banqueros, rentistas y grandes empresarios. Vamos, la primera potencia financiera y económica del Universo.

Alfonso Cortés González es vicedecano de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Málaga y profesor de Comunicación de las Instituciones Públicas.
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Las malas artes del PP en nuestra monarquía bananera

Artículo publicado en elplural.com
Enlace: http://www.elplural.com/2012/02/09/las-malas-artes-del-pp-en-nuestra-monarquia-bananera/

¿No se han fijado ustedes que hasta que el Gobierno actual del PP no publica en el BOE sus decisiones no sabemos nada del contenido de ellas? Eso significa que concienzuda y estratégicamente están obstruyendo la información pública sobre los asuntos que nos incumben a todos. Esto supone una grave merma en las reglas del juego democrático.

Si repasamos brevemente la acción de gobierno del gabinete de Rajoy hasta el momento, nos damos cuenta de que no hacen otra cosa que utilizar el poder que les ha sido otorgado democráticamente para pasarse la esencia de la Democracia por el sobaco.

Ser demócrata y creer en la democracia no significa sólo acceder al poder por medio de los votos, sino que hay que construir democracia día a día, explicando a los ciudadanos y medios de comunicación (a través de los cuales la ciudadanía accede mayoritariamente a la información política), cuáles son sus intenciones y planes de gobierno. Y esto está pensado así para que antes de que se publique oficialmente una ley o decreto en el BOE, la gente, los colectivos, las empresas y hasta mi vecino, el indolente del octavo, puedan tener la posibilidad de participar en la construcción de país, o por lo menos a opinar, y saber qué está pasando. Es decir, la democracia se hace día a día, no sólo con unas urnas de cristal cada cuatro años.

Sin embargo, lo que hace el PP es todo lo contrario. Por ejemplo, con el inquietante asunto de la Reforma Laboral salen todos los días en comparecencia pública, pero no dicen absolutamente nada, sólo hacen propaganda barata del tipo “vamos a hacer una reforma eficacísima contra todos los males”. Pero, ¿en qué consiste? Y ante tal pregunta ellos hacen mutis por el foro. Se retiran a sus aposentos y los vulgares mortales nos enteraremos de sus intenciones cuando  ya tengan el rango de ley. Una salvajada y un atropello a la ética política.

Esta manera de gobernar, no sólo quiebra las reglas del juego democrático en el cual las personas deben tener información de lo que ocurre, sino que es también una estrategia maquiavélica para desactivar a la necesaria oposición en un sistema parlamentario. Si los partidos de la oposición no tienen ningún tipo de información de lo que el Gobierno quiere hacer, no pueden discutir nada, no le pueden atacar o discrepar y por tanto ni siquiera pueden hacer sugerencias o plantear alternativas. Así, sólo nos queda comernos con patatas las decisiones, que muchas de ellas serán equivocadas por esta misma actitud soberbia y totalitaria, que a este santo gobierno le salga de las narices aplicar.

Y esto no sólo lo han hecho con la reforma laboral, sino con todo; absolutamente con todas las decisiones de gobierno desde que ganaron las elecciones: han suprimido las ayudas a las energía renovables por sus santos genitales; han cambiado los temarios de las oposiciones docentes y han fastidiado a miles de personas, por sus castos genitales; han cambiado el canon digital por dinero directo a la SGAE por sus inmaculados genitales;  y también, y por si fuera poco, han derribado la asignatura de educación para la ciudadanía por sus píos genitales.

En conclusión, creo que se puede afirmar, sin faltar un ápice a la verdad, que este Gobierno está haciendo mucho daño a la democracia. Los idiotas pensarán que lo único importante ahora es la economía, y que nos dejemos de democracias y demás leches, pero ¿qué será de la economía de cada uno de nosotros si los principios que rigen el país y el mundo no son democráticos?

Por si fuera poco, precisamente hoy se han cargado al juez Garzón. Es otro día triste, en el que este país se parece cada vez más a una monarquía bananera. Un reino de novela decimonónica donde hasta el yerno del rey se atreve a meter la mano en la cartera del plebeyo, al mismo tiempo que el juez que se ha atrevido a investigar a fondo la corrupción y el genocidio de Estado es condenado.

Mientras tanto, el  Gobierno de la nación gobierna tranquilamente con mano de hierro y palabra escondida. Bendito país el nuestro.

Alfonso Cortés González es vicedecano de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Málaga y profesor de Comunicación de las Instituciones Públicas
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Saber lo que se vota

Artículo publicado en elplural.com
Enlace: http://www.elplural.com/tribuna-libre/saber-lo-que-se-vota/

Desde el 20 de noviembre, periodistas y ciudadanos se preguntan qué es lo que va a hacer Rajoy cuando sea investido presidente. Esta incertidumbre no debería darse para nada en una democracia representativa, como es teóricamente la nuestra, ya que se supone que el juego consiste en que los distintos candidatos de los partidos presentan sus propuestas y programas con anterioridad, en la campaña, y que la gente vota esas líneas de actuación que están detalladas a priori.

Un problema grave de las democracias en esta etapa de la historia, es que mucha gente vota sólo por las siglas sin tener en cuenta el contenido político de sus programas. Se da el fenómeno de que muchos ciudadanos votan a un partido político como si de un equipo de fútbol o concursante cantor de reality show se tratase. ¿Es admirable que legitimemos al presidente de un país bajo el grito televisivo y freak de “tú sí que vales”?

El problema no es sólo la falta de cultura política entre parte de la población (en unos países más que en otros) sino también que los propios partidos políticos fomentan esta filiación superficial y marketiniana a sus siglas. Por ejemplo, CiU en esta última campaña electoral ha escondido su programa para no perder votos, lo que supone un atentado a la inteligencia y a la honestidad de un pueblo. Y si el pueblo vota por tanto a estos ilusionistas, pues entonces nos estamos retratando todos como sociedad, seamos políticos, electricistas o periodistas.

El juego consiste en que primero se explica que se va a hacer claramente y por tanto si se reciben la mayoría de los votos, se está perfectamente legitimado para hacer lo que se tenga que hacer aunque moleste a muchos. Del modo actual se obtienen los votos escondiendo lo que se va a hacer en lugar de explicarlo antes, que es lo lógico. Así, aunque se tengan millones de votos y la legitimidad legal para gobernar, falta esa Legitimidad (con mayúsculas), basada en la verdad, la transparencia y la honestidad del contrato político entre ciudadanía y representantes y de misma.

La democracia, por tanto, está siendo atacada severamente desde distintos frentes: desde el exterior con las primas de riesgo y la voracidad de los mercados, y desde el interior con las triquiñuelas de los partidos políticos. Y todo esto ante la impasividad de gran parte de la ciudadanía.

Por consiguiente y por honestidad política lo que debería hacer Rajoy de inmediato, aunque no nos guste, es trabajar por sus posturas políticas que sí conocemos, y por tanto debería comenzar su mandato atacando al Estatut, aboliendo la ley del aborto y del derecho al matrimonio de todos los ciudadanos (sin importar el sexo o el credo), desterrando de las escuelas la “educación para la ciudadanía” y volviendo a convertir los bares y restaurantes en fumaderos para perjuicio de ciudadanos asmáticos, con problemas de corazón y niños.

Una amiga me decía ayer: “Pero tío, déjale tiempo a Rajoy que aún no ha empezado”. Todos mis respetos para tu opción política y para el señor Rajoy, pero ¿entonces no sabes qué has votado? Qué pena ejercer el derecho al voto movido sólo por la emoción transitoria o por el odio.

Alfonso Cortés González es vicedecano de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Málaga y profesor de Comunicación de las Instituciones Públicas y de Comunicación y Sociedad

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¿es el fin de la democracia?

Artículo publicado en elplural.com
Enlace: http://www.elplural.com/tribuna-libre/%c2%bfes-el-fin-de-la-democracia/

Que la democracia se vaya al garete depende de muchos factores y de cómo reaccione la todavía ensimismada sociedad civil en toda Europa. Lo que es indudable es que estamos en un momento muy agudo, que presagia un cambio de ciclo importante, acompañado de nuevas formas de gestión del poder.

Dicen en los medios que vuelve la tecnocracia. Eso es falso, ya que la tecnocracia nunca se ha ido ¿o es que los ministerios no lo gestionan técnicos y especialistas (Cuerpo Superior de Administradores Civiles del Estado)? ¿O es que gran parte de los ministros actuales en todo el planeta no son personas de gran formación? La gran diferencia es que los técnicos ahora los están poniendo en los cargos esos oscuros poderes cada vez menos escondidos, sin contar con el voto de los ciudadanos. Lo que al mismo tiempo supone un atropello a la legalidad vigente.

No me gusta, y nunca me gustó Berlusconi, pero su acceso a la jefatura del gobierno italiano fue mucho más legítima que el actual nombramiento de Monti, por la sencilla razón de que a Berlusconi le votaron los ciudadanos para gobernar Italia (aunque otra cuestión es preguntarse por qué le votaron). El argumento, por tanto, que esgrimen los adalides de esta nueva dictadura de los mercados y las primas de riesgo (que ya se han cepillado numerosos gobiernos democráticos), que ahora es el tiempo de los técnicos y no de los políticos, no cuela. Lo que se debería decir, sin eufemismos y abiertamente, es que ahora es el tiempo de “sus” técnicos y no de “nuestros” técnicos, es decir, el tiempo de los técnicos que coloca a dedo el poder de cuatro megamillonarios para servir a sus intereses particulares, por encima de los técnicos que colocan con su voto el 100% de los ciudadanos para servir a la sociedad.

Siguiendo este plan de propaganda del nuevo régimen, se canta a los cuatro vientos que el nuevo gobierno de Italia está formado por diplomáticos y profesores de universidad fundamentalmente. Pues como siempre. Siempre en los gobiernos y parlamentos ha habido gran número de profesores universitarios, diplomáticos y otros especialistas en sociedad. La única pero lamentable diferencia, insisto, es que quien nombra a esas personas para llevar las riendas de un país ya no es el pueblo, sino que son las cuatro grandes agencias de poder que hacen subir y bajar las primas de riesgo.

Lo triste es que parece que esta batalla entre democracia y dictadura financiero-mercantil la está ganando los intereses de la minoría ya que el grueso de la sociedad civil permanece entre impasible y temerosa en sus casas, sin saber realmente que es lo qué está pasando en nuestras sociedades. Este podría ser el principio del fin de la Política (de lo poco con mayúscula que queda de la política en Europa), y por tanto no estoy diciendo que vayan a cambiar mucho las cosas a partir de ahora, sino que ya vienen cambiando desde hace algún tiempo.

Esta crisis va a desembocar en un modelo político y de gestión de la autoridad y el poder muy distinto y diferente a los que hemos tenido anteriormente en la historia. Por tanto, para analizar este período hay que emplear nuevas herramientas de interpretación de los acontecimientos porque lo que se avecina, sea para bien o para mal, no es asimilable a ninguno de los regímenes políticos y económicos anteriores.

Esta encrucijada, por tanto, tiene dos posibles y obvias salidas: o bien sirve de revulsivo para que la sociedad civil tome conciencia pronto, se movilice y por tanto se regenere el sistema hacia un nuevo modelo de democracia participativa, o bien se sigua profundizando en esta “revolución sin pepinazos ni bayonetas” iniciada por los poderes financieros ante la falta de acción política unitaria en Europa. No volverá el fascismo, ni el colonialismo en su tradición formal, pero sí se está andando el camino hacia un régimen político donde la voz del pueblo vuelva a no ser tenida en cuenta.

Esto lo venimos advirtiendo y detectando mucha gente desde hace algunos años, y sin embargo el PP (que se autoproclama como el partido de los más capaces, de los más formados y de los más listos) es ahora cuando se empieza a dar cuenta de que la crisis es europea y que se escapa de las fronteras peninsulares.

¿Ahora se dan cuenta? ¿A pocos días de las elecciones?

¿Ahora se da cuenta Rajoy de que esta crisis no deriva directamente de la gestión del Gobierno?

¿Es lo más conveniente para nuestro país, en esta encrucijada, dar el gobierno a un señor que ahora es cuando empieza a darse cuenta de qué va el asunto?

Ojalá nos salgan bien las cosas. Mucha suerte a España y mucha suerte a Europa.

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Cuando faltan ideas…

artículo publicado en elplural.com
Enlace: http://www.elplural.com/tribuna-libre/cuando-faltan-ideas%e2%80%a6/

El sistema democrático funciona cuando los distintos partidos políticos ponen sobre la mesa sus ideas, y tras el debate público, la ciudadanía elige qué propuestas deben ser desarrolladas. Cuando un partido político con claras opciones de gobernar, ante la falta de ideas y propuestas, recurre simplemente a la confrontación por la confrontación, está contribuyendo perversamente al descrédito e inoperancia del sistema democrático.

Esta parece ser la herramienta más útil del PP para ganar unas elecciones. Ya tuvieron que recurrir a una orquestación mediática contra Felipe González para poder ganar las elecciones de 1996, aunque sólo fuese por un puñado de votos. Es posible que González tuviese motivos para perder, pero eso no implica que el otro candidato mereciera ganar, y mucho menos, con juego sucio.

Esta cuestión de debilitar y quebrantar las reglas del juego, lejos de ser una anécdota en nuestra historia, es el único recurso, a la vista de cómo se están desarrollando los acontecimientos, que tiene el PP de cara a este período electoral. Siempre que a la derecha española le faltan ideas y le sobra ambición de gobernar, salen a la luz sus peores artes goebbelianas. Los tres ingredientes principales de estas artes son: la deslealtad en asuntos de Estado, la manipulación y la censura.

Son desleales con el país, porque es evidente que prefieren que nos vayan mal las cosas (poniendo palos en las ruedas de la lucha antiterrorista y de la recuperación económica de España) antes de que estos logros como país se desarrollen bajo mandato socialista.

Manipulan a la AVT para que convoque una manifestación contra el Gobierno legítimo y democrático del país, en lugar de contra la violencia etarra. Quieren hacer creer a sus bases que Zapatero es un aliado de ETA cuando en realidad ha demostrado ser uno de sus peores enemigos. Esto es de lo más inmoral que se puede hacer desde la política, y si las urnas no les ponen en su sitio (debido a esta coyuntura de crisis económica transfronteriza), indudablemente lo hará la historia.

Intentan recurrir a la censura amenazando a los periodistas que investigan la trama Gürtel con denunciarles. Ante tal genialidad del PP valenciano, a calle Génova 13 no le queda otra que desautorizar esta estrategia, no porque defiendan la verdad (todos los días se cagan en ella), sino porque saben que hoy día amedrantar a los periodistas se les vuelve en su contra (como ya experimentaron con la gestión informativa del Prestige o del 11-M).

Deslealtad, manipulación y censura, son por tanto las estrategias que el PP despliega en la arena política cuando no tienen ideas ni proyectos ilusionantes para ganar unas elecciones. Este modo de proceder es propio de los autoritarismos más rancios. ¿Significará por tanto un triunfo del mismo frente a la Democracia si ganan las elecciones? Lo que está claro es que ganar unas elecciones así, no es una fiesta para la Democracia.

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el poder invisible

Artículo publicado en elplural.com
Enlace: http://www.elplural.com/opinion/detail.php?id=57199

Al igual que una serie de cambios sociales, políticos y económicos desembocaron en el colapso y caída del Antiguo Régimen en 1789, actualmente estamos en el comienzo de un orden distinto, en el que principios políticos fundamentales como el de soberanía popular o el de competencias del Estado-nación, empiezan a ser inservibles en el mundo actual. Esto, en mi opinión, es el comienzo de una nueva era.

Tradicionalmente el poder (en todas su manifestaciones) ha tenido la necesidad de hacerse ver, de hacer ostentación de su posición de fuerza. En este sentido, vemos como los estados han hecho (y hacen) alarde de su potencia militar (en desfiles y otros actos) y de su omnipresencia a través de monedas, sellos y comunicación institucional. Las empresas han hecho lo propio construyendo rascacielos o saturando la televisión con sus mensajes publicitarios. Sin embargo, el gran poder actual, ese que pone de rodillas a los estados y a las personas, se nos torna difuso y se invisiviliza para poder ejercer su dominio. Esto marca un hito en la historia de la civilización, con visos de que se nos avecina una nueva forma de sociedad.

Para argumentar esta postura, pongamos el caso de Portugal (por reciente, pero es extrapolable a todos los países desarrollados). El poder invisible (a través de sus colaboradores más o menos evidentes) sugiere a nuestro vecino del oeste que lleve a cabo una serie de reformas económicas y sociales, ante lo cual, su primer ministro accede a materializar. Las reglas del juego actuales “obligan” a tramitar estas decisiones a través del parlamento del Estado-nación, para que en representación de la soberanía popular, acepte o no la propuesta. En estas reglas que se han quedado antiguas, las decisiones del parlamento de tal estado, deben ser respetadas (con sus aciertos y errores) por el resto de poderes, sean públicos, privados, nacionales o internaciones. Y esto es, la soberanía nacional.

A pesar de que el parlamento portugués ha desaprobado el paquete de medidas de José Sócrates (que se ha visto obligado a dimitir), el poder invisible sabe que al final Portugal deberá hacer lo que se le pide, sea por las buenas o por las malas. Se convocarán elecciones y habrá una nueva presidencia, que si no hace “lo que debe”, el país será intervenido.

¿Entonces para qué sirven los estados y el poder político como representantes de la soberanía popular en este escenario? Pues para poner cara (y llevarse las tortas) a las decisiones e intereses del poder real, y no para salvar la cara de los ciudadanos. Puede que muchos políticos no se sientan cómodos con esta situación, pero en este nuevo tablero de juego (delimitado básicamente por el desdibujamiento de las fronteras, la globalización de los intereses financieros y la complejidad social) les es imposible, atendiendo a las actuales estructuras, servir de contrapeso a estos nuevos poderes especulativos. Servir de contrapeso es una de las funciones para lo que en principio y en teoría (muy grosso modo) estaba diseñado el poder político desde la Revolución Francesa.

Con esta reflexión no quiero mostrar un pesimismo derrotista, sino todo lo contrario. Considero que se han abierto nuevas oportunidades, precisamente por ser un mundo en ebullición y cambio, para buscar nuevas formas de representar y defender los intereses de la sociedad civil.

Para ello, nos toca ahora a la ciudadanía (y por supuesto también necesitamos enormemente a los Políticos con mayúsculas) el implicarnos y fomentar la creación de los nuevos poderes cívicos del siglo XXI, porque las actuales estructuras parecen estar agotadas y no servir para lo que se crearon. Por su parte, el poder especulador ha completado, más o menos, su revolución de cara a los nuevos tiempos.

En consecuencia, creo que no son asumibles las posturas de muchos políticos (incluidas las declaraciones de Rajoy de esta semana) que defienden que hay que hacer esto que pide el poder especulativo, porque es mejor que lo hagan ellos mismos a que lo hagan los otros. ¿Por qué es mejor que las reformas las hagan Reino Unido, España o Portugal, aparentemente de motu propio cuando lo que queremos la gente es que no se hagan? Que lo expliquen.

Parece ser que este tipo de políticos no se dan cuenta de que lo que necesitamos como sociedad madura, es que se respeten nuestras decisiones (y que nuestros representantes las defiendan) y no que nos carguen con responsabilidades que no nos corresponden. ¿O es que quizás este tipo de políticos no nos consideran realmente ciudadanos mayores de edad?

Por tanto, está claro que necesitamos cambiar, pero hay que cambiar las estructuras y las formas de representación, así como reactivar (fundamentalmente) nuestro propio compromiso con nuestra propia realidad. ¿Acaso el cambio que necesita España es que gobierne Rajoy para profundizar en las exigencias de estos poderes invisibles? No nos engañemos, eso sería no sólo peor de lo mismo, sino hacerle el juego a esos poderes que no se ven a la luz del día.

Alfonso Cortés González es profesor de Comunicación y Sociedad en la Universidad de Málaga

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golpes a la Democracia

Artículo publicado en elplural.com
Enlace: http://www.elplural.com/opinion/detail.php?id=56109

Aunque pueda parecerlo por el título de este artículo, en realidad no tengo ninguna intención de hablar del 23-F ni de establecer ningún tipo de paralelismo de la efeméride golpista con la actualidad. Lo que quiero inspirar es que la Democracia es algo que hay que cuidar y fomentar día a día, y qué más allá de propiciarle estos cuidados, lo que estamos haciendo con Ella (sin darnos cuenta, quizás) es golpearla desde distintos frentes. Estos frentes son, resumiendo, los siguientes:

El frente del individualismo, derivado de que no somos capaces de reconocer nuestros intereses de grupo (tiene mucho que ver el consumismo y sus resortes comunicativos), repercute en que cada vez más gente identifica como propios los intereses ajenos (por ejemplo, un profesor que confunde sus intereses con los de una petrolera). Fruto de esta distorsión, hemos perdido la conciencia de que realmente el desarrollo de la humanidad, se ha basado siempre en la cooperación y en el intercambio de conocimientos y experiencias entre las personas, y no en el sálvese quien pueda (o cada cual a lo suyo). Todo lo bueno que hemos construido los seres humanos (lo que realmente nos llena y nos llega adentro), ha necesitado y necesita (continuamente) el modesto granito de compromiso particular de cada uno de nosotros.

El frente del mercado, derivado del error de nuestros sistemas político-económicos de haber desarrollado en exceso el Mercado como centro y lógica de todo. Si la humanidad siempre hubiese tenido como referente la lógica especulativa actual, no se hubiese pisado la luna, no se hubiesen desarrollado las artes, y quizás ni siquiera existiría la civilización. El mercado es útil (no se puede negar), así como lo es por ejemplo el hígado para el cuerpo; pero un mercado hipertrofiado es igual de peligroso para el cuerpo social, que un hígado afectado por hepatitis para el cuerpo biológico, porque invade espacios de otros órganos vitales.

El frente de los partidos, es muy complejo, y va desde el atrincheramiento en las posturas políticas, hasta la benevolencia con la corrupción propia. Es evidente que donde existe una asociación de personas, existe el corrupto, pero es necesario que los partidos, como organizaciones que son, cierren el paso a los piratas, y sean capaces de dialogar y construir sociedad cooperativamente (dando ejemplo).

Por último, el frente de la inacción y desafección ciudadana (es el más importante porque es el resultado final de los anteriores, y cierra el círculo) hace que la gente no se implique políticamente, lo que en realidad tiene repercusiones políticas muy profundas, aunque suene contradictorio. Esto se traduce en que los espacios que dejamos las personas en el ámbito público, inevitablemente los ocupan otros actores (e intereses particulares), ya que el sistema social es incompatible con los vacíos.

Quienes se apropian de estos espacios sueltos que vamos desocupando, velarán y lucharán (lógica e incluso a veces legítimamente) por sus intereses y no por los nuestros. No se trata de ocupar la calle banalmente (como sugería el demagogo de González Pons) para pedir un sistema parlamentario que ya tenemos, sino de ocupar concienzudamente los espacios y responsabilidades que tenemos reconocidos por ley.

Lo más grave de todo es que de este modo y sin darnos cuenta, somos cómplices necesarios de esta realidad que permitimos y abominamos al mismo tiempo.

Alfonso Cortés González es profesor de Comunicación y Sociedad en la Universidad de Málaga

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El Poder Judicial en España y el descrédito del sistema

Artículo publicado en elplural.com el 26 de marzo de 2009
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El TSJM (Tribunal Superior de Justicia de Madrid) ha anulado, con dos votos frente a uno, las escuchas ordenas por el juez Garzón como pruebas en el caso Gürtel. Esto demuestra que la Justicia, en muchas ocasiones, brilla por su ausencia en las decisiones de algunos de nuestros jueces, quienes deciden arbitrariamente entre el bien y el mal en función de sus filias y fobias. En realidad estamos ante un escándalo que nos da la medida de cuán necesaria es una reforma del Poder Judicial en nuestro país.

La búsqueda de la verdad en unos acontecimientos depende de que unos jueces, que juegan a ser parte al mismo tiempo, decidan cuáles son las reglas de juego ad hoc, y con ello qué pruebas aceptar y cuáles no. En este caso, si las escuchas inculpan a ciertas personas del PP no son pruebas válidas, y sobre todo si las ha ordenado un juez que ahora es perseguido por hacer bien su trabajo. Del mismo modo, mañana estos jueces podrían invalidar una grabación sobre un asesinato con los mismos argumentos empleados para inutilizar estas escuchas. Esto significa una pérdida total de la credibilidad en la Justicia, que acarrea algo más grave aún: el fracaso de la propia Democracia.

La Democracia, desde la filosofía política, queda dañada porque por encima de la vocación de Verdad y de Justicia parecen estar los juegos sucios de poder de las votaciones en los órganos judiciales, y al mismo tiempo, la Democracia, como hecho y sistema político de facto, también resulta deteriorada porque los ciudadanos observamos atónitos cómo los jueces toman decisiones partidistas, cuando nadie nos ha dado la oportunidad, siquiera, de colocar ninguna opción política en el Poder Judicial. La acción de los togados debería idealmente estar fuera del juego político, y ciertos jueces no hacen otra cosa que enseñar su plumero constante e impertinentemente.

Por ello, porque se les ve el plumero, y porque van a seguir tomando decisiones de carácter político, creo que es momento de plantearnos que los ciudadanos podamos votar a nuestros jueces, es decir, que tengamos derecho a elegir por sufragio qué tipo de Poder Judicial queremos. No nos merecemos que votemos unas líneas programáticas en las urnas, como el matrimonio homosexual, y que luego ciertos jueces, quieran abolir dicha ley. ¿Está el poder arbitrario de los jueces por encima del poder que emana de todos los españoles cuando ejercemos el derecho al voto? Pues me temo que sí, y desde tiempos remotos. Hace siglos que ciertas familias conservadoras llevan controlando la Justicia española. Y no es ninguna exageración. Por ello, quizás también deberíamos abrir la Constitución para corregir este Poder Judicial hipertrofiado e infalible, que empieza ya a plantearnos patologías políticas importantes.

Tenemos que tomar conciencia de que la Justicia es un Derecho Público, como lo es la Sanidad o la Educación, y que no nos debe ser ajena. En consecuencia hemos de
recuperar nuestra voz y nuestro espacio, y recordarles a ciertos jueces que los Palacios de Justicia no son sus cortijos particulares, ni escenarios de sus luchas partidistas, sino que son órganos que emanan del poder popular para buscar la Verdad y alcanzar la Justicia.

Esta situación urge ser corregida, y la reforma de la Justicia no consiste sólo en lo superficial de poner más ordenadores y contratar más personal ni mucho menos, sino que radica en cambiar su propia organización, su estructura y su funcionamiento dentro del orden constitucional.

Con unos jueces así (sean pocos o muchos) los ciudadanos nos sentimos defraudados, impotentes y perdemos la ilusión por el futuro: ¿para qué votamos y participamos en
la vida pública si luego el Poder Judicial, como si de un poder dictatorial se tratara, se toma la justicia por su mano? A estos jueces que toman estas decisiones no les gusta que hablemos en términos políticos de su actividad. Pues si quieren que no opinemos políticamente sobre ellos, que dejen de jugar a ser políticos fontaneros, que cuelguen su toga, y que se presenten con un programa a unas elecciones. Porque haciendo lo que están haciendo, invalidan su propio trabajo como jueces y desacreditan a la Democracia.

Alfonso Cortés González es profesor de Comunicación Política y Publicidad en la Universidad de Málaga.

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