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fascismo

Los rasgos autoritarios

Artículo publicado en elplural.com
Enlace: http://www.elplural.com/2012/12/20/los-rasgos-autoritarios/

Aunque el PP lleve décadas intentando disimular y/o neutralizar las actitudes antidemocráticas de muchos de sus militantes (a pesar de que muchos de ellos por la tradición española ni siquiera son conscientes de ello), no es la primera vez que al principal partido de la derecha en España le supuran sus rasgos autoritarios. Rasgos representativos de esa particular forma de hacer política sin cerebro y con cojones (tan populista en algunos casos como terriblemente peligrosa siempre).

Continuamente se les llena la boca hablando de Libertad de Expresión, pero a la vuelta de la frase, demuestran que ellos creen en la libertad de expresión conforme al modelo dictatorial: es decir, en una sola dirección. Y la única dirección plausible para los peperos es aquella que se dirige directamente a sus embudos.

Esta vez han montado en cólera porque la BBC (televisión pública británica, que además ostenta uno de los mayores índices de independencia en todo el planeta), ha sacado a la luz el despilfarro y el sindiós que ellos mismos han armado en las cuentas públicas de Valencia, comunidad que gobiernan desde hace casi 20 años.

Un Federico Trillo completamente enfurecido ha enviado una nota de protesta amenazando con acciones contundentes. ¿De dónde ha salido este señor? ¿Con qué poderes legítimos se cree que cuenta? ¿Piensa que en el Reino Unido, donde gobierna la derecha también, pueden manipular los medios públicos como ellos hacen aquí?

Rita Barberá y su equipo también están dando la nota, pero por lo menos, sus paridas tienen menor proyección internacional que las palabras de Trillo, que nos representa a todos los españoles en Londres. Me permito un consejo para Barberá, Trillo y los peperos que se sientan aludidos: esfuércense y mucho, no para tratar de callar la boca a un medio que cumple su función de informar a la sociedad de que lo ustedes hacen, sino para que ese medio no tenga motivos para sacar vuestros chanchullos e ineficiencias. Por lo menos empiecen a ser honestos.

Alfonso Cortés González es vicedecano de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Málaga y profesor de Comunicación de las Instituciones Públicas.
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¿Para quién gobierna Rajoy?

Artículo publicado en elplural.com
Enlace: http://www.elplural.com/2012/02/23/%c2%bfpara-quien-gobierna-rajoy/

En teoría, el sistema político de la Democracia Representativa funciona más o menos bien, si la gente identifica sus propios intereses con los intereses y aspiraciones reales de los políticos a los que votan. El Partido Popular recibió en las pasadas elecciones del 20N algo más de 10’8 millones de votos, lo que supone el 44% del electorado que fue a votar.

A pesar de que el señor Rajoy lleva muy poquito tiempo en La Moncloa, ya podemos entender cuáles son sus maneras de gobernar, sus intereses y sus prioridades. En este sentido la actualidad es muy reveladora y nos abre múltiples interrogantes que hablan por sí solos:

1. La policía carga contra estudiantes menores de edad definiéndoles como el enemigo. Es gravísimo que las fuerzas de seguridad de un estado democrático consideren enemiga a su propia población civil (eso es característico de las más terribles dictaduras). Se trata evidentemente de una consigna política, no sé si desde el propio Ministerio del Interior, o desde la Delegación del Gobierno u otro ámbito. Paralelo a esto nos encontramos con el manido discurso (que no cuela) de la ultraderecha pepera de que se trataba de radicales. ¿Qué es ser radical? ¿La fuerza que aplica la policía no debe ser proporcional a la potencial amenaza? ¿Iban armados los estudiantes del Instituto Lluís Vives? ¿Por qué no actuaba así la policía con el anterior Gobierno? ¿Disuelve la policía las manifestaciones abertzales tal como han disuelto la protesta de nuestros hijos?

2. El Gobierno democrático (de iure) legisla a golpe de mayoría absoluta sin activar los mecanismos legales de representación de la sociedad civil en la actividad legislativa. La democracia no consiste en elegir Gobierno autoritario cada cuatro años, sino que independientemente del color del Gobierno, la sociedad civil y los distintos grupos interesados en las diferentes materias sobre las que legislar, puedan aportar su grano de arena, sus preocupaciones e intereses a quienes tienen la potestad de gobernar. ¿Cómo es posible que un Gobierno autodenominado democrático cambié los temarios de las oposiciones públicas sin contar con la opinión de opositores, profesores, academias privadas y editores de manuales? ¿Cómo es posible que se reforme el derecho laboral sin tener en cuenta la problemática de los trabajadores y de las pequeñas empresas?

3. “Rescatan al banquero mientras desahucian al obrero”. El Gobierno está muy sensibilizado con las cuentas y salud financiera de los banqueros y magnates, mientras que recorta sueldos y derechos de los trabajadores. ¿Por qué un gobierno llamado popular permite que cientos de familias se queden sin techo donde dormir cuando cae la noche? ¿No deberíamos como sociedad rescatar al obrero y hacer pagar el especulador banquero por sus excesos?

Una de dos: o no funciona bien la democracia porque la gente vota lo que no le conviene, o España no está tan mal como nos hacen creer ya que tendríamos, si revisamos los datos electorales, alrededor de 11 millones de portentosos banqueros, rentistas y grandes empresarios. Vamos, la primera potencia financiera y económica del Universo.

Alfonso Cortés González es vicedecano de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Málaga y profesor de Comunicación de las Instituciones Públicas.
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La identidad de Picasso

Artículo publicado en elplural.com
Enlace: http://www.elplural.com/tribuna-libre/la-identidad-de-picasso/

Christine Ruiz-Picasso, nuera de nuestro más internacional pintor, ha montado en cólera porque en el Museo Picasso de Málaga se ha expuesto la colección de aguafuertes titulada Sueños y mentiras de Franco. Estos grabados (que ya han sido expuestos en Barcelona sin ninguna polémica) los imprimió Picasso con la intención de recaudar fondos para la causa republicana durante la Guerra Civil.

Esta señora, cuyo mayor mérito en la vida ha sido casarse con el hijo de Pablo Picasso, ha pedido además el cese del director del museo declarando que exponiendo esta obra, se hace un uso partidista y político de su suegro. Es evidente que esta mujer sencilla de fondo (no de apariencia) no conoce nada de la obra del creador del cubismo. Y esto no es lo grave, ya que todos tenemos el derecho a la ignorancia más soez, sino que a pesar de su vacía laguna cerebral sobre el sentido de la obra del pintor, tiene la deshonestidad de ser mecenas del Museo que lleva su nombre.
Primero, habría que aclarar que en todo este follón la única actuación partidista, cavernaria y resentida es la de Christine. Y ya en segundo lugar, y aunque el valor de una obra de arte pueda (o no) estar por encima de una determinada coyuntura política, Picasso era republicano, comunista, antifascista e hijo, como todo el mundo, de su tiempo. Y pintó, no sólo esta sino otras obras, contra Franco y la barbarie fascista. Nos puede gustar o no gustar, pero estos son los hechos.

Según los argumentos ramplones y cretinos de la nuera, podríamos invitar a dejar de leer con perspectiva política y social a Lorca porque fue una víctima del franquismo, o a los hermanos Machados por sus adscripciones políticas que todos sabemos. Al mismo tiempo, deberíamos obviar y borrar de la obra de Dalí, y de su interpretación historiográfica, todo rastro de su convivencia con el Franquismo.

También podríamos desposeer de símbolos religiosos la Sagrada Familia de Barcelona por las convicciones ideológicas de Gaudí y dejar de escuchar la música de Sabina por ser de izquierdas o la de Julio Iglesias por ser de derechas. Por tanto, creo que debemos exigir una rectificación pública por parte de Christine Ruíz-Picasso, no como persona, que es libre de pensar lo que quiera, sino en su calidad de representante de Picasso en la tierra.

Querer amputar el sentido político de esta obra de Picasso es sencilla y llanamente un acto de falsificación de la historia y una grave traición a la identidad del pintor. Nadie, pero nadie, tiene derecho para limitar la libertad de expresión de un profesional, para censurar la exposición de un museo, ni mucho menos para tunear el sentido de nuestra historia, sea este de nuestro agrado o no. Qué paradoja que la nuera de un artista comprometido con la Democracia y la Libertad, se comporte como una auténtica fascista. Mundo loco.

Alfonso Cortés González es profesor de Comunicación y Sociedad en la Universidad de Málaga
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El problema no son los liberados

artículo publicado en elplural.com
enlace: http://www.elplural.com/opinion/detail.php?id=50748

Estamos viviendo una crisis en Europa, eso está claro. Sin embargo, casi toda la atención se queda en su dimensión económica y descuidamos su dimensión política. Y es que la política en el continente se está poniendo muy fea, cuestión que se manifiesta en una sangrante pérdida de derechos adquiridos por los asalariados, en el resurgimiento de discursos fascistas en líderes políticos supuestamente demócratas aunque conservadores y en una izquierda que hace políticas muy de derechas.

Es abiertamente fascista que una presidenta de comunidad autónoma arremeta contra los sindicatos, llamando parásitos a los sindicalistas liberados, siendo personas que en teoría trabajan para mejorar las condiciones laborales de los asalariados. Habrá quien sea un parásito y habrá quien no, pero no se puede dilapidar de esta forma la figura del liberado sindical. Existen policías corruptos y sin embargo cuando hablamos de la policía no nos referimos a ellos como “esa panda de corruptos con pistolas”, porque sería un ataque a la verdad, además de peligroso. Pues igual pasa con los liberados: son necesarios.

Es normal, justo y deseable que un trabajador esté liberado de su empleo para poder dedicar sus horas de trabajo a la defensa y promoción de los derechos de sus compañeros. Estar liberado no significa no trabajar, significa dedicar las horas de trabajo a la defensa de los compañeros. Ahora bien, no seamos necios: quien debe poner firmes a los liberados sindicales (por decirlo de algún modo) no es Esperanza Aguirre y su tropa de palmeros idiotas (y digo idiota en el sentido griego del término), sino los propios trabajadores que han elegido a ese compañero para que les representen. Y aquellos trabajadores que no se interesan por el sindicato y sus derechos laborales, son también unos idiotas (otra vez en el sentido griego) porque no están haciendo nada por ellos mismos. Los trabajadores debemos entender que es vital para nosotros que tengamos liberados sindicales, pero de los buenos y trabajadores, y es responsabilidad nuestra exigirlo y exigírnoslo.

Por otro lado podríamos y deberíamos discutir sobre el papel y forma de actuar de los sindicatos, tema que apunté superficialmente en mi artículo del 16 de junio en este mismo diario, y que tendremos que volver a tratar en estas semanas, pero que por cuestiones de formato no me cabe en este texto. Les pido disculpas por ello.

Volviendo al hilo central del artículo, podríamos hablar también de los liberados de la Iglesia Católica, de los liberados de la patronal o del sueldo de más de 600€ al día de Cospedal. La cuestión es que de estos liberados no hablamos porque hacen bien su trabajo, y hacen bien su trabajo porque quien los libera, al mismo tiempo les pide cuentas. Eso es lo que tenemos que hacer los trabajadores: pedirles cuentas, y muchas, a nuestros liberados sindicales, pero nunca renunciar a ellos. Y esto es vital en el juego de poderes que supone una sociedad compleja, en la que nos guste o no, siguen existiendo clases. Botín sólo hay uno, pero dosmileuristas que se creen Botín y aplauden a la Aguirre hay demasiados.

Alfonso Cortés González es profesor de ‘Comunicación Política’ y de ‘Comunicación y Sociedad’ en la Universidad de Málaga

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El fascismo siempre está ahí

Artículo publicado en elplural.com
Enlace: http://www.elplural.com/opinion/detail.php?id=50486

Menos mal que el Parlamento Europeo acaba de condenar la política fascista del presidente francés de deportar a ciudadanos rumanos a su país. Esta decisión de la Eurocámara es lógica y ajustada a derecho (tanto de la propia UE como de cada uno de los Estados miembros). Sin embargo, que el pequeño dictador electo francés haya tomado estas decisiones racistas nos alerta de que realmente en Europa sigue existiendo un fascismo soterrado, que cuenta con el apoyo de determinados sectores de la sociedad. También en España.

La intención y vocación de Sarkozy con estas expulsiones se puede denominar como racista y fascista sin pudor de ningún tipo. Y esto es así, en primer lugar por imperativo ético, porque todas las personas, independientemente de su etnia, credo o ideas, han de ser tratadas de la misma forma. Y por otro lado, y esta vez por imperativo legal, Rumanía es miembro de la UE, y por tanto, sus ciudadanos tienen libertad de movimiento dentro de la Unión.

Y da igual que sean de etnia gitana, caucásica o semita: son rumanos, y por tanto europeos. En consecuencia, estas decisiones del presidente francés no sólo son discutibles, sino ilegales, y merecen la apertura de un procedimiento judicial. Cuestión de otro artículo sería cómo gestionar los asentamientos urbanos no autorizados, es decir, el chabolismo.

Parece mentira que en nuestro continente después del genocidio del fascismo (que comenzó dando rienda suelta a ese racismo europeo y blanco contra judíos y gitanos) y de una más que terrible Segunda Guerra Mundial, la lección no se haya aprendido bien. Y esto va para aquellas almas cándidas, estúpidas o acobardadas, que por no gustarle el color de piel de algunas personas son capaces de mandarnos a todos al carajo.

Simplemente racismo es lo que hay detrás de estas políticas: ¿o es que no hay blancos europeos en Francia que son mafiosos muy peligrosos y no son expulsados? Que tenga cuidado también el señor Sarkozy, ya que siendo él de ascendencia húngara, puede terminar siendo víctima de su propio engendro político.

Alfonso Cortés González es profesor de ‘Comunicación Política’ y de ‘Comunicación y Sociedad’ en la Universidad de Málaga

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ganaron con las armas pero no con la razón

artículo publicado en elplural.com
enlace: http://www.elplural.com/opinion/detail.php?id=45492

Esta semana se ha cumplido el 79 aniversario de la proclamación de la II República Española, sistema político legítimo y constitucional, derribado por las armas del ejército golpista del General Franco entre 1936 y 1939. Parece que ha llovido mucho desde esa época, y aunque lo haya hecho meteorológicamente, desde el punto de vista histórico, parece ser que tampoco hemos avanzado tanto.

En nuestro país cada vez es más evidente que el principal partido de la oposición (claro candidato a partido de gobierno) saca a relucir sus raíces, y se muestra como un partido política y sentimentalmente unido al Franquismo (sus fundadores eran reputados políticos de la dictadura). A veces, se nos olvida que la dictadura de Franco fue un régimen fascista, no por nada, sino porque cumplía todos los requisitos para serlo, ya que estaban suspendidas las Libertades Civiles, existía un partido único, se demonizaba a la Democracia, se disponía de un Sindicato Vertical, y se violaban los derechos de un pueblo mediante una fuerte represión y una brutal persecución política de las ideas y maneras de vivir. Estas características también las cumplían del mismo modo la Alemania de Hitler o la Italia de Mussolini.

Por tanto, que tengamos un PP (que se sustenta en gran parte sobre el franquismo sociológico) que pretende blindar las responsabilidades de nuestra última tiranía, es terriblemente peligroso. Es como si en Alemania, el principal partido de la oposición y con claras posibilidades de ganar las elecciones, fuese un partido llamado (supongamos) Volks Partei (fundado hipotéticamente en 1989 a partir de pequeños partidos de antiguos políticos de Hitler), cuyos fundadores de cabecera fueran destacados ministros nazis como Goebbels, Hess o Speer, y al frente del cual a modo de estandarte y como presidente honorario (como un tal Fraga en nuestro país) tuviesen a un todavía vivo y senil Joseph Goebbels, quien además durante los 90 gobernaba el Länder alemán de Renania del Norte-Westfalia, su tierra natal. ¿A qué choca? Pues esa de alguna forma parece que es nuestra triste historia.

Y que no nos vengan los populares con monsergas sobre Stalin o Fidel, ya que todos los demócratas condenamos el recorte de libertades y atropellos contra los Derechos Humanos de todas las dictaduras, y reconocemos a todas las víctimas, sean del color político que sean. Y más vale tarde que nunca: ya es hora de que Partido Popular condene al franquismo. Mientras esto no suceda, aún le quedan por recibir a los de Rajoy muchas lecciones de Democracia, de Política y de Derechos Humanos, pero muchas.

¿De qué sirve que a Rajoy se le llene la boca cuando habla de Derechos mientras niegan el derecho de miles de españoles a saber qué pasó y dónde están los restos mortales de sus familiares cercanos? De nada, simplemente sirve para evidenciar una vez más el grado de demagogia y falsedad que se gastan en Calle Génova, 13. ¿Es tan difícil que un supuesto partido demócrata como el PP condene una dictadura y apoye las aspiraciones legítimas de cualquier hijo de saber dónde está el cadáver de su padre? Hable claro señor Rajoy: ¿les niega ese derecho a millares de familias españolas?

Esto viene a evidenciarnos que la Transición a la Democracia en nuestro país aún no ha sido completada, y que necesitamos una Segunda Transición porque no todos los vestigios de la dictadura han sido depurados de las más altas instancias del poder. Del mismo modo que en la Primera Transición se normalizó el Poder Legislativo, se redactó una Constitución y se depuraron las Fuerzas Armadas, en esta Segunda Transición queda por reformar el Poder Judicial (descaradamente anclado en el pasado), y conseguir que todos los partidos con aspiraciones de gobierno por lo menos sean demócratas (para que nos den seguridad a todos los ciudadanos de que respetan las reglas de juego), y se desmarquen del Franquismo. Si un partido que puede llegar a gobernar no condena la violencia de nuestro régimen anterior, es normal que muchos sintamos miedo al tener dudas sobre el respeto profundo que puedan sentir estos señores por las libertades, la convivencia y respeto entre ciudadanos.

Es cierto que históricamente en España pesa mucho en que el fascismo venciera por las armas en 1939, y muriese plácidamente en un lecho con el poder político intacto. Pero este hecho histórico no puede servir para que esa victoria violenta de hace 6 décadas pretenda delimitar y encasillar nuestro presente y nuestro futuro, ya que eso ni convence (como dijo Unamuno) ni es razón política suficiente.

El acoso que está sufriendo Garzón es un atropello a las propias aspiraciones democráticas y a la Verdad en nuestro país, que está teniendo una respuesta firme y de asombro en el resto de los países democráticos (incluso se abre un proceso judicial en Argentina contra el Franquismo). La gente del PP, con Aguirre a la cabeza, no se conforma con perseguir y destruir a Garzón, sino que nos quieren negar la voz, nos quiere negar nuestro derecho a manifestarnos sobre este tema, y silenciar la memoria reciente de nuestro país.

La lideresa calificó el acto de apoyo a Garzón en la Complutense como un suceso antidemocrático, cuando ese acto es totalmente democrático porque está amparado por nuestra legislación, ya que tenemos Libertad de Asociación, Opinión y Manifestación. Además, la Universidad en toda Europa, señora Aguirre, es una institución autónoma del poder Político, sea del signo que sea, y lo es así para poder reflexionar, deliberar y discutir sin presiones de ningún tipo, aunque los gastos de la Complutense lo pague la Comunidad de Madrid, o los de mi Universidad lo haga la Junta de Andalucía. Si se le niega esta autonomía a la Universidad, estamos negando su razón de ser y su vocación de hacer avanzar el conocimiento y la civilización. Es evidente señora Aguirre, que no supo aprovechar en sus tiempos mozos su paso por la Universidad. Qué pena.

Ahora bien, lo que es antidemocrático, señores del PP, es querer encubrir los crímenes de la dictadura franquista y no luchar por los Derechos Humanos (de todos, para todos y universales) ya que contribuir a que se sepa la Verdad es construir Democracia. Lo que es antidemocrático, para más señas, es querer callar nuestras voces para que no sepamos qué pasó. Si creemos en las libertades, hay que empezar por reconocérselas a nuestros adversarios (Hitler reconocía la libertad de opinión, pero sólo a los que opinaban como él, igual que Franco). Y como creo en las libertades, señores del PP, defiendo con todo mi corazón y con todas las consecuencias, vuestro derecho a que digáis y expreséis lo que queráis, aunque sean fruto de la ignorancia o de la mala leche. Pero a cambio de vuestra libertad no queráis privarnos de la nuestra. Esa es la esencia del fascismo.

Alfonso Cortés González es profesor de la Universidad de Málaga

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La transición inmodélica y el caso Garzón

artículo de Vincenç Navarro publicado elplural.com
Enlace: http://www.elplural.com/opinion/detail.php?id=45003

Cuando volví del exilio me sorprendió encontrar el mensaje tan generalizado (promovido por los establishments políticos y mediáticos del país) de que la transición de la dictadura a la democracia en España había sido modélica. Tal transición –se decía y continúa diciéndose- nos permitió pasar, sin mayores convulsiones, de una dictadura a una democracia homologable a cualquier otra democracia europea. Es más, algunos protagonistas de aquel proceso hablaron incluso de ruptura con aquel sistema dictatorial anterior, ruptura liderada por el Monarca que, aún habiendo sido nombrado por el Dictador, condujo el proceso hacia una monarquía constitucional, equiparable a otrs monarquías europeas.

Esta lectura idealizada de la transición continúa a pesar de que la evidencia que muestra que tal transición no fue modélica es extensa, clara y robusta. No sé si hubiera sido posible otro tipo de transición. Sobre ello no quiero pronunciarme, pero lo que sí está claro es que de modélica tuvo poco. Se hizo bajo el enorme dominio de las fuerzas conservadoras que había apoyado aquella dictadura y controlaban el aparato del Estado, desde la Monarquía al Ejército, pasando por la Judicatura. Ni que decir tiene, que las izquierdas, y muy en particular las movilizaciones populares (sobre todo de la clase trabajadora de las distintas naciones y pueblos de España) fueron determinantes en abrir aquel proceso iniciado por la Monarquía (cuyas propuestas iniciales de cambio eran claramente no democráticas). Franco murió en la cama, pero el régimen que lideró murió en la calle. Pero la abertura, que introdujo la democracia, se hizo en términos muy favorables a las fuerzas conservadoras que continuaron controlando el aparato del Estado.

Uno de los indicadores del dominio conservador en las culturas políticas y mediáticas del país, es que a aquel régimen dictatorial se le define erróneamente como franquista, indicando con ello que era un régimen caudillista, autoritario (aunque no totalitario), liderado por un General, y por unas élites supeditadas al Caudillo. Pero, aquel régimen fue mucho más que caudillista. Lo que se ignora o se oculta es que fue un régimen fascista, tal como he detallado en otro texto documentando como aquel régimen tuvo todas las características que definen a un estado fascista, (ver mi libro <i>Bienestar Insuficiente, Democracia incompleta</i>. De lo que no se habla en nuestro país. Premio de Ensayo Anagrama 2002). Tal régimen fue establecido predominantemente por una clase social (centrada en el mundo financiero y empresarial) que fue impuesto a la población española para defender sus intereses de clase frente a las conquistas sociales de la clase trabajadora (conseguidas por la vía democrática durante la II República). El régimen estuvo cohesionado por una ideología totalitaria y totalizante (que invadía todas las esferas del ser humano desde el sexo a la lengua hablada), dotada de un nacionalismo hispánico extremo, con claras connotaciones racistas (el día nacional se llamaba el día de la Raza) junto con un tipo de catolicismo enormemente reaccionario que promocionó al Caudillo como la mano de Dios.

El lenguaje que utilizamos no es neutro. Y el hecho de que se defina aquella dictadura como caudillista en lugar de fascista, responde a un proyecto político conservador exitoso. Diluye la enorme importancia que tuvo en la configuración de aquel régimen la clase dominante, que continúa teniendo una enorme influencia en la vida financiera, económica, política e incluso mediática del país, en un sistema democrático altamente insuficiente y limitado, basado en un estado dominado por personajes heredados del régimen anterior.

El mejor ejemplo de ello es lo que está pasando en el Tribunal Superior. El partido fascista –La Falange- está exitosamente llevando a los tribunales al único juez en España, el juez Garzón, que ha intentado llevar a los tribunales a las autoridades responsables de los enormes crímenes realizados por aquel régimen fascista (ayudando además a las familias de las más de 120.000 personas asesinadas y desaparecidas). Y el Tribunal Supremo, presidido por un juez que en su día juró lealtad al movimiento fascista (el Movimiento Nacional) ha aceptado el mérito de tal acusación, basándose en que el juez Garzón estaba violando la Ley de Amnistía que se hizo en la transición que, supuestamente, exculpaba a los responsables de los crímenes realizados por aquella dictadura. Y para mayor insulto, el juez miembro del Tribunal Supremo que dio luz verde al proceso de enjuiciamiento del Juez Garzón, es el magistrado Adolfo Prego, patrono de honor de la fundación de ultraderecha, Defensa de la Nación Española, que será el que redactará la sentencia final. Tal señor es promotor de los libros del mayor defensor del golpe militar fascista de 1936, Pío Moa.

Y es otro indicador del enorme poder de las derechas en España el hecho de que, con escasas excepciones, no haya habido una protesta masiva del establishment político y mediático del país al enjuiciamiento del juez Garzón. Todo lo contrario, el argumento de la independencia de la rama jurídica del estado se ha utilizado ampliamente (incluso por algunas voces como el alcalde socialista de Zaragoza, el Sr. Alberto Belloch), como una exigencia del sistema democrático, con lo cual se llega al absurdo de que no denunciar aquella situación –profundamente ofensiva para cualquier conciencia democrática- se presenta como una exigencia democrática. Esta actitud ignora u oculta el carácter antidemocrático de instituciones y personajes cuyos comportamientos están dañando e inhibiendo el pleno desarrollo de la democracia española. Es inimaginable que en cualquier otro país que hubiera sufrido el fascismo y el nazismo (Alemania e Italia, entre otros), existiera hoy una situación semejante, en la que el partido nazi (prohibido en Alemania) llevara al Tribunal Supremo (en el que hubiera varios miembros que juraron lealtad al nazismo, algunos de los cuales permanecieran todavía activos en causas heredadas del régimen nazi anterior), al único juez que hubiera llevado a los tribunales a los responsables de los horribles crímenes realizados por el nazismo. Y es inimaginable que el alcalde de cualquier ciudad alemana indicara que hay que respetar el orden judicial y dejar hacer a la justicia. Hablar de justicia en este contexto es una farsa.

Otro argumento que se ha utilizado para oponerse a la denuncia del Tribunal Supremo ha sido el de negar que sea un proceso político, tal como ha hecho Francesc de Carreras, Catedrático de Derecho Constitucional, en su columna semanal en <i>La Vanguardia</i>. Este autor basa su argumento de que el ajusticiamiento de Garzón no es una maniobra de las ultraderechas, en el hecho de que el juez instructor que inició el proceso de reconocer y admitir la querella del partido fascista fuera el juez Luciano Varela, un juez perteneciente a la asociación progresista Jueces para la Democracia, concluyendo con ello que el caso Garzón no es un caso político sino un caso de lecturas distintas de las funciones de la judicatura. El hecho de que Varela fuera progresista en su día es, sin embargo, irrelevante. Que el juez Varela, de conocida hostilidad hacia el juez Garzón, utilice una Corte, el Tribunal Supremo, con gran densidad de personas cuya sensibilidad política de ultraderecha favorece el resultado de la denuncia del Partido fascista –la Falange-, muestra un comportamiento oportunista que lo hace colaboracionista de tal instrumento fascista en su intento de eliminar a Garzón. Seguro que el juez Varela conoce la historia de nuestro país, que sabe qué representa la Falange (que asesinó a miles de españoles), y que conoce el olvido al cual han sido sometidas las víctimas de aquella horrible dictadura fascista. Y también seguro que sabe que el juez Garzón fue el único que intentó corregir esta situación. Olvidar todos estos hechos y anteponer sus propias antipatías personales a la necesidad de corregir tales entuertos, merece la denuncia y el desprecio de cualquier persona española que se considere demócrata.

En realidad, todos estos hechos muestran que la transición fue profundamente inmodélica, pues nos dejó una democracia muy incompleta en la que las derechas (de nula cultura democrática) están utilizando su control de instituciones claves del estado para continuar eliminando las voces democráticas que cuestionan su poder y su historia.

Vicenç Navarro es Catedrático de Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra, y Profesor de Public Policy. The Johns Hopkins University
Blog de Vicenç Navarro  

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Buenismo decimonónico y fascismo del siglo XXI

Artículo publicado en elplural.com
enlace: http://www.elplural.com/opinion/detail.php?id=44263

Federico Trillo, que en mi opinión es uno de los políticos más abominables de la España contemporánea por su gestión del accidente del Yak-42, ha acusado a la izquierda de “buenismo decimonónico”. Hay quien lo ha considerado un insulto, cuando en realidad debe ser tomado como lo que es: un halago y un reconocimiento histórico sin precedentes a sus adversarios políticos. Esta vez Trillo ha sido todo un caballero.

Es una cortesía de gran magnitud que alguien del PP evidencie públicamente que la izquierda es una ideología “buenista”, cuando tradicionalmente la derecha ha pintado a los progresistas con cuernos y rabo, y les ha acusado, sin fundamento, de la más extrema de las maldades. Resulta que al final el tiempo nos da la razón, y hasta la derecha más retrógrada, representada por este señor, reconoce la vocación de bondad de la izquierda.

Mientras la izquierda amplía (o lo pretende) los derechos de las personas, los “malistas” de la derecha buscan recortarlos (ya sean laborales, o de orientación sexual y reproductiva). Frente a la libertad de expresión, que siempre ha sido seña de identidad del progresismo, la derecha vuelve a censurar y retira de una exposición en un museo las fotografías del caso Gürtel. Frente a la búsqueda de la justicia por parte de la izquierda, la derecha persigue a un juez por hacer bien su trabajo al destapar casos de corrupción, y por tratar de esclarecer crímenes contra la humanidad.

Bien es verdad que la izquierda actual no es la del XIX, por mucho que lo diga Trillo, pero debemos ser conscientes de que las ideas de libertad y emancipación de esa izquierda decimonónica, tienen gran responsabilidad en que hoy día sostengamos esos ideales de justicia y de dignidad en nuestras cabezas. ¿Qué nos ha aportado el fascismo del siglo XX? Pues sangre, miseria, indignidad, represión y sufrimiento.

Paradójica y paralelamente al clásico buenismo de la izquierda, observamos como la derecha española sí que se parece cada día más al fascismo del siglo pasado. Ya han empezado de nuevo a censurar, además de llevar años oponiéndose a la subvención del cine y de la cultura (desgraciadamente en este mundo capitalista, si no subvencionamos la cultura, ésta desaparecería devorada por la cultura eminentemente comercial y temporal, y siglos de civilización se tirarían por el sumidero de la ignorancia y la avaricia humana).

El siguiente nivel, en esta escalada intransigente y antidemocrática de nuestra derecha del PP, sería que volviesen a quemar libros y a perseguir a científicos e intelectuales. Miedo les ha dado siempre a estos señores (los que en boca de Millán Astray gritaban “¡muera la inteligencia!”) el conocimiento, la razón, la justicia y la igualdad de oportunidades de los seres humanos.

Ante los nuevos modelos de sociedad, podemos estar seguros de que el (llamado por Trillo) buenismo decimonónico de la izquierda, adaptado a las necesidades del siglo XXI, nos traerá mejores consecuencias que el fascismo de toda la vida que están empezando a poner de manifiesto algunos temibles sectores del PP. Y esto es así por una evidente cuestión de justicia y de sensibilidad humana avalada por el conocimiento de la historia de verdad, y no por ésa que se quieren inventar los Pios Moas que buitrean en los balcones traseros de Génova 13. Sobre ello podríamos discutir en futuras ediciones.

Alfonso Cortés González es profesor de Comunicación Política y publicidad en la Universidad de Málaga

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Fascism is Alive and Well in Spain: The Case of Judge Garzon

publicado por Vicenç Navarro.
enlace: http://www.vnavarro.org/?p=3972&lang=en
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The fascist regime led by General Franco was one of the most repressive regimes in Europe in the twentieth century. It was imposed on the Spanish people by Hitler and Mussolini; without their assistance, Franco could not have defeated the popular forces that defended the democratically elected government of the Spanish Republic during the years 1936–1939.

The establishment of the Republic had opened up the possibility of making important reforms needed in Spain to respond to the demands of the popular classes.  The first democratically elected republican government instituted land reform (which antagonized the large landowners – the Catholic Church being among the largest); educational reform that expanded public education (antagonizing the Church, which controlled the educational system); and public pension reform (antagonizing banking). It also facilitated the organization of workers by encouraging trade unionism (antagonizing employers), reduced the number of top officers in the Armed Forces, and instituted many other highly popular changes. In response, the groups opposed to these reforms, led by the Army and assisted by troops and military equipment sent by Hitler and Mussolini, carried out a military coup.

The coup was strongly resisted by Spain’s popular classes, who fought for three years to defend the Republic, under enormous difficulties – the major one being the lack of arms (there was one gun for every three soldiers on the front). The Western democratic governments did not lift a finger to help the democratically elected government of Spain. As Winston Churchill said, the European governments were afraid that the popular reforms taking place in the new Republic would “contaminate” their own popular classes, who would then ask for the same changes in their own countries. So these governments chose to follow their class interests, Churchill said, over national interests. And, as history proved, this was the wrong choice. Their failure to assist the democratic forces in Spain only helped Hitler and later, in starting World War II.

Franco’s victory in Spain meant brutal repression. More than 200,000 men and women were executed, and another 200,000 died in fascist concentration camps and other places of detention. And 114,266 people simply disappeared. They were killed by the Falange (the fascist party) or by the Army, and their bodies were abandoned or buried without being identified (see my  “A Forgotten Genocide: The Case of Spain”).

Up until the last year of the dictatorship, 1978, repression was a constant in Spain’s fascist regime. Of course, apologists for that regime (coming from the fascist apparatus of the state) – such as Juan Linz, later a professor of political science at Yale – denied that Franco’s regime was a fascist totalitarian regime. They defined it as authoritarian, but not totalitarian, by which Linz (and Spain’s right-wing Popular Party, the PP) meant a regime that did not impose a totalizing ideology on the population. This claim is easily proven wrong. Spanish fascism was rooted in a profound and intense form of nationalism based, by its own definition, on a special race – the Hispanic race (the national day celebrating the conquest of Latin America was called the Day of the Hispanic Race) – that was chosen by God as the savior of civilization (this being rooted in a profoundly reactionary form of Catholicism) and led by a man of superhuman qualities, General Franco. The regime controlled all the country’s value-producing systems, from school tests to sports magazines. To deny the totalizing character of that regime, and how it controlled and imposed itself on all spheres of life, is plain apologetics.

The transition to democracy in 1978 was carried out on terms very favorable to the right-wing forces controlling the Spanish state, led by the king, who regarded Franco “as one of the greatest patriots in the history of Spain, savior of the nation against the Red forces”. A key element of the transition was the Amnesty Law, which called for immunity for all who had committed political crimes during the dictatorship. The law was accompanied by a Pact of Silence among the leaderships of all political parties, including the left-wing parties (the socialist and communist parties). As a consequence, the 114,266 disappeared remained disappeared.

Then, three years ago, the grandchildren of the disappeared (the desaparecidos) started looking for their bodies. Village by village, they began to search for them – a movement that immediately received huge popular support at the street level. There were people who knew where the disappeared were buried, but they had been afraid to talk about it, even thirty years after Spain’s return to democracy. The movement spread throughout the country, putting right-wing forces (and the old leadership of the left-wing forces) on the defensive. This movement has challenged the official perception and presentation of the change from dictatorship to democracy as a “model” transition. In fact, in this “model” transition, the right-wing forces still held enormous power.

The movement to recover the disappeared was instrumental in forcing a new law, approved by the Spanish Parliament, to break the Pact of Silence. The Law of Historical Memory calls for the government and public authorities to help families find the bodies of their loved ones. But the socialists in government (with the exception of the Catalan government, a coalition of three left-wing parties) have done very little to advance this. They are afraid of antagonizing the powerful forces (the monarchy, the Army, and the Church) that insist on the need to respect both the Pact of Silence and the Amnesty Law.

Enter Judge Garzon. This is the Spanish judge who tried to take General Pinochet to court when the general was in London, and who led the movement to take other Latin American dictators to court. He came under increasing pressure from the popular movement working for the recovery of historical memory in Spain to look at what had happened at home, not just abroad. Pinochet, after all, was a boy scout compared with Franco: General Franco’s repression was even more brutal than that carried out by his disciple, General Pinochet.

Finally, in response to this popular pressure, Judge Garzon called for an inquiry into the crimes committed by the Franco dictatorship, so as to hold tribunals and take those responsible for the horrors of that regime to court. It was a courageous and highly popular move. For the first time, an official report was prepared, by Garzon, documenting the extent of the repression under fascism in Spain. And, as it turns out, the repression was even broader and deeper than previously known. Many people had never spoken (even to their own children) of what they had seen and experienced during those years.

And, of course, the reactionary forces mobilized. There are very powerful forces in Spain that want to stop Garzon and punish him. The fascist party (La Falange) and other ultra-right-wing forces took Judge Garzon to the Supreme Court, asking that he be stopped from taking Franco’s regime and those responsible for the desaparecidos to the tribunals. And to everyone’s surprise, a member of the Supreme Court, Judge Varela, who had been assigned by this court to look at the fascists’ denunciation of Garzon, saw merit in their request: according to this judge, the Amnesty Law signed in the last days of the dictatorship gave permanent immunity to all who had committed violations of human rights under the fascist regime. This judge’s position increased the likelihood of Garzon’s being taken to the Supreme Court (a five-member court presided over by a judge who swore loyalty to the fascist regime).

It is interesting to read in Judge Varela’s indictment the way in which he justifies the need to take Judge Garzon to court. “[Garzon’s] actions seem to imply that there has been a pact of silence about the actions taken by the previous regime, exposing all the political and judicial systems to the criticism of having been insensitive to the defense of human rights and defense of the forgotten”. Judge Varela wants to prevent Judge Garzon from continuing his trial of the Francoist regime because it will reveal that there has been a pact of silence and that neither the state nor the courts have put into practice the recently passed Historical Memory Law and have done nothing in defense of the forgotten. In that way, Varela wants to save the honor of the Spanish state and the courts and avoid any further embarrassment to the very powerful forces responsible for that silence and for that democratic insensitivity. The initial work done by Judge Garzon has already proved not only the horrible crimes committed by the Fascist regime, but also the deafening silence during the 30 years of democracy. Judge Varela added that the Amnesty Law prevents any inquiry into the crimes committed during the dictatorship, ignoring the fact that the Spanish state has signed the United Nations Human Rights Law, which in Article 15.2 clearly states that the “crimes against humanity” cannot be silenced by national laws such as Spain’s Amnesty Law.

In a few days, the Supreme Court (chaired by a judge who swore loyalty to the Fascist regime during the dictatorship) will pass judgment on Garzon and most likely will divest him of his judicial responsibilities. To put this in perspective, what is happening is equivalent to the Supreme Court of Germany (presided over by a judge who swore loyalty to the Nazi Government) responding to the request of the Nazi Party and passing judgment on the only judge who had dared to try the crimes committed by the Nazi regime. This is what is happening in Spain. And the “official” international media remain silent.

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los ‘del monte’ siguen sin ley. Los Maquis: sierra y libertad

publicado en el plural por Miguel Ángel Rodríaguez.
Para leerlo de la fuente original, pinche aquí.

Los ‘del monte’, los maquis, los últimos defensores de la República española, en muchos casos también brigadistas internacionales en la liberación del nazismo de Francia, de toda Europa. Hace tan sólo unos días se celebraron las X Jornadas “El maquis” en Santa Cruz de Moya (Cuenca) coincidiendo con el día del guerrillero español; como todos los años, rodeados nuestros guerrilleros del cariño y reconocimiento personal de los asistentes; como todos los años, ausente toda representación institucional de nuestras autoridades nacionales en quisdicho homenaje. 

‘Bandoleros’ hasta el 2001
No deja de sorprender – de estremecer más bien – el profundo olvido de la epopeya de estos hombres y mujeres dignos y valientes por parte de nuestro reestablecido Estado democrático; considerados como ‘bandoleros’ hasta nada menos que el año 2001, no reconocidos sus rangos militares y derechos como combatientes de la República ni tan siquiera hoy.


Francisco Molina Delgado (punto de apoyo) y los maquis José Navarro Pascual «Andrés» y Benerando Pradas Garrido «Larry». Foto: Juan Navarro

¿Cómo es posible?
Un Estado que sigue sin tener una calle, un mínimo espacio en los libros de texto de nuestros estudiantes, para nombres como los de ‘Grande’, ‘Bedoya’, ‘Chaval’, ‘Larry’, la novena brigada, la AGLA, y tantos y tantos otros. Que se ha permitido olvidar a hombres irrepetibles como ‘Girón’, incontables sus hazañas, incluida la de escapar con bien, junto a sus cuatro compañeros, de su enfrentamiento con los doscientos guardias civiles que les tenían cercados, como todavía cuentan con admiración los mayores del lugar. A hombres como Juan Fernández Ayala, “Juanín”, el último guerrillero que, acosado en los Picos de Europa, no podía “desertarle” a su República y, consciente de la suerte que correría, se despidió para siempre y se fue a morir al monte un mes de mayo de 1957, tras veinte años de guerra contra el franquismo, desgastando en la soledad de la sierra el recuerdo de los días de una España de progreso cada vez más lejana.

¿Cómo es eso posible? ¿cómo es posible que nuestro país no honre y recuerde a todos estos hombres y mujeres que lo dieron todo, y más, por nuestra libertad y nuestro futuro?

Agua sin vaso cuando hay agua, vaso sin agua cuando hay sed…

Amarga y desmemoriada «memoria histórica» la nuestra, la que nos han querido imponer de espaldas al derecho internacional, a los mismos deberes de humanidad: agua sin vaso cuando hay agua, vaso sin agua cuando hay sed… la misma sensación desgarrada pegada a la garganta que Otero.

Miles de guerrilleros, enlaces y puntos de apoyo
Más de cinco mil nombres de guerrilleros ignorados; varios miles más de «enlaces» y «puntos de apoyo» que afrontaron igualmente represalias atroces por parte de la Guardia Civil de Franco, de contrapartidas y falangistas. Incontables sus familiares represaliados por la saña de no poder apresarles.

Grados de desentendimiento dentro del mismo olvido
No contabilizados, tampoco, los niños perdidos igualmente arrebatados a sus familias – uno de los tres grandes colectivos objeto de desaparición forzada infantil por parte del Estado español -, como la del propio Manuel Girón a cuya hermana, Emilia, recientemente fallecida a las puertas de la justicia española a la espera de que alguien le devolviese a su pequeño, le hicieron pagar con una vida de sufrimiento y separación familiar la valentía del ‘león del Bierzo’.

Todo ello olvidado, sepultado bajo un distanciamiento equidistante, amnésico, fruto del silencio aprendido.

Según parece hemos sido capaces de inaugurar grados de desentendimiento incluso dentro del mismo olvido.

Los años más feroces
Todo ello a pesar de su conmovedor compromiso, de su sacrificio sin fin en la dureza desamparada del monte, en su lucha por la superviviencia cotidiana, por persistir, por mantener con su presencia sobre el terreno alguna esperanza abierta para el reestablecimiento de una España democrática; por muy insostenible que resultase su situación, por muchos padecimientos que hubiese que afrontar, por muchos compañeros que acabasen cayendo en el camino para terminar engrosando la cifra de los desaparecidos en fosas comunes, cuando no expuestos sus cadáveres acribillados con escarnio como trofeos humanos en la plaza del pueblo.

Pero nuestros guerrilleros siguieron luchando, sabían, lo siguen diciendo hoy, que el pueblo estaba con ellos, sabían de la esperanza que durante los años más feroces representaron para la sociedad española, aterrorizada y reducida, que, una vez, se había atrevido a soñar con la República.

Nuestros imprescindibles
Y es así como, poco a poco, tras toda una vida de lucha, fueron dejando morir a nuestros «imprescindibles» en el olvido, sin que ninguno de nuestros gobernantes se diese cuenta, ni lo haya hecho todavía, de por qué lo son, y hasta qué punto; sin que jamás ni una sola de nuestras instituciones nacionales les diera mínimamente las gracias ni les reconociera nada, ni tan siquiera su condición de ex combatientes de la República que, en la derrota militar, en el exilio o en el olvido, ellos siempre llevaron con orgullo.

¿Qué se le va a hacer? Sin duda alguna nuestros representantes, reservando sus fuerzas para más altas tareas de Estado, no han podido encontrar un hueco en sus apretadas agendas de los últimos treinta años para honrarles como se haría en cualquier otro país democrático.

Aguardan en algún lugar
Nuestros guerrilleros aguardan en algún lugar, con los niños perdidos, con las miles de mujeres víctimas de crímenes contra la humanidad de género, con todos los represaliados, expoliados, olvidados, para los que tampoco ha habido reconocimiento ni reparación institucional alguna en el país que decidió esconder su propio genocidio bajo la alfombra.

Siguen al margen de una ley de la que no se puede formar parte y a la que se opusieron con todas sus fuerzas desde el inicio de su gestación; todavía 70 años después recordándonos, hasta el final, de qué lado no está la dignidad.

Una vez más, defendiendo lo que es necesario
Y, en el fondo, casi resulta normal que las cosas fueran así; imagínense: los últimos en plantarle cara sobre el terreno, con todo en contra, al franquismo más salvaje, pasando por el aro de las políticas de punto final – de medias tintas no, sin tintero y gravemente vulneratorias de varios derechos humanos – del actual Gobierno del PSOE. Las carcajadas aún se deben poder escuchar entre las peñas.

Los ‘del monte’ siguen sin ley, como siempre, defendiendo lo que es necesario.

Sierra y libertad.

Y gracias, que es lo único que está a mi alcance decir en estas líneas por muy poco que sea.

Miguel Ángel Rodríguez Arias es profesor de Derecho penal internacional de la Universidad de Castilla-La Mancha, autor del libro El caso de los niños perdidos del franquismo: crimen contra la humanidad y otros trabajos pioneros sobre desapariciones forzadas del franquismo que dieron lugar a las actuaciones de la Audiencia Nacional

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