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jubilación

La sabiduría convencional sobre las pensiones está equivocada

Artículo publicado en elplural.com: http://www.elplural.com/opinion/detail.php?id=43090

Un artículo recientemente publicado en El País (podría haber aparecido en cualquier rotativo), titulado “Pensiones: la hora de la reforma” y escrito por Luis Garicano y Cesar Molinas (31.01.10), presenta el error que se reproduce constantemente por aquellas voces –como las de los autores del citado artículo- que creen que la transición demográfica hace inviable el sostenimiento de las pensiones a no ser que se hagan los cambios que ellos proponen, que incluyen el retraso de la edad de jubilación y el alargamiento del periodo de cálculo de las pensiones. Ambas propuestas, de realizarse, llevarían a una notable disminución de las pensiones.

Pero veamos los supuestos en los que se basan tales propuestas. Comienzan el artículo subrayando que “la esperanza de vida al nacer de los españoles ha aumentado desde 1991 a un ritmo galopante de cuatro horas cada día”. En el contexto del artículo, se asume erróneamente que, los ancianos viven ya ahora 3 años y dos meses más que en 1991. Pues bien, esto no es cierto. Por lo visto desconocen como se calcula la esperanza de vida promedio del país. Supongamos que España tuviera sólo dos habitantes, uno Pepito que muere al nacer y otro, la Sra. Garcia que tiene 80 años. La esperanza de vida promedio de España sería (0+80)/2 = 40 años. Supongamos que en un país vecino, hubiera también dos ciudadanos, uno Juanito que tiene 20 años y otro, la Sra. Pérez que tiene 80 años. La esperanza de vida promedio de este segundo país es (20+80)/2 = 50 años. El hecho de que este país tenga diez años más como promedio en su esperanza de vida que España, no quiere decir (como constantemente se dice) que la Sra. Pérez viva 10 años más que la Sra. García. Lo que ocurre es que Juanito vive 20 años más que Pepito. Pues bien, lo que ha ocurrido todos estos años ha sido primordialmente una disminución de la mortalidad infantil. Naturalmente que los ancianos viven más pero no lo que tales autores citan. Están exagerando (asumo que por ignorancia) los años de vida que los pensionistas vivirán gozando de sus pensiones.

Otra observación que hacen es que “la natalidad se ha desplomado”. Pues, tampoco es cierto. Ni la natalidad ni la fecundidad (número de hijos por mujer fértil) han colapsado. Ha estado bastante estable por mucho tiempo, en unos niveles bajos que debieran aumentar para alcanzar el número de niños que las familias españolas desean, es decir 2, si se proveyeran los servicios de ayuda a las familias, (escuelas de infancia y servicios domiciliarios) que en su día llamé el 4º pilar del estado del bienestar (ver artículo El cuarto pilar del bienestar. Público, 15.10.09). Tales servicios ayudarían a compaginar las responsabilidades familiares (que debieran ser compartidas por el hombre) con el proyecto profesional de la mujer, facilitando un incremento de la fecundidad. La mujer sueca tiene casi 2 niños, resultado de la universalización de tal 4º pilar del bienestar y de tener una situación laboral más estable que la que tiene la mujer española.

Pero la parte más preocupante de la sabiduría convencional escrita por estos autores se plasma cuando reproducen el mismo error que hacen el Banco de España y la Comisión Europea, señalando que las pensiones pasarán de representar el 8% del PIB actual, al 15% en 2040, una situación que consideran inaceptable pues la sociedad no tiene tales recursos.

Olvidan el impacto de la productividad. Supongamos que el crecimiento anual de la productividad es de un 1,5%, un crecimiento que incluso el Banco de España admite como razonable. En este caso, el valor del PIB español será 2,23 veces mayor que el PIB del año 2007. Ello quiere decir que si consideramos el valor del PIB del año 2007 como 100, el del año 2060 será de 223. Pues bien, el número de recursos para los no pensionistas en el año 2007 fue de 100 menos 8,4 (8,4 es la cantidad que nos gastamos aquel año en pensionistas), es decir, 91,6. En el año 2060 los recursos a los pensionistas serán el 15,1% de 223, es decir 33, y para los no pensionistas será 223 menos 33, es decir, 192, una cantidad que es más del doble de la existente en el año 2007, 91,6. Debido al crecimiento de la productividad, en el año 2060 habrá más recursos para los no pensionistas que hoy, y ello a pesar de que el porcentaje del PIB dedicado a pensiones es superior en el año 2060 que en el 2007. Los que alarman innecesariamente a la población olvidan un hecho muy elemental. Hace cincuenta años, España dedicaba a las pensiones sólo un 3% del PIB. Hoy es un 8%, más del doble que cincuenta años atrás. Y la sociedad tiene muchos más fondos para los no pensionistas de los que había entonces, aún cuando el porcentaje del PIB en pensiones sea mucho mayor ahora que entonces. Por cierto, hace cincuenta años, cuando España se gastaba un 3% del PIB en pensiones, había voces liberales que decían que en cincuenta años se doblaría o triplicaría tal porcentaje, arruinando el país. Pues bien, estamos cincuenta años más tarde, y el país tiene más recursos para los no pensionistas de los que existían entonces, aún cuando el porcentaje del PIB dedicado a pensiones se ha doblado (En estos datos, por cierto, se ha incluido ya el impacto de la inflación).

Se están haciendo aseveraciones totalmente infundadas en el intento de crear una situación de pánico para que la población acepte la reducción de sus pensiones públicas y vaya corriendo a comprarse un plan de pensiones privado. Pero España, no tiene ningún problema de viabilidad de su sistema de pensiones. Lo que tiene es un problema de desempleo que debe resolverse a base de políticas de pleno empleo todavía poco desarrolladas en España, donde erróneamente se está dando más importancia al descenso del déficit público que a la expansión del empleo, incluyendo el público (el más bajo de la UE-15).

Vicenç Navarro es Catedrático de Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra, y Profesor de Public Policy. The Johns Hopkins University
Blog de Vicenç Navarro

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La reforma de las pensiones

Artículo publicado en elplural.com: http://www.elplural.com/opinion/detail.php?id=43032

Parece que el sistema de pensiones necesita una reforma. Sobre todo si atendemos a esta simple explicación matemática: a la misma recaudación por cotizaciones, se le resta que cada vez los jóvenes empiezan a trabajar más tarde y que la esperanza de vida es cada vez más alta. En este sentido, a largo plazo, es obvio que las cuentas no salen.

Ahora bien, este es un tema que no debemos tomar a la ligera, ni debemos dar un cheque en blanco a ninguna propuesta a priori, ya que es un asunto muy serio, digamos claramente que de Estado, ya que va a la médula del llamado Estado del Bienestar, y de sus derechos sociales conseguidos con durísimos esfuerzos a lo largo de nuestra historia. En consecuencia, debe ser éste, un debate al que debemos dedicarle mucho tiempo y reflexión, para no darle una salida apresurada y por ende irresponsable. Podemos estar, si es necesario, un par de años debatiéndolo.

Para que el sistema de pensiones sea sostenible, el catedrático de Hacienda Pública Ignacio Zubiri explicó que se pueden tomar tres caminos: “Aumentar los ingresos del sistema, reducir sus gastos u optar por una combinación de ambas”. La propuesta del Gobierno está orientada a reducir los gastos, pero eso no quita que en este necesario debate, atendamos también a otras posibilidades, como por ejemplo proponer un nuevo impuesto, además de las actuales cotizaciones, para mantener las jubilaciones como hasta ahora. Es sólo otra idea más sobre la mesa.

En este sentido debemos pedirle al Gobierno que estudie todas las opciones y nos presente, sin paños calientes, los datos obtenidos y sus conclusiones para poder tomar en consideración la propuesta más adecuada, y que nos deje a la sociedad civil, tener capacidad de decisión en este crucial asunto: las cuentas de nuestra vejez.

Puede resultar controvertido, pero no estoy totalmente en contra de esta propuesta, con la condición de que antes el Gobierno se comprometa, en primer lugar, a mantener el sistema público de pensiones al 100%, a sondear y explicar también otras alternativas y finalmente a solucionar definitivamente el problema básico de las cuentas de nuestro país, que es el fraude fiscal, al que ningún Gobierno se ha atrevido meterle mano de verdad.

Sólo apoyaría, por tanto, perder el derecho a jubilarme a los 65, si antes se hacen esfuerzos reales para acabar con la economía sumergida, si se logra que las empresas no evadan impuestos ni operen a través de paraísos fiscales, y si se controlan las concesiones de pensiones derivadas de triquiñuelas de algunos listos (como empresarios que las fuerzan y personas que las buscan con falsas enfermedades), y si aún así la jubilación digna sigue en entredicho.

Es necesario señalar que son estas acciones fraudulentas las que merman sobremanera las cuentas públicas y las que ponen realmente en riesgo las pensiones. Si no tenemos estas cosas claras, acabaremos pagando el pato los mismos de siempre, renunciando a nuestros derechos adquiridos. Y esto no es justo, al menos desde la perspectiva de la izquierda

Considero que este tema no se está tomando con la tranquilidad y el rigor suficiente por un error, en principio, de comunicación del Gobierno, que no ha hablado con claridad ni ha explicado en profundidad la situación antes de lanzar a la opinión pública, de sopetón y en mal momento, esta intención reformadora.

Debe tener Zapatero, (el mismo que ayer en el desayuno con Obama seleccionó de la Biblia la frase de «no explotes al jornalero, su vida depende de su jornal”) más cuidado con la gestión de su comunicación y con su afición a lanzar indiscriminadamente globos sonda (ahora aumento el cómputo de las pensiones de 15 a 25 años, y luego lo vuelvo a disminuir a 15) con la intención de contentar a todo el mundo (nunca llueve a gusto de todos, hay que aceptarlo) ya que esto puede dilapidar el crédito político del proyecto socialista, en un momento en que algunos actores empresariales (vinculados históricamente a la derecha) están lampando por hacerse con el suculento plato de la gestión de nuestras pensiones. Y esto sí que supone un peligro para el jornal y las pensiones futuras de quienes realmente trabajan en este país.

Alfonso Cortés González es profesor de Comunicación Política y Publicidad en la Universidad de Málaga

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