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memoria histórica

ganaron con las armas pero no con la razón

artículo publicado en elplural.com
enlace: http://www.elplural.com/opinion/detail.php?id=45492

Esta semana se ha cumplido el 79 aniversario de la proclamación de la II República Española, sistema político legítimo y constitucional, derribado por las armas del ejército golpista del General Franco entre 1936 y 1939. Parece que ha llovido mucho desde esa época, y aunque lo haya hecho meteorológicamente, desde el punto de vista histórico, parece ser que tampoco hemos avanzado tanto.

En nuestro país cada vez es más evidente que el principal partido de la oposición (claro candidato a partido de gobierno) saca a relucir sus raíces, y se muestra como un partido política y sentimentalmente unido al Franquismo (sus fundadores eran reputados políticos de la dictadura). A veces, se nos olvida que la dictadura de Franco fue un régimen fascista, no por nada, sino porque cumplía todos los requisitos para serlo, ya que estaban suspendidas las Libertades Civiles, existía un partido único, se demonizaba a la Democracia, se disponía de un Sindicato Vertical, y se violaban los derechos de un pueblo mediante una fuerte represión y una brutal persecución política de las ideas y maneras de vivir. Estas características también las cumplían del mismo modo la Alemania de Hitler o la Italia de Mussolini.

Por tanto, que tengamos un PP (que se sustenta en gran parte sobre el franquismo sociológico) que pretende blindar las responsabilidades de nuestra última tiranía, es terriblemente peligroso. Es como si en Alemania, el principal partido de la oposición y con claras posibilidades de ganar las elecciones, fuese un partido llamado (supongamos) Volks Partei (fundado hipotéticamente en 1989 a partir de pequeños partidos de antiguos políticos de Hitler), cuyos fundadores de cabecera fueran destacados ministros nazis como Goebbels, Hess o Speer, y al frente del cual a modo de estandarte y como presidente honorario (como un tal Fraga en nuestro país) tuviesen a un todavía vivo y senil Joseph Goebbels, quien además durante los 90 gobernaba el Länder alemán de Renania del Norte-Westfalia, su tierra natal. ¿A qué choca? Pues esa de alguna forma parece que es nuestra triste historia.

Y que no nos vengan los populares con monsergas sobre Stalin o Fidel, ya que todos los demócratas condenamos el recorte de libertades y atropellos contra los Derechos Humanos de todas las dictaduras, y reconocemos a todas las víctimas, sean del color político que sean. Y más vale tarde que nunca: ya es hora de que Partido Popular condene al franquismo. Mientras esto no suceda, aún le quedan por recibir a los de Rajoy muchas lecciones de Democracia, de Política y de Derechos Humanos, pero muchas.

¿De qué sirve que a Rajoy se le llene la boca cuando habla de Derechos mientras niegan el derecho de miles de españoles a saber qué pasó y dónde están los restos mortales de sus familiares cercanos? De nada, simplemente sirve para evidenciar una vez más el grado de demagogia y falsedad que se gastan en Calle Génova, 13. ¿Es tan difícil que un supuesto partido demócrata como el PP condene una dictadura y apoye las aspiraciones legítimas de cualquier hijo de saber dónde está el cadáver de su padre? Hable claro señor Rajoy: ¿les niega ese derecho a millares de familias españolas?

Esto viene a evidenciarnos que la Transición a la Democracia en nuestro país aún no ha sido completada, y que necesitamos una Segunda Transición porque no todos los vestigios de la dictadura han sido depurados de las más altas instancias del poder. Del mismo modo que en la Primera Transición se normalizó el Poder Legislativo, se redactó una Constitución y se depuraron las Fuerzas Armadas, en esta Segunda Transición queda por reformar el Poder Judicial (descaradamente anclado en el pasado), y conseguir que todos los partidos con aspiraciones de gobierno por lo menos sean demócratas (para que nos den seguridad a todos los ciudadanos de que respetan las reglas de juego), y se desmarquen del Franquismo. Si un partido que puede llegar a gobernar no condena la violencia de nuestro régimen anterior, es normal que muchos sintamos miedo al tener dudas sobre el respeto profundo que puedan sentir estos señores por las libertades, la convivencia y respeto entre ciudadanos.

Es cierto que históricamente en España pesa mucho en que el fascismo venciera por las armas en 1939, y muriese plácidamente en un lecho con el poder político intacto. Pero este hecho histórico no puede servir para que esa victoria violenta de hace 6 décadas pretenda delimitar y encasillar nuestro presente y nuestro futuro, ya que eso ni convence (como dijo Unamuno) ni es razón política suficiente.

El acoso que está sufriendo Garzón es un atropello a las propias aspiraciones democráticas y a la Verdad en nuestro país, que está teniendo una respuesta firme y de asombro en el resto de los países democráticos (incluso se abre un proceso judicial en Argentina contra el Franquismo). La gente del PP, con Aguirre a la cabeza, no se conforma con perseguir y destruir a Garzón, sino que nos quieren negar la voz, nos quiere negar nuestro derecho a manifestarnos sobre este tema, y silenciar la memoria reciente de nuestro país.

La lideresa calificó el acto de apoyo a Garzón en la Complutense como un suceso antidemocrático, cuando ese acto es totalmente democrático porque está amparado por nuestra legislación, ya que tenemos Libertad de Asociación, Opinión y Manifestación. Además, la Universidad en toda Europa, señora Aguirre, es una institución autónoma del poder Político, sea del signo que sea, y lo es así para poder reflexionar, deliberar y discutir sin presiones de ningún tipo, aunque los gastos de la Complutense lo pague la Comunidad de Madrid, o los de mi Universidad lo haga la Junta de Andalucía. Si se le niega esta autonomía a la Universidad, estamos negando su razón de ser y su vocación de hacer avanzar el conocimiento y la civilización. Es evidente señora Aguirre, que no supo aprovechar en sus tiempos mozos su paso por la Universidad. Qué pena.

Ahora bien, lo que es antidemocrático, señores del PP, es querer encubrir los crímenes de la dictadura franquista y no luchar por los Derechos Humanos (de todos, para todos y universales) ya que contribuir a que se sepa la Verdad es construir Democracia. Lo que es antidemocrático, para más señas, es querer callar nuestras voces para que no sepamos qué pasó. Si creemos en las libertades, hay que empezar por reconocérselas a nuestros adversarios (Hitler reconocía la libertad de opinión, pero sólo a los que opinaban como él, igual que Franco). Y como creo en las libertades, señores del PP, defiendo con todo mi corazón y con todas las consecuencias, vuestro derecho a que digáis y expreséis lo que queráis, aunque sean fruto de la ignorancia o de la mala leche. Pero a cambio de vuestra libertad no queráis privarnos de la nuestra. Esa es la esencia del fascismo.

Alfonso Cortés González es profesor de la Universidad de Málaga

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los ‘del monte’ siguen sin ley. Los Maquis: sierra y libertad

publicado en el plural por Miguel Ángel Rodríaguez.
Para leerlo de la fuente original, pinche aquí.

Los ‘del monte’, los maquis, los últimos defensores de la República española, en muchos casos también brigadistas internacionales en la liberación del nazismo de Francia, de toda Europa. Hace tan sólo unos días se celebraron las X Jornadas “El maquis” en Santa Cruz de Moya (Cuenca) coincidiendo con el día del guerrillero español; como todos los años, rodeados nuestros guerrilleros del cariño y reconocimiento personal de los asistentes; como todos los años, ausente toda representación institucional de nuestras autoridades nacionales en quisdicho homenaje. 

‘Bandoleros’ hasta el 2001
No deja de sorprender – de estremecer más bien – el profundo olvido de la epopeya de estos hombres y mujeres dignos y valientes por parte de nuestro reestablecido Estado democrático; considerados como ‘bandoleros’ hasta nada menos que el año 2001, no reconocidos sus rangos militares y derechos como combatientes de la República ni tan siquiera hoy.


Francisco Molina Delgado (punto de apoyo) y los maquis José Navarro Pascual «Andrés» y Benerando Pradas Garrido «Larry». Foto: Juan Navarro

¿Cómo es posible?
Un Estado que sigue sin tener una calle, un mínimo espacio en los libros de texto de nuestros estudiantes, para nombres como los de ‘Grande’, ‘Bedoya’, ‘Chaval’, ‘Larry’, la novena brigada, la AGLA, y tantos y tantos otros. Que se ha permitido olvidar a hombres irrepetibles como ‘Girón’, incontables sus hazañas, incluida la de escapar con bien, junto a sus cuatro compañeros, de su enfrentamiento con los doscientos guardias civiles que les tenían cercados, como todavía cuentan con admiración los mayores del lugar. A hombres como Juan Fernández Ayala, “Juanín”, el último guerrillero que, acosado en los Picos de Europa, no podía “desertarle” a su República y, consciente de la suerte que correría, se despidió para siempre y se fue a morir al monte un mes de mayo de 1957, tras veinte años de guerra contra el franquismo, desgastando en la soledad de la sierra el recuerdo de los días de una España de progreso cada vez más lejana.

¿Cómo es eso posible? ¿cómo es posible que nuestro país no honre y recuerde a todos estos hombres y mujeres que lo dieron todo, y más, por nuestra libertad y nuestro futuro?

Agua sin vaso cuando hay agua, vaso sin agua cuando hay sed…

Amarga y desmemoriada «memoria histórica» la nuestra, la que nos han querido imponer de espaldas al derecho internacional, a los mismos deberes de humanidad: agua sin vaso cuando hay agua, vaso sin agua cuando hay sed… la misma sensación desgarrada pegada a la garganta que Otero.

Miles de guerrilleros, enlaces y puntos de apoyo
Más de cinco mil nombres de guerrilleros ignorados; varios miles más de «enlaces» y «puntos de apoyo» que afrontaron igualmente represalias atroces por parte de la Guardia Civil de Franco, de contrapartidas y falangistas. Incontables sus familiares represaliados por la saña de no poder apresarles.

Grados de desentendimiento dentro del mismo olvido
No contabilizados, tampoco, los niños perdidos igualmente arrebatados a sus familias – uno de los tres grandes colectivos objeto de desaparición forzada infantil por parte del Estado español -, como la del propio Manuel Girón a cuya hermana, Emilia, recientemente fallecida a las puertas de la justicia española a la espera de que alguien le devolviese a su pequeño, le hicieron pagar con una vida de sufrimiento y separación familiar la valentía del ‘león del Bierzo’.

Todo ello olvidado, sepultado bajo un distanciamiento equidistante, amnésico, fruto del silencio aprendido.

Según parece hemos sido capaces de inaugurar grados de desentendimiento incluso dentro del mismo olvido.

Los años más feroces
Todo ello a pesar de su conmovedor compromiso, de su sacrificio sin fin en la dureza desamparada del monte, en su lucha por la superviviencia cotidiana, por persistir, por mantener con su presencia sobre el terreno alguna esperanza abierta para el reestablecimiento de una España democrática; por muy insostenible que resultase su situación, por muchos padecimientos que hubiese que afrontar, por muchos compañeros que acabasen cayendo en el camino para terminar engrosando la cifra de los desaparecidos en fosas comunes, cuando no expuestos sus cadáveres acribillados con escarnio como trofeos humanos en la plaza del pueblo.

Pero nuestros guerrilleros siguieron luchando, sabían, lo siguen diciendo hoy, que el pueblo estaba con ellos, sabían de la esperanza que durante los años más feroces representaron para la sociedad española, aterrorizada y reducida, que, una vez, se había atrevido a soñar con la República.

Nuestros imprescindibles
Y es así como, poco a poco, tras toda una vida de lucha, fueron dejando morir a nuestros «imprescindibles» en el olvido, sin que ninguno de nuestros gobernantes se diese cuenta, ni lo haya hecho todavía, de por qué lo son, y hasta qué punto; sin que jamás ni una sola de nuestras instituciones nacionales les diera mínimamente las gracias ni les reconociera nada, ni tan siquiera su condición de ex combatientes de la República que, en la derrota militar, en el exilio o en el olvido, ellos siempre llevaron con orgullo.

¿Qué se le va a hacer? Sin duda alguna nuestros representantes, reservando sus fuerzas para más altas tareas de Estado, no han podido encontrar un hueco en sus apretadas agendas de los últimos treinta años para honrarles como se haría en cualquier otro país democrático.

Aguardan en algún lugar
Nuestros guerrilleros aguardan en algún lugar, con los niños perdidos, con las miles de mujeres víctimas de crímenes contra la humanidad de género, con todos los represaliados, expoliados, olvidados, para los que tampoco ha habido reconocimiento ni reparación institucional alguna en el país que decidió esconder su propio genocidio bajo la alfombra.

Siguen al margen de una ley de la que no se puede formar parte y a la que se opusieron con todas sus fuerzas desde el inicio de su gestación; todavía 70 años después recordándonos, hasta el final, de qué lado no está la dignidad.

Una vez más, defendiendo lo que es necesario
Y, en el fondo, casi resulta normal que las cosas fueran así; imagínense: los últimos en plantarle cara sobre el terreno, con todo en contra, al franquismo más salvaje, pasando por el aro de las políticas de punto final – de medias tintas no, sin tintero y gravemente vulneratorias de varios derechos humanos – del actual Gobierno del PSOE. Las carcajadas aún se deben poder escuchar entre las peñas.

Los ‘del monte’ siguen sin ley, como siempre, defendiendo lo que es necesario.

Sierra y libertad.

Y gracias, que es lo único que está a mi alcance decir en estas líneas por muy poco que sea.

Miguel Ángel Rodríguez Arias es profesor de Derecho penal internacional de la Universidad de Castilla-La Mancha, autor del libro El caso de los niños perdidos del franquismo: crimen contra la humanidad y otros trabajos pioneros sobre desapariciones forzadas del franquismo que dieron lugar a las actuaciones de la Audiencia Nacional

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