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partidos politicos

¿es el fin de la democracia?

Artículo publicado en elplural.com
Enlace: http://www.elplural.com/tribuna-libre/%c2%bfes-el-fin-de-la-democracia/

Que la democracia se vaya al garete depende de muchos factores y de cómo reaccione la todavía ensimismada sociedad civil en toda Europa. Lo que es indudable es que estamos en un momento muy agudo, que presagia un cambio de ciclo importante, acompañado de nuevas formas de gestión del poder.

Dicen en los medios que vuelve la tecnocracia. Eso es falso, ya que la tecnocracia nunca se ha ido ¿o es que los ministerios no lo gestionan técnicos y especialistas (Cuerpo Superior de Administradores Civiles del Estado)? ¿O es que gran parte de los ministros actuales en todo el planeta no son personas de gran formación? La gran diferencia es que los técnicos ahora los están poniendo en los cargos esos oscuros poderes cada vez menos escondidos, sin contar con el voto de los ciudadanos. Lo que al mismo tiempo supone un atropello a la legalidad vigente.

No me gusta, y nunca me gustó Berlusconi, pero su acceso a la jefatura del gobierno italiano fue mucho más legítima que el actual nombramiento de Monti, por la sencilla razón de que a Berlusconi le votaron los ciudadanos para gobernar Italia (aunque otra cuestión es preguntarse por qué le votaron). El argumento, por tanto, que esgrimen los adalides de esta nueva dictadura de los mercados y las primas de riesgo (que ya se han cepillado numerosos gobiernos democráticos), que ahora es el tiempo de los técnicos y no de los políticos, no cuela. Lo que se debería decir, sin eufemismos y abiertamente, es que ahora es el tiempo de “sus” técnicos y no de “nuestros” técnicos, es decir, el tiempo de los técnicos que coloca a dedo el poder de cuatro megamillonarios para servir a sus intereses particulares, por encima de los técnicos que colocan con su voto el 100% de los ciudadanos para servir a la sociedad.

Siguiendo este plan de propaganda del nuevo régimen, se canta a los cuatro vientos que el nuevo gobierno de Italia está formado por diplomáticos y profesores de universidad fundamentalmente. Pues como siempre. Siempre en los gobiernos y parlamentos ha habido gran número de profesores universitarios, diplomáticos y otros especialistas en sociedad. La única pero lamentable diferencia, insisto, es que quien nombra a esas personas para llevar las riendas de un país ya no es el pueblo, sino que son las cuatro grandes agencias de poder que hacen subir y bajar las primas de riesgo.

Lo triste es que parece que esta batalla entre democracia y dictadura financiero-mercantil la está ganando los intereses de la minoría ya que el grueso de la sociedad civil permanece entre impasible y temerosa en sus casas, sin saber realmente que es lo qué está pasando en nuestras sociedades. Este podría ser el principio del fin de la Política (de lo poco con mayúscula que queda de la política en Europa), y por tanto no estoy diciendo que vayan a cambiar mucho las cosas a partir de ahora, sino que ya vienen cambiando desde hace algún tiempo.

Esta crisis va a desembocar en un modelo político y de gestión de la autoridad y el poder muy distinto y diferente a los que hemos tenido anteriormente en la historia. Por tanto, para analizar este período hay que emplear nuevas herramientas de interpretación de los acontecimientos porque lo que se avecina, sea para bien o para mal, no es asimilable a ninguno de los regímenes políticos y económicos anteriores.

Esta encrucijada, por tanto, tiene dos posibles y obvias salidas: o bien sirve de revulsivo para que la sociedad civil tome conciencia pronto, se movilice y por tanto se regenere el sistema hacia un nuevo modelo de democracia participativa, o bien se sigua profundizando en esta “revolución sin pepinazos ni bayonetas” iniciada por los poderes financieros ante la falta de acción política unitaria en Europa. No volverá el fascismo, ni el colonialismo en su tradición formal, pero sí se está andando el camino hacia un régimen político donde la voz del pueblo vuelva a no ser tenida en cuenta.

Esto lo venimos advirtiendo y detectando mucha gente desde hace algunos años, y sin embargo el PP (que se autoproclama como el partido de los más capaces, de los más formados y de los más listos) es ahora cuando se empieza a dar cuenta de que la crisis es europea y que se escapa de las fronteras peninsulares.

¿Ahora se dan cuenta? ¿A pocos días de las elecciones?

¿Ahora se da cuenta Rajoy de que esta crisis no deriva directamente de la gestión del Gobierno?

¿Es lo más conveniente para nuestro país, en esta encrucijada, dar el gobierno a un señor que ahora es cuando empieza a darse cuenta de qué va el asunto?

Ojalá nos salgan bien las cosas. Mucha suerte a España y mucha suerte a Europa.

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Cuando faltan ideas…

artículo publicado en elplural.com
Enlace: http://www.elplural.com/tribuna-libre/cuando-faltan-ideas%e2%80%a6/

El sistema democrático funciona cuando los distintos partidos políticos ponen sobre la mesa sus ideas, y tras el debate público, la ciudadanía elige qué propuestas deben ser desarrolladas. Cuando un partido político con claras opciones de gobernar, ante la falta de ideas y propuestas, recurre simplemente a la confrontación por la confrontación, está contribuyendo perversamente al descrédito e inoperancia del sistema democrático.

Esta parece ser la herramienta más útil del PP para ganar unas elecciones. Ya tuvieron que recurrir a una orquestación mediática contra Felipe González para poder ganar las elecciones de 1996, aunque sólo fuese por un puñado de votos. Es posible que González tuviese motivos para perder, pero eso no implica que el otro candidato mereciera ganar, y mucho menos, con juego sucio.

Esta cuestión de debilitar y quebrantar las reglas del juego, lejos de ser una anécdota en nuestra historia, es el único recurso, a la vista de cómo se están desarrollando los acontecimientos, que tiene el PP de cara a este período electoral. Siempre que a la derecha española le faltan ideas y le sobra ambición de gobernar, salen a la luz sus peores artes goebbelianas. Los tres ingredientes principales de estas artes son: la deslealtad en asuntos de Estado, la manipulación y la censura.

Son desleales con el país, porque es evidente que prefieren que nos vayan mal las cosas (poniendo palos en las ruedas de la lucha antiterrorista y de la recuperación económica de España) antes de que estos logros como país se desarrollen bajo mandato socialista.

Manipulan a la AVT para que convoque una manifestación contra el Gobierno legítimo y democrático del país, en lugar de contra la violencia etarra. Quieren hacer creer a sus bases que Zapatero es un aliado de ETA cuando en realidad ha demostrado ser uno de sus peores enemigos. Esto es de lo más inmoral que se puede hacer desde la política, y si las urnas no les ponen en su sitio (debido a esta coyuntura de crisis económica transfronteriza), indudablemente lo hará la historia.

Intentan recurrir a la censura amenazando a los periodistas que investigan la trama Gürtel con denunciarles. Ante tal genialidad del PP valenciano, a calle Génova 13 no le queda otra que desautorizar esta estrategia, no porque defiendan la verdad (todos los días se cagan en ella), sino porque saben que hoy día amedrantar a los periodistas se les vuelve en su contra (como ya experimentaron con la gestión informativa del Prestige o del 11-M).

Deslealtad, manipulación y censura, son por tanto las estrategias que el PP despliega en la arena política cuando no tienen ideas ni proyectos ilusionantes para ganar unas elecciones. Este modo de proceder es propio de los autoritarismos más rancios. ¿Significará por tanto un triunfo del mismo frente a la Democracia si ganan las elecciones? Lo que está claro es que ganar unas elecciones así, no es una fiesta para la Democracia.

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el poder invisible

Artículo publicado en elplural.com
Enlace: http://www.elplural.com/opinion/detail.php?id=57199

Al igual que una serie de cambios sociales, políticos y económicos desembocaron en el colapso y caída del Antiguo Régimen en 1789, actualmente estamos en el comienzo de un orden distinto, en el que principios políticos fundamentales como el de soberanía popular o el de competencias del Estado-nación, empiezan a ser inservibles en el mundo actual. Esto, en mi opinión, es el comienzo de una nueva era.

Tradicionalmente el poder (en todas su manifestaciones) ha tenido la necesidad de hacerse ver, de hacer ostentación de su posición de fuerza. En este sentido, vemos como los estados han hecho (y hacen) alarde de su potencia militar (en desfiles y otros actos) y de su omnipresencia a través de monedas, sellos y comunicación institucional. Las empresas han hecho lo propio construyendo rascacielos o saturando la televisión con sus mensajes publicitarios. Sin embargo, el gran poder actual, ese que pone de rodillas a los estados y a las personas, se nos torna difuso y se invisiviliza para poder ejercer su dominio. Esto marca un hito en la historia de la civilización, con visos de que se nos avecina una nueva forma de sociedad.

Para argumentar esta postura, pongamos el caso de Portugal (por reciente, pero es extrapolable a todos los países desarrollados). El poder invisible (a través de sus colaboradores más o menos evidentes) sugiere a nuestro vecino del oeste que lleve a cabo una serie de reformas económicas y sociales, ante lo cual, su primer ministro accede a materializar. Las reglas del juego actuales “obligan” a tramitar estas decisiones a través del parlamento del Estado-nación, para que en representación de la soberanía popular, acepte o no la propuesta. En estas reglas que se han quedado antiguas, las decisiones del parlamento de tal estado, deben ser respetadas (con sus aciertos y errores) por el resto de poderes, sean públicos, privados, nacionales o internaciones. Y esto es, la soberanía nacional.

A pesar de que el parlamento portugués ha desaprobado el paquete de medidas de José Sócrates (que se ha visto obligado a dimitir), el poder invisible sabe que al final Portugal deberá hacer lo que se le pide, sea por las buenas o por las malas. Se convocarán elecciones y habrá una nueva presidencia, que si no hace “lo que debe”, el país será intervenido.

¿Entonces para qué sirven los estados y el poder político como representantes de la soberanía popular en este escenario? Pues para poner cara (y llevarse las tortas) a las decisiones e intereses del poder real, y no para salvar la cara de los ciudadanos. Puede que muchos políticos no se sientan cómodos con esta situación, pero en este nuevo tablero de juego (delimitado básicamente por el desdibujamiento de las fronteras, la globalización de los intereses financieros y la complejidad social) les es imposible, atendiendo a las actuales estructuras, servir de contrapeso a estos nuevos poderes especulativos. Servir de contrapeso es una de las funciones para lo que en principio y en teoría (muy grosso modo) estaba diseñado el poder político desde la Revolución Francesa.

Con esta reflexión no quiero mostrar un pesimismo derrotista, sino todo lo contrario. Considero que se han abierto nuevas oportunidades, precisamente por ser un mundo en ebullición y cambio, para buscar nuevas formas de representar y defender los intereses de la sociedad civil.

Para ello, nos toca ahora a la ciudadanía (y por supuesto también necesitamos enormemente a los Políticos con mayúsculas) el implicarnos y fomentar la creación de los nuevos poderes cívicos del siglo XXI, porque las actuales estructuras parecen estar agotadas y no servir para lo que se crearon. Por su parte, el poder especulador ha completado, más o menos, su revolución de cara a los nuevos tiempos.

En consecuencia, creo que no son asumibles las posturas de muchos políticos (incluidas las declaraciones de Rajoy de esta semana) que defienden que hay que hacer esto que pide el poder especulativo, porque es mejor que lo hagan ellos mismos a que lo hagan los otros. ¿Por qué es mejor que las reformas las hagan Reino Unido, España o Portugal, aparentemente de motu propio cuando lo que queremos la gente es que no se hagan? Que lo expliquen.

Parece ser que este tipo de políticos no se dan cuenta de que lo que necesitamos como sociedad madura, es que se respeten nuestras decisiones (y que nuestros representantes las defiendan) y no que nos carguen con responsabilidades que no nos corresponden. ¿O es que quizás este tipo de políticos no nos consideran realmente ciudadanos mayores de edad?

Por tanto, está claro que necesitamos cambiar, pero hay que cambiar las estructuras y las formas de representación, así como reactivar (fundamentalmente) nuestro propio compromiso con nuestra propia realidad. ¿Acaso el cambio que necesita España es que gobierne Rajoy para profundizar en las exigencias de estos poderes invisibles? No nos engañemos, eso sería no sólo peor de lo mismo, sino hacerle el juego a esos poderes que no se ven a la luz del día.

Alfonso Cortés González es profesor de Comunicación y Sociedad en la Universidad de Málaga

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Publicidad Institucional en España. Una década en perspectiva.

 Publicado en Razón y Palabra.
Enlace: http://www.razonypalabra.org.mx/N/N75/varia_75/varia2parte/17_Cortes_V75.pdf 

En este artículo se hace un recorrido sobre los últimos diez años (2000-2009) de la publicidad institucional (concretamente de la Administración General del Estado,
analizando este fenómeno detenidamente, para poder plantear un debate muy pertinente sobre la propia esencia y naturaleza de la publicidad de las Administraciones Públicas,en estos tiempos de cambios auspiciados por tres factores: 1. crisis económica global(obliga rediseño de los presupuestos), 2. Nuevas formas comunicativas (web 2.0 y comunicación bidireccional) y 3. Nueva ley de publicidad institucional (y las limitaciones que aplica a la publicidad del Gobierno). Por tanto, tras el estudio de la publicidad discutiremos y plantearemos si es pertinente la inversión, si debemos obviar su función educativo-social, y si este tipo de comunicación publicitaria contribuye o no a la construcción de la democracia.

Publicado en Razón y Palabra.
Enlace: http://www.razonypalabra.org.mx/N/N75/varia_75/varia2parte/17_Cortes_V75.pdf

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