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sanidad

Privatizando, privatizando

Artículo publicado en elplural.com
Enlace: http://www.elplural.com/2013/01/17/privatizando-privatizando/

No es la primera vez en la historia de nuestro país que vivimos afanes privatizadores. Sin embargo, ninguno de los anteriores ponía tan en peligro el modelo de equilibrio social democrático, basado en el derecho universal a la salud.

Es de necios medir todo en función de su rentabilidad económica. En este sentido, la Sanidad nunca puede ser rentable. ¿Sería rentable en términos puramente económicos operar y tratar de cáncer a un trabajador que gana 17.000 euros brutos al año? Pues en estos términos economicistas no sería nada rentable, porque previsiblemente este señor producirá bastante menos en lo que le queda de vida laboral que los costes del seguimiento y tratamiento contra su enfermedad.

Por tanto, el argumento de lo rentable en la sanidad, desde el punto de vista ético y humano, es inadmisible; y en consecuencia, quien defiende estas posturas es una bestia o un ignorante. Ahora bien, otra cosa es maximizar y aprovechar los recursos que tenemos, pero para ello, la privatización es el peor de los caminos. Por eso en un modelo que mide la calidad de la sanidad por la rentabilidad, al PP no le tiembla el pulso para cerrar sin miramiento urgencias rurales  y dejar desprotegidos a miles de ciudadanos.

Y afirmo con rotundidad que es una senda equivocada esto de privatizar, porque la sanidad pública bien gestionada es siempre, pero siempre, mejor y más barata que la sanidad privada, y lo es sencillamente porque no tiene que repartir beneficios económicos, a costa de nuestra salud, a accionistas, inversores y propietarios.

En este sentido, las cuentas son muy claras en ambos modelos. Mientras  el modelo de negocio de la sanidad privada se podría resumir en “curar y obtener beneficios”, el de la sanidad pública sería “curar y cohesionar la sociedad”. Por tanto, la suma de los posibles beneficios privados, en el modelo de sanidad pública, volverían para “la saca” de todos de vuelta, y los podríamos reinvertir en la constante mejora de la propia Sanidad.

Por tanto, si en algún lugar encontramos que la sanidad pública está resultando más cara que la privada, a quienes hay que privatizar (mandar a la vida privada) es a los políticos que la gestionan, y no al contrario. ¿Premiamos a los cabestros con pingües beneficios a costa de nuestra salud por no haberla sabido gestionar bien? Pues en eso consiste dejar privatizar la sanidad.

Y es tan sangrante el asunto, que muchos concejales del PP (partido que ostentaba una adhesión cuasi militar en sus filas) ya han dimitido de sus cargos, lo que demuestra que sigue quedando honestidad y dignidad en la clase política, lo cual es un pequeño consuelo. Lo que nos hace realmente sentirnos país, es la igualdad en el disfrute de los derechos fundamentales, muy por encima de debates nacionales y de banderas de trapo que históricamente han servido para tapar las vergüenzas de los indeseables.

Si les dejamos hacer, acabaran privatizando el placer, la belleza y el amor. A no ser que ya estén privatizados y no me haya dado cuenta.

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El gobierno de Rajoy está agotado

Artículo publicado en elplural.com
Enlace: http://www.elplural.com/2012/04/12/el-gobierno-de-rajoy-esta-agotado/

Es cierto que los gobiernos no tienen la culpa exclusiva de todo lo que está pasando en Europa y en España con esta maldita crisis. Sin embargo, el gobierno de Mariano Rajoy se está convirtiendo en una parte importante del problema español, esto incluso, contra el pronóstico de la derecha europea, que confiaba en él hace cuatro meses, y que ahora trata de quitárselo de encima.

Y es tan problemática esta situación porque todas y cada una de las iniciativas que está llevando a cabo este gobierno, perjudican real y directamente a los intereses de España como país, y a sus habitantes como ciudadanos.

Nadie puede negar que un gobierno está intencionadamente perjudicando a su país cuando recorta la inversión en educación y en investigación, ya que sobre estas dos cuestiones se basa la única posibilidad de tener futuro (en el mundo, o competimos con conocimiento o lo hacemos con mano de obra). Por tanto, tenemos dos explicaciones ante tal despropósito: o bien el gobierno de Rajoy es un gobierno traidor con los propios intereses del país, o es estúpidamente cortoplacista, ya que sólo mira al cuadre de cuentas a cuatro años vista, para poder aprobar raspando en las urnas, aún a costa de expropiarnos de nuestro futuro. Si esto no es delito, debería serlo.

Puede ser cierto, por otra parte, que si recortamos estas partidas podemos equilibrar nuestras finanzas en dos o tres años, pero ¿Cómo competiremos frente a chinos o americanos cuando seamos un país intelectual y científicamente atrasado? Pues sólo se puede hacer mediante mano de obra no cualificada, tomar el papel que tienen ahora los países explotados.

¿Qué hacer entonces para ir recortando el déficit y no perder competitividad? Pues muy sencillo: Saldar la deuda en más tiempo, lo que haría innecesarios tantos recortes, y por tanto, ni subiría tanto el paro ni perderíamos tanto poder adquisitivo como sociedad. Esto lo hace cualquier familia, sin necesidad de tener ministros ni asesores interesados que vengan de Lehman Brothers, como tiene Rajoy.

Pongámonos en la situación de una familia de cuatro personas en la que trabaja el padre y la madre y tienen una hipoteca. El padre se queda en paro, y con la letra del piso, ya no queda dinero para pagar las clases de inglés de los niños, el material escolar, ni tampoco las gafas graduadas, que son un pico a la vez que vitales.

La familia puede hacer dos cosas, o dejar a sus hijos sin futuro recortándoles sus perspectivas formativas y su salud, o bien negociar con el banco y acordar que la hipoteca se le pagará en 15 años en lugar de en 10. Es cierto que habrá que pagar más intereses, pero sus hijos no verán comprometido su porvenir, y la vida de la familia podrá seguir más o menos su curso normal.

Rajoy está haciendo con el país, lo que un mal padre o un estúpido haría con su familia. Y no sigo hablando de las demás tropelías de este gobierno, como el perdón a los defraudadores o los recortes en materia de inspección fiscal, para no acabar el día malhumorado, lo que no es bueno para conciliar el sueño.

Rajoy ya está acabado, y como no se vaya a su casa, la que podría estar acabada sería nuestra querida España.

Alfonso cortés González es vicedecano de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Málaga y profesor de Comunicación de las Instituciones Públicas.
www.alfonsocortes.com

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