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elecciones

Cuando faltan ideas…

artículo publicado en elplural.com
Enlace: http://www.elplural.com/tribuna-libre/cuando-faltan-ideas%e2%80%a6/

El sistema democrático funciona cuando los distintos partidos políticos ponen sobre la mesa sus ideas, y tras el debate público, la ciudadanía elige qué propuestas deben ser desarrolladas. Cuando un partido político con claras opciones de gobernar, ante la falta de ideas y propuestas, recurre simplemente a la confrontación por la confrontación, está contribuyendo perversamente al descrédito e inoperancia del sistema democrático.

Esta parece ser la herramienta más útil del PP para ganar unas elecciones. Ya tuvieron que recurrir a una orquestación mediática contra Felipe González para poder ganar las elecciones de 1996, aunque sólo fuese por un puñado de votos. Es posible que González tuviese motivos para perder, pero eso no implica que el otro candidato mereciera ganar, y mucho menos, con juego sucio.

Esta cuestión de debilitar y quebrantar las reglas del juego, lejos de ser una anécdota en nuestra historia, es el único recurso, a la vista de cómo se están desarrollando los acontecimientos, que tiene el PP de cara a este período electoral. Siempre que a la derecha española le faltan ideas y le sobra ambición de gobernar, salen a la luz sus peores artes goebbelianas. Los tres ingredientes principales de estas artes son: la deslealtad en asuntos de Estado, la manipulación y la censura.

Son desleales con el país, porque es evidente que prefieren que nos vayan mal las cosas (poniendo palos en las ruedas de la lucha antiterrorista y de la recuperación económica de España) antes de que estos logros como país se desarrollen bajo mandato socialista.

Manipulan a la AVT para que convoque una manifestación contra el Gobierno legítimo y democrático del país, en lugar de contra la violencia etarra. Quieren hacer creer a sus bases que Zapatero es un aliado de ETA cuando en realidad ha demostrado ser uno de sus peores enemigos. Esto es de lo más inmoral que se puede hacer desde la política, y si las urnas no les ponen en su sitio (debido a esta coyuntura de crisis económica transfronteriza), indudablemente lo hará la historia.

Intentan recurrir a la censura amenazando a los periodistas que investigan la trama Gürtel con denunciarles. Ante tal genialidad del PP valenciano, a calle Génova 13 no le queda otra que desautorizar esta estrategia, no porque defiendan la verdad (todos los días se cagan en ella), sino porque saben que hoy día amedrantar a los periodistas se les vuelve en su contra (como ya experimentaron con la gestión informativa del Prestige o del 11-M).

Deslealtad, manipulación y censura, son por tanto las estrategias que el PP despliega en la arena política cuando no tienen ideas ni proyectos ilusionantes para ganar unas elecciones. Este modo de proceder es propio de los autoritarismos más rancios. ¿Significará por tanto un triunfo del mismo frente a la Democracia si ganan las elecciones? Lo que está claro es que ganar unas elecciones así, no es una fiesta para la Democracia.

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Los del PP reconocen que dicen barbaridades

Artículo publicado en elplural.com
Enlace: http://www.elplural.com/opinion/detail.php?id=47301

Estamos acostumbrados, desafortunadamente, a diarias salidas de tono e incongruencias y maldades por parte de los dirigentes del Partido Popular. Con frecuencia me quedaba la duda de contrastar si esas barbaridades eran fruto de la ignorancia o de la maldad, y si ellos eran conscientes del daño de sus declaraciones. Esta semana hemos confirmado, por boca de Esperancita Aguirre, que son realmente ruines y conscientes de sus acciones.

Ayer o anteayer, Rajoy propuso reducir el gasto electoral a la mínima expresión, y esta declaración ha pasado de puntillas por toda la prensa española, siendo en realidad de gran enjundia y profundidad. Y es tan central este asunto porque está estrechamente vinculado con la igualdad de oportunidades, y por tanto esta propuesta contribuye al debilitamiento de la propia democracia.

Aunque la igualdad no exista, ni se quiera conseguir una igualdad en términos de homogenización al estilo un mundo feliz, es fundamental en las democracias el sagrado principio de la igualdad de oportunidades. No todas las personas, por ejemplo, tienen el mismo talento y capacidad para desarrollar una determinada profesión, sin embargo, el Estado ha de garantizar y trabajar para que todos los niños tengan acceso al sistema educativo y puedan llegar hasta donde sus posibilidades le permitan, sin influir en ello el poder adquisitivo de sus padres. Esto es irrefutable desde la perspectiva democrática y casi todos estamos de acuerdo.

En esta misma línea, y volviendo al hilo central del artículo, tiene sentido que en una democracia y en tiempos electorales, el Estado apoye económicamente a los partidos políticos que quieren concurrir a las elecciones, para que compitan en igualdad de condiciones a pesar de sus distintas cuentas corrientes. En este momento convulso, Rajoy lanza la propuesta populista de reducir al mínimo los gastos electorales. No concretó de qué forma, pero en cualquier caso esta reducción ahondaría más aún las diferencias (más que evidentes e injustas) entre los partidos “ricos” y que se pueden pagar una gran campaña electoral y publicitaria, y los partidos “pobres” que no tienen ni para pipas, ni para un triste cartel.

Esto lo dice el PP porque sabe que aunque no recibiese ni un solo euro del estado, tendría la campaña electoral más vistosa de todos los partidos, ya que al PP le sobra el dinero y está apoyado por grandes empresas y por numerosos medios de comunicación. Para que una democracia funcione bien, todas las propuestas políticas deberían presentarse a los ciudadanos en igualdad de oportunidades, cosa que no hay que ser muy lúcidos para comprobar que no ha existido siquiera en estos 30 años de democracia. Imaginemos si encima se recortan estos gastos: el PP perpetuado en el poder, a modo dictatorial, con la apariencia vil de parlamentarismo, y controlando la mayor parte de los contenidos audiovisuales.

Esto es una auténtica barbaridad, y ellos lo saben, y parece que entre Rajoy y Aguirre compiten para ver quién de los dos dice la barbaridad más gorda. La propia Esperanza Aguirre, el pasado 1 de junio, se jactaba ante Rajoy (en el Congreso de la empresa Familiar, y gracias a un travieso micrófono abierto) de la siguiente forma: “hoy he dicho barbaridades” en alusión a sus críticas a Zapatero. Más grave aún que estas palabras bárbaras, es que los muy puñeteros saben lo que hacen, y ha quedado manifiesto.

Alfonso Cortés González es profesor de Comunicación Política en la Universidad de Málaga

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¿Es el sector público demasiado grande?

Artículo de Vicenç Navarro publicado en elplural.com. Para leerlo pinche aquí.

Las derechas en España – tanto las de orientación conservadora como las de sensibilidad liberal- están pidiendo que se reduzca el empleo público, el cual consideran excesivo. Enfatizan que hay que disminuir el empleo público como medida de austeridad del gasto público para poder salir de la crisis y señalan que la exuberancia del sector público está ahogando a la economía, la cual exige un menor peso del sector público para poder aumentar su eficiencia.

<!–Un indicador del carácter ideológico de tales propuestas es que se presentan constantemente en los medios de información y persuasión liberales (que son la mayoría en el país), a pesar de que los datos, fácilmente accesibles, muestran que el empleo público, en lugar de ser excesivo –como proclaman- es demasiado bajo, siendo éste de los más bajos de la UE-15. Según los informes de la organización internacional del trabajo, OIT, y de la Agencia de recogida de datos de la UE, Eurostat, el porcentaje de población adulta que trabaja en el sector público en España es sólo 9.47%, uno de los porcentajes más bajos de la UE-15.

El promedio de la UE-15 es 16.1% y en Suecia y Dinamarca (dos de los países con mayor eficiencia económica) es 21.12% y 26.24% respectivamente. A pesar de ello, las derechas continúan insistiendo en que el Estado (que incluye el gobierno central, más las CCAA y los municipios) es demasiado obeso y hay que adelgazarlo.

La otra observación que hacen es que además de ser demasiado grande el empleo público está creciendo desmesuradamente. De nuevo, los datos no apoyan tales proclamas. El porcentaje de personas adultas ocupadas en el sector público es bastante parecido desde el año 2000, con un ligero descenso desde el año 2005 pasando de ser un 9.63%, a un 9.47% en 2008. Ha crecido, sin embargo, en la mayoría de países de la UE-15 durante el mismo periodo. En realidad, en España el crecimiento de empleo en el sector privado ha sido mucho mas rápido y elevado que en el sector público durante el periodo 2000-2008.

Una consecuencia del escaso desarrollo del empleo público es que la ciudadanía está pobremente atendida por las administraciones públicas. El número de empleados públicos por cien habitantes (6) es, de nuevo, uno de los más bajos de la UE-15, sólo superior a Portugal e Italia. Este número es 17 en Dinamarca, 13 en Finlandia y 14 en Suecia (países donde los servicios públicos y el estado del bienestar son más extensos y más desarrollados, siendo a la vez –como reconoce incluso Davos, el Vaticano del pensamiento liberal- los países con mayor competitividad y eficiencia económica.

Este déficit de empleados públicos contribuye a la percepción por parte de la población de que la administración pública es rígida (rigidez es síntoma de pobreza) y poco sensible a la necesidad de los usuarios y ciudadanos. Ello ocurre en especial en los servicios donde la población tiene mayor contacto con la administración pública, tal como los servicios público del estado del bienestar (siendo sanidad uno de los sectores más afectados por la escasez de personal). La famosa masificación de los servicios públicos se basa, en gran parte, en esta escasez de empleo público.

Otra propuesta que hacen las derechas es reducir los salarios de los empleados públicos, considerados también como excesivos. Como prueba de tal aseveración, tales portavoces del pensamiento conservador y liberal, muestran datos que confirman que, en general, los salarios de los empleados públicos son superiores, a los empleados en los sectores privados. Es interesante señalar que en los países nórdicos, todos ellos de tradición socialdemócrata, los niveles salariales del sector público son semejantes a los del sector privado, mientras que en los países del centro de Europa –en general, de tradición conservadora o liberal- los salarios de los empleados públicos son inferiores a los empleados privados (coincidiendo con el menor desarrollo de sus servicios públicos). En España y en otros países del sur de Europa, los salarios del sector privado son sustancialmente inferiores a los del sector público. Pero ello no se debe a que los últimos sean exuberantes (en realidad, son, por lo general, más bajos que en el resto de la UE-15), sino que los primeros –los salarios del sector privado- son excesivamente bajos, mucho más bajos que en el resto de la UE-15 (6 de cada 10 trabajadores son mileuristas).

Dos últimas observaciones. Las derechas están subrayando que lo que ellas llaman excesivamente abultado sector público está obstaculizando el desarrollo económico del país y muy en especial su eficiencia económica. Como he indicado anteriormente, los países considerados más eficientes en Europa son los países con mayor empleo público. Pero, lo que es más importante es que la calidad de vida de la ciudadanía es mayor en aquellos países con una elevada extensión de los servicios públicos del estado del bienestar que en los que tienen su sector público escasamente desarrollado.

La otra observación es que, en contra de lo que las derechas están diciendo, la delegación de responsabilidades públicas a las CCAA, no ha significado, en general, un “exuberante” crecimiento del sector público. La delegación de responsabilidad ha tomado lugar predominantemente en los servicios públicos del estado del bienestar (donde el empleo no ha crecido). Lo que ha ocurrido ha sido un cambio en la autoridad responsable en su gestión. El enorme déficit de los sectores públicos lo administran ahora las CCAA, en lugar del Gobierno central.

Vicenç Navarro es catedrático de Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra, y Profesor de Public Policy. The Johns Hopkins University

Blog de Vicenç Navarro

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