alfonsocortes.es Rotating Header Image

europa

¿es el fin de la democracia?

Artículo publicado en elplural.com
Enlace: http://www.elplural.com/tribuna-libre/%c2%bfes-el-fin-de-la-democracia/

Que la democracia se vaya al garete depende de muchos factores y de cómo reaccione la todavía ensimismada sociedad civil en toda Europa. Lo que es indudable es que estamos en un momento muy agudo, que presagia un cambio de ciclo importante, acompañado de nuevas formas de gestión del poder.

Dicen en los medios que vuelve la tecnocracia. Eso es falso, ya que la tecnocracia nunca se ha ido ¿o es que los ministerios no lo gestionan técnicos y especialistas (Cuerpo Superior de Administradores Civiles del Estado)? ¿O es que gran parte de los ministros actuales en todo el planeta no son personas de gran formación? La gran diferencia es que los técnicos ahora los están poniendo en los cargos esos oscuros poderes cada vez menos escondidos, sin contar con el voto de los ciudadanos. Lo que al mismo tiempo supone un atropello a la legalidad vigente.

No me gusta, y nunca me gustó Berlusconi, pero su acceso a la jefatura del gobierno italiano fue mucho más legítima que el actual nombramiento de Monti, por la sencilla razón de que a Berlusconi le votaron los ciudadanos para gobernar Italia (aunque otra cuestión es preguntarse por qué le votaron). El argumento, por tanto, que esgrimen los adalides de esta nueva dictadura de los mercados y las primas de riesgo (que ya se han cepillado numerosos gobiernos democráticos), que ahora es el tiempo de los técnicos y no de los políticos, no cuela. Lo que se debería decir, sin eufemismos y abiertamente, es que ahora es el tiempo de “sus” técnicos y no de “nuestros” técnicos, es decir, el tiempo de los técnicos que coloca a dedo el poder de cuatro megamillonarios para servir a sus intereses particulares, por encima de los técnicos que colocan con su voto el 100% de los ciudadanos para servir a la sociedad.

Siguiendo este plan de propaganda del nuevo régimen, se canta a los cuatro vientos que el nuevo gobierno de Italia está formado por diplomáticos y profesores de universidad fundamentalmente. Pues como siempre. Siempre en los gobiernos y parlamentos ha habido gran número de profesores universitarios, diplomáticos y otros especialistas en sociedad. La única pero lamentable diferencia, insisto, es que quien nombra a esas personas para llevar las riendas de un país ya no es el pueblo, sino que son las cuatro grandes agencias de poder que hacen subir y bajar las primas de riesgo.

Lo triste es que parece que esta batalla entre democracia y dictadura financiero-mercantil la está ganando los intereses de la minoría ya que el grueso de la sociedad civil permanece entre impasible y temerosa en sus casas, sin saber realmente que es lo qué está pasando en nuestras sociedades. Este podría ser el principio del fin de la Política (de lo poco con mayúscula que queda de la política en Europa), y por tanto no estoy diciendo que vayan a cambiar mucho las cosas a partir de ahora, sino que ya vienen cambiando desde hace algún tiempo.

Esta crisis va a desembocar en un modelo político y de gestión de la autoridad y el poder muy distinto y diferente a los que hemos tenido anteriormente en la historia. Por tanto, para analizar este período hay que emplear nuevas herramientas de interpretación de los acontecimientos porque lo que se avecina, sea para bien o para mal, no es asimilable a ninguno de los regímenes políticos y económicos anteriores.

Esta encrucijada, por tanto, tiene dos posibles y obvias salidas: o bien sirve de revulsivo para que la sociedad civil tome conciencia pronto, se movilice y por tanto se regenere el sistema hacia un nuevo modelo de democracia participativa, o bien se sigua profundizando en esta “revolución sin pepinazos ni bayonetas” iniciada por los poderes financieros ante la falta de acción política unitaria en Europa. No volverá el fascismo, ni el colonialismo en su tradición formal, pero sí se está andando el camino hacia un régimen político donde la voz del pueblo vuelva a no ser tenida en cuenta.

Esto lo venimos advirtiendo y detectando mucha gente desde hace algunos años, y sin embargo el PP (que se autoproclama como el partido de los más capaces, de los más formados y de los más listos) es ahora cuando se empieza a dar cuenta de que la crisis es europea y que se escapa de las fronteras peninsulares.

¿Ahora se dan cuenta? ¿A pocos días de las elecciones?

¿Ahora se da cuenta Rajoy de que esta crisis no deriva directamente de la gestión del Gobierno?

¿Es lo más conveniente para nuestro país, en esta encrucijada, dar el gobierno a un señor que ahora es cuando empieza a darse cuenta de qué va el asunto?

Ojalá nos salgan bien las cosas. Mucha suerte a España y mucha suerte a Europa.

Social Share Counters

El problema no son los liberados

artículo publicado en elplural.com
enlace: http://www.elplural.com/opinion/detail.php?id=50748

Estamos viviendo una crisis en Europa, eso está claro. Sin embargo, casi toda la atención se queda en su dimensión económica y descuidamos su dimensión política. Y es que la política en el continente se está poniendo muy fea, cuestión que se manifiesta en una sangrante pérdida de derechos adquiridos por los asalariados, en el resurgimiento de discursos fascistas en líderes políticos supuestamente demócratas aunque conservadores y en una izquierda que hace políticas muy de derechas.

Es abiertamente fascista que una presidenta de comunidad autónoma arremeta contra los sindicatos, llamando parásitos a los sindicalistas liberados, siendo personas que en teoría trabajan para mejorar las condiciones laborales de los asalariados. Habrá quien sea un parásito y habrá quien no, pero no se puede dilapidar de esta forma la figura del liberado sindical. Existen policías corruptos y sin embargo cuando hablamos de la policía no nos referimos a ellos como “esa panda de corruptos con pistolas”, porque sería un ataque a la verdad, además de peligroso. Pues igual pasa con los liberados: son necesarios.

Es normal, justo y deseable que un trabajador esté liberado de su empleo para poder dedicar sus horas de trabajo a la defensa y promoción de los derechos de sus compañeros. Estar liberado no significa no trabajar, significa dedicar las horas de trabajo a la defensa de los compañeros. Ahora bien, no seamos necios: quien debe poner firmes a los liberados sindicales (por decirlo de algún modo) no es Esperanza Aguirre y su tropa de palmeros idiotas (y digo idiota en el sentido griego del término), sino los propios trabajadores que han elegido a ese compañero para que les representen. Y aquellos trabajadores que no se interesan por el sindicato y sus derechos laborales, son también unos idiotas (otra vez en el sentido griego) porque no están haciendo nada por ellos mismos. Los trabajadores debemos entender que es vital para nosotros que tengamos liberados sindicales, pero de los buenos y trabajadores, y es responsabilidad nuestra exigirlo y exigírnoslo.

Por otro lado podríamos y deberíamos discutir sobre el papel y forma de actuar de los sindicatos, tema que apunté superficialmente en mi artículo del 16 de junio en este mismo diario, y que tendremos que volver a tratar en estas semanas, pero que por cuestiones de formato no me cabe en este texto. Les pido disculpas por ello.

Volviendo al hilo central del artículo, podríamos hablar también de los liberados de la Iglesia Católica, de los liberados de la patronal o del sueldo de más de 600€ al día de Cospedal. La cuestión es que de estos liberados no hablamos porque hacen bien su trabajo, y hacen bien su trabajo porque quien los libera, al mismo tiempo les pide cuentas. Eso es lo que tenemos que hacer los trabajadores: pedirles cuentas, y muchas, a nuestros liberados sindicales, pero nunca renunciar a ellos. Y esto es vital en el juego de poderes que supone una sociedad compleja, en la que nos guste o no, siguen existiendo clases. Botín sólo hay uno, pero dosmileuristas que se creen Botín y aplauden a la Aguirre hay demasiados.

Alfonso Cortés González es profesor de ‘Comunicación Política’ y de ‘Comunicación y Sociedad’ en la Universidad de Málaga

Social Share Counters

El fascismo siempre está ahí

Artículo publicado en elplural.com
Enlace: http://www.elplural.com/opinion/detail.php?id=50486

Menos mal que el Parlamento Europeo acaba de condenar la política fascista del presidente francés de deportar a ciudadanos rumanos a su país. Esta decisión de la Eurocámara es lógica y ajustada a derecho (tanto de la propia UE como de cada uno de los Estados miembros). Sin embargo, que el pequeño dictador electo francés haya tomado estas decisiones racistas nos alerta de que realmente en Europa sigue existiendo un fascismo soterrado, que cuenta con el apoyo de determinados sectores de la sociedad. También en España.

La intención y vocación de Sarkozy con estas expulsiones se puede denominar como racista y fascista sin pudor de ningún tipo. Y esto es así, en primer lugar por imperativo ético, porque todas las personas, independientemente de su etnia, credo o ideas, han de ser tratadas de la misma forma. Y por otro lado, y esta vez por imperativo legal, Rumanía es miembro de la UE, y por tanto, sus ciudadanos tienen libertad de movimiento dentro de la Unión.

Y da igual que sean de etnia gitana, caucásica o semita: son rumanos, y por tanto europeos. En consecuencia, estas decisiones del presidente francés no sólo son discutibles, sino ilegales, y merecen la apertura de un procedimiento judicial. Cuestión de otro artículo sería cómo gestionar los asentamientos urbanos no autorizados, es decir, el chabolismo.

Parece mentira que en nuestro continente después del genocidio del fascismo (que comenzó dando rienda suelta a ese racismo europeo y blanco contra judíos y gitanos) y de una más que terrible Segunda Guerra Mundial, la lección no se haya aprendido bien. Y esto va para aquellas almas cándidas, estúpidas o acobardadas, que por no gustarle el color de piel de algunas personas son capaces de mandarnos a todos al carajo.

Simplemente racismo es lo que hay detrás de estas políticas: ¿o es que no hay blancos europeos en Francia que son mafiosos muy peligrosos y no son expulsados? Que tenga cuidado también el señor Sarkozy, ya que siendo él de ascendencia húngara, puede terminar siendo víctima de su propio engendro político.

Alfonso Cortés González es profesor de ‘Comunicación Política’ y de ‘Comunicación y Sociedad’ en la Universidad de Málaga

Social Share Counters

Liberalismo frente Estado del Bienestar

Artículo publicado en elplural.com
enlace: http://www.elplural.com/opinion/detail.php?id=44518

No es la primera vez que dedico un artículo a defender la subida de impuestos. Creo que es necesario dar argumentos y explicar de manera sencilla este asunto si estamos dispuestos a mantener las cotas de Estado de Bienestar que hemos alcanzado, y que ante el acoso del neoliberalismo, empiezan a estar en peligro ya no sólo en España, sino en todo el continente europeo.

A pesar de que nuestro IVA sea de los más bajos de la Unión Europea, no me entusiasma la subida de este impuesto (porque repercute en todos por igual), y hubiera preferido una subida en los tramos altos del IRPF, (que con esa medida no seríamos ni más pobres ni más ricos), y estaríamos siendo solidarios con aquellas familias que en esta coyuntura no tienen trabajo, y que por tanto, no tendrían recursos para sobrevivir si no existiesen los actuales subsidios por desempleo aprobados por el Gobierno, y que son sin duda una decisión solidaria. Y para que existan estos subsidios, teniendo en cuenta el ritmo de endeudamiento que hemos alcanzado con la crisis, es imprescindible subir los impuestos. Y como es verdad que de alguna forma el IRPF este año ya es más alto porque no se devuelven los 400 euros, entiendo que desde la lógica del marketing político pueda ser el turno de otras tasas, como en este caso la del IVA. Y una vez que escampe, abordar sin reparo la reforma del sistema productivo.

La derecha se opone de manera muy sobreactuada y por sistema a cualquier tipo de subida impositiva (cuando en sus Ayuntamientos y Comunidades hacen lo que les da la real gana), argumentando que lo que se debe hacer es rebajar los impuestos para incitar la creación de empresas, y que estas empresas empleen a los parados. Eso suena muy bonito pero no lo es, y prueba de ello son las consecuencias de los gobiernos de Reagan y Thatcher en sus respectivos países durante los 80. Conociendo a algunos de los empresarios del tipo Díaz Ferrán, esto es lo que ocurriría en España si aplicásemos la propuesta de rebaja de impuestos de Rajoy: 1. estos empresarios serían más ricos porque pagarían menos impuestos, 2. no contratarían más porque no se generarían, por lo pronto, nuevos mercados, 3. esos parados, en consecuencia, seguirían parados y además sin subsidio y sin comer, 4. cerrarían todavía más empresas pequeñas porque se movería aún menos dinero, 5. Habría más parados si cabe, y 6. Enorme crecimiento de la desigualdad.

En realidad lo que ocurre es que el Gobierno de España no ha sabido explicar bien lo que está pasando. Resulta que detrás de esta disputa dialéctica entre el PP y el PSOE, encontramos grosso modo, la lucha de dos modelos distintos de sociedad: el modelo liberal por un lado, y el modelo de Estado del Bienestar por otro. El ring de esta contienda es Europa, y España tan sólo es una de sus esquinas.

Como muestra de ambos modelos enfrentados, podríamos poner los Estados Unidos y Suecia (salvando los vaivenes liberalismo-bienestar que también se dan, en cierto modo, en los ciclos políticos de ambos países). Sobre la mesa, y en teoría, el modelo liberal defiende impuestos muy bajos y una participación muy débil del Estado en la sociedad, y se quiere explicar que con ello, se generan muchas posibilidades de mercado que aportarían riquezas privadas y altas cotas de consumo. Eso es cierto, pero realmente lo que propicia este modelo son enormes fortunas al mismo tiempo que grandes miserias y desigualdad social. Por ejemplo, en un país de corte liberal, un trabajador pagaría menos impuestos, pero al mismo tiempo tendría que asumir muchísimos más costes directamente, y si por cosas del destino y del invierno se resfría, esta enfermedad común le podría costar directamente 250 dólares, por no hablar ya de un cáncer. Por eso en EE.UU. los hijos de muchos trabajadores no pueden ir a la Universidad, o no pueden permitirse el lujo de caer enfermos. Recuerdo a un estudiante norteamericano en mi etapa en la Pablo de Olavide, que con 38 de fiebre y mareado en clase, no iba al médico porque no tenía suficiente dinero esos días. Le dije que no tenía que desembolsar sus euros, y le acompañé al centro de salud. Quedo sorprendido de que un país que él consideraba mucho más pobre que el suyo, tuviese unos servicios médicos infinitamente mejores.

Por su parte, el Estado de Bienestar, aun asumiendo la libertad de mercado, reserva una parcela importante en la sociedad al Estado. Y gracias a la recaudación de impuestos, trata de equilibrar las oportunidades en la vida de los hijos de los trabajadores, respecto a los hijos de los poderosos. Por eso en Europa, y siguiendo el ejemplo anterior, los hijos de los trabajadores pueden ir a la Universidad (En España, y por poner datos concretos, la matrícula de la Universidad cuesta alrededor de 10000 euros al año, de los que los estudiantes pagan unos 1300, y si los impuestos estuviesen por los suelos, tendrían que pagar íntegramente esos 10000 ¿quién podría ir entonces a la Universidad? ¿Quién podría entonces recibir tratamiento contra el cáncer?). Es así de sencillo, un modelo está hecho a la medida de los ricos y sus capitales, y el otro modelo pretende corregir esta injusticia histórica de que no seamos iguales de nacimiento y ante la ley. Esto es así, lo pinten como lo pinten, ya sea de liberal conservador o de popular populista.

Pero esto al PP le da igual, porque en realidad debajo de su careta carnavalesca de “partido popular”, lo que encontramos es el brazo político de la patronal de Díaz Ferrán. Para el PP es muy fácil decir tonterías porque no gobierna (su amiga Merkel no ha podido siquiera empezar con su política anunciada de bajada de impuestos), y saben los de Rajoy que para llegar a La Moncloa no necesitan hacer bien las cosas, sino simplemente que a España le vaya mal. Es por eso que están instalados en la más zoqueta e insultante de las demagogias.

Alfonso Cortés González es profesor de Comunicación Política y Publicidad en la Universidad de Málaga

Social Share Counters

El Parlamento Europeo privado de representatividad

Publicado en Le Monde Diplomatique (edición española). Para leerlo completo en su fuente original pinche aquí.

Si hay una crítica que se le formula constantemente a la Unión Europea (UE), es la de su «déficit democrático» debido a la creciente divergencia entre los poderes que le han transferido los Estados y la posibilidad otorgada a los ciudadanos de ejercer su soberanía. No obstante, pocos análisis cuestionan su funcionamiento, y en consecuencia surgen pocas propuestas para colmar dicho déficit.

Esta vacuidad política deja el campo libre a iniciativas esencialmente centradas en una mejor «comunicación». Así, en octubre de 2005 la Comisión Europea lanzó la iniciativa conocida como 3D -por democracia, debate y diálogo- (1), con el objetivo de «acercar Europa a sus ciudadanos». Los términos utilizados son significativos: desde el punto de vista de Bruselas parece existir por una parte la «Europa» platónica, y por la otra «ciudadanos» desinformados. Se podría pensar que previamente a cualquier reflexión sobre la democracia europea, sería lógico considerar que los ciudadanos no tienen que «acercarse» a Europa, porque ellos «son» Europa…

El fortalecimiento de los poderes del Parlamento Europeo a veces se reivindica como la clave de la democratización de las instituciones de la Unión. Evidentemente, no cabe ninguna duda de que la llegada de un verdadero parlamentarismo a escala de los Veintisiete (2) constituiría un verdadero progreso. Pero el principal obstáculo a la aparición de una auténtica democracia europea reside en la opacidad del proceso de decisión institucional y en la confusión mantenida entre los intereses particulares de los Estados miembros y el interés general de la Unión.

La soberanía popular no se reduce a la existencia de una asamblea votada. Se ejerce diariamente mediante la posibilidad, para el pueblo, de conocer las prerrogativas de sus representantes, de darles mandato en cuanto a las orientaciones y de seguir el proceso decisorio. Se ejerce también por la posibilidad de intervenir en el debate en el momento justo y en el lugar preciso. Ahora bien, en su mayoría los ciudadanos tienen la sensación -justificada- de sufrir las decisiones comunitarias sin controlar los mecanismos. Saben confusamente que casi todas las leyes y reglamentos que regulan su vida diaria son de origen europeo, pero ignoran cuándo y cómo se han tomado estas decisiones, quién asume su responsabilidad y a quiénes pueden pedir cuentas al respecto.

Primer acto de democratización: establecer la distinción neta entre una administración que ejecuta y un poder político que discute, orienta y decide. En democracia, nunca el poder político puede escudarse detrás de una administración para eludir sus responsabilidades. Pero en las instituciones europeas se ridiculiza este principio fundamental: no sólo la Comisión monopoliza la iniciativa legislativa, sino que interviene también en la esfera política del Parlamento y el Consejo. Así pues, se pudo escuchar a un comisario europeo informar al Parlamento, antes de votarse un proyecto de Directiva, que la Comisión no seleccionaría tales y cuales enmiendas aunque los votos le otorgasen la mayoría (3).

Segundo acto, de aclaración esta vez: importa que los ciudadanos europeos perciban con claridad la distribución de funciones y la división de responsabilidades entre las dos instituciones políticas que son el Parlamento por una parte y por la otra el Consejo (o los Consejos de Ministros), donde tienen sus asientos los representantes de los gobiernos. Por cierto, los especialistas conocen una distribución tan compleja, pero sigue siendo poco transparente para la gran masa de europeos. ¿Cuánta gente sabe con exactitud cuándo se consulta simplemente al Parlamento, en qué ámbitos co-decide con el Consejo y según qué modalidades?

En ausencia de esta distinción y esta aclaración, los ciudadanos están incapacitados para ejercer una prerrogativa democrática esencial: el control de la decisión. En democracia representativa, los políticos votados por el pueblo son responsables ante sus electores. Esta transparencia no existe en la UE. No cabe duda de que la intervención de los parlamentos nacionales podría garantizar un mejor control democrático de las decisiones, pero a condición de definir claramente las prerrogativas de unos y otros: en efecto, no habría que poner a competir las asambleas que representan a cada uno de los veintisiete pueblos europeos -y por consiguiente los intereses particulares de cada una de las naciones que componen la UE- con el Parlamento Europeo, que se supone representa al conjunto del pueblo europeo, y en consecuencia al interés general de Europa. Tanto más cuanto que los intereses nacionales también son asumidos por el Consejo, pero sin ninguna transparencia y fuera de todo control.

En efecto, las principales decisiones que comprometen el futuro de Europa se toman en los Consejos Europeos, que reúnen a los Jefes de Estado o de Gobierno de los Estados miembros, y en los Consejos de Ministros de la Unión. Por lo tanto, la intervención de los parlamentos debería realizarse con anterioridad a esas reuniones, para que los Ministros, Jefes de Estado y de Gobierno fijen sus posiciones a partir del mandato que les habría otorgado la representación nacional de su país. Cada Parlamento nacional podría discutir el orden del día de los Consejos Europeos y, después del debate, ser informado de sus resultados. Por medio de sus diputados electos, los ciudadanos podrían así controlar las decisiones que toman sus gobiernos, y éstos ya no podrían lamentarse del carácter impopular de muchas de ellas escudándose detrás de «Bruselas», siempre designada como un lugar de poder sin rostro sobre el cual no tienen ningún ascendiente.

En una Unión Europea ampliada donde existen numerosos conflictos entre antiguos y nuevos Estados miembro en materia social, fiscal y presupuestaria, se volvía difícil establecer el equilibrio entre interés general europeo e intereses nacionales particulares. Con 27, el método intergubernamental que había prevalecido hasta el momento alcanza sus límites; se agota en la yuxtaposición de exigencias a veces irreconciliables y bloquea muchas decisiones, a falta de un arbitraje decidido en nombre de un interés general que tiene en el Parlamento Europeo la única instancia apta para expresarlo institucionalmente.

Los diputados europeos, contrariamente a los miembros del Consejo, no son los representantes de un Estado: ocupan un escaño en un grupo parlamentario transnacional. Sin embargo, para ejercer la plenitud de sus atribuciones el Parlamento debe ganar en madurez. Al obtener los poderes que todavía le faltan hoy (en especial el derecho de iniciativa legislativa, lo que le quitaría el monopolio a la Comisión), ganaría en visibilidad, y los ciudadanos identificarían mejor el origen de las leyes y reglamentos. Pero también debe emanciparse de la presión de los grupos de presión y los gobiernos. En efecto, con mucha frecuencia los diputados europeos se pronuncian en función de intereses nacionales sectoriales.

Así es como los diputados alemanes miembros del Partido Socialista Europeo (PSE) y los del Partido Popular Europeo (PPE), grupo que reúne distintas formaciones nacionales demócrata-cristianas, unieron sus esfuerzos y sus sufragios para vaciar de la mayor parte de su sustancia el proyecto de reglamento REACH (4) sobre el control de la toxicidad de los productos químicos. Y eso para complacer a la poderosa industria química alemana, respaldada además por el gobierno de Angela Merkel. Asimismo, escasos son los diputados del PSE británicos que se desmarcaron del gobierno de Anthony Blair en la cuestión de la directiva europea acerca del tiempo de trabajo. Según la misma lógica, los eurodiputados franceses votan regularmente y en masa por el mantenimiento del Parlamento en Estrasburgo, cuando esta localización implica un considerable sobrecoste en gastos de funcionamiento.
El Parlamento ganaría en legitimidad si fuera capaz de suscitar debates realmente transnacionales que llevan a una politización de las cuestiones europeas equivalente a la de las cuestiones nacionales. Y más aún porque, compuesto de parlamentarios electos por sufragio universal directo, es la institución comunitaria más receptiva a la presión de las movilizaciones ciudadanas, lo que se pudo constatar en el debate de la directiva «Servicios», llamada directiva Bolkestein. Las campañas de peticiones y las manifestaciones callejeras en varios países europeos pesaron sobre los debates en primera lectura, y provocaron el abandono de la disposición más inaceptable del texto: el principio del país de origen (PPO). Incluso cuando durante los meses anteriores la oposición a este principio, minoritaria en el seno mismo del grupo del PSE, parecía condenada al fracaso. Pero a falta de una movilización equivalente con ocasión de la segunda lectura, el Parlamento ratificó los repliegues pedidos por el Consejo. ¡La mayoría de los diputados del PSE, con la notable excepción de los socialistas franceses, incluso renunció a ejercer su derecho de enmienda para intentar restablecer la integridad del texto votado en primera lectura!

No obstante, el Parlamento Europeo es mucho menos receptivo a las presiones de la población que a las de los gobiernos. La batalla perdida sobre la cuestión de las perspectivas presupuestarias 2007-2013 (5) es reveladora de su tácita aceptación del predominio político del Consejo. Todos los eurodiputados saben que este presupuesto 2007-2013, tal como se votó finalmente, está lejos cubrir las necesidades mínimas indispensables para acompañar la ampliación de la Unión de 15 a 25 (en mayo de 2004) y luego a 27 Estados miembro en enero de 2007. Pero en su mayoría e individualmente se alinearon con la posición del Consejo, avalando así la mezquindad de los gobiernos de los países más ricos. Una de las causas de este fracaso reside en que, en la pugna que durante algunos meses lo opuso al Consejo, el Parlamento no pudo basarse en una conciencia política europea y popular. La responsabilidad política de esta situación se diluyó en el agujero negro del procedimiento de decisión.

En su voto, la mayoría de los eurodiputados no sintieron la obligación que crea la defensa del interés general europeo y el mandato político. Simplemente porque este mandato no existía, y sobre todo porque el concepto de interés general europeo sigue sin estar definido. Lo que precisamente debería ser una de las misiones de los partidos a escala europea. Ahora bien, por el momento tal debate transnacional no está en el orden del día. Ni siquiera en el seno del PSE, donde el espíritu de consenso y el respeto del statu quo pesan con tanta intensidad, a pesar de los esfuerzos de los socialistas franceses y belgas.

En tanto que una nueva concepción de la democracia y del interés general europeos no encuentre los medios de expresarse, el mercado ocupará todo el espacio vacante e impondrá sus intereses. A riesgo de ver triunfar los recortes nacionalistas.

Notas:
(1) Producida tras los «no» francés y neerlandés al referéndum sobre el Tratado Constitucional Europeo, en febrero de 2006, esta iniciativa se continuó con un programa de acción para una mejor política de comunicación europea.
(2) Rumanía y Bulgaria serán oficialmente miembros de la Unión Europea a partir del 1 de enero de 2007.
(3) Declaración del Comisario de empleo Vladimir Spidla con ocasión del voto en primera lectura del Parlamento acerca de la directiva «Tiempo de trabajo», el 11 de mayo de 2005.
(4) El reglamento REACH (acrónimo en inglés de «Registro, evaluación y autorización de sustancias químicas» fue adoptado definitivamente el 13 de diciembre pasado.
(5) El rubro «gastos» del presupuesto europeo está incluido en el procedimiento de codecisión entre Parlamento y Consejo. Pero sólo el Consejo decide el rubro «ingresos», aprovisionado por la contribución de los Estados miembros. Tras haber votado un presupuesto de gastos de 974.000 millones de euros en junio de 2005, el Parlamento se sometió a la propuesta del Consejo, y en mayo de 2006 adoptó un presupuesto de 864.000 millones de euros. El Grupo [Europarlamentario] de Izquierda Unida Europea (GUE) y los diputados socialistas franceses votaron en contra.
Diputada europea, miembro del grupo parlamentario del Partido Socialista Europeo (PSE).

Social Share Counters