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ultraderecha

La marrullería del PP

Artículo publicado en elplural.com
Enlace: http://www.elplural.com/opinion/detail.php?id=51995

Desgraciadamente ya no nos sorprenden ninguna de las vilezas del PP, y salvo a sus fieles militantes y votantes (no han encandilado ni un solo voto nuevo en 6 años), al resto de la ciudadanía nos parece un peligro sistémico, en lugar de una posible alternativa de gobierno en un país donde el parlamentarismo parece que ya está consolidado.

Esto en realidad no es sano porque el PP nunca accede al Gobierno por sus aciertos, ni por sus propuestas, ni su por capacidad de ilusionar con su proyecto, sino que simplemente gana cuando el PSOE sufre el inevitable desgaste del ejercicio del poder, y gran parte de los españoles se quedan desencantados en casa el día de las elecciones.

Sin embargo, Rajoy y los suyos no sólo no están por la labor de regenerar la derecha, de homologarla a los criterios políticos occidentales y democráticos, y hacerla políticamente competitiva, sino que alimentan y se aprovechan de la ignorancia política, y dan alas y cabida a los discursos fascistas para no perder ese votante fiel, vinculado al franquismo sociológico. Ese parece que es su pilar político más sólido, y así lo demuestran los estudios que aseguran que el 90% de la ultraderecha española les vota.

Es por todos sabido el perfil bajo, bajísimo de Mariano Rajoy. Sabemos que su estrategia eterna para acceder a La Moncloa es fumar puros, y entre puro y siesta, decir sandeces (como cuando le preguntaron por su postura ante la reforma de las pensiones y respondió entre jadeos ininteligibles que se pronunciará al respecto cuando lo haga Zapatero). ¿Quiere decirse que mientras Zapatero no diga nada, este señor no tiene siquiera opinión? Pobre de nosotros si nos dejamos gobernar por semejante muñeco.

Y no sólo Rajoy es un político mediocre, sino que también lo es Aguirre (es mediocre en el sentido noble de la Política, pero en cuanto a su destreza y agudeza trilera es sobresaliente doña Esperancita), lo es Arenas que se puede jubilar perdiendo elecciones en Andalucía, y lo es Cospedal. Esta mediocridad ha quedado reflejada ayer mismo, cuando un micrófono indiscreto les ha pillado preocupados reconociendo que el nuevo Gobierno es bueno. ¿Qué han hecho entonces, políticamente hablando, estos 6 años si su trabajo era hacer programa político y ante un cambio de Gobierno se van por la pata abajo? Pues nada de lo que realmente son sus responsabilidades. Lo que han hecho es simplemente fastidiar, insultar, perjudicar al país y estar de fiestas ecuménicas, automovilísticas y gürtelianas.

Es lógico, en consecuencia, que teniendo estas cualidades, a la derecha no le quede otra que estar en política de la manera más indecente, más indigna y más injusta para con un país: Trabajando para que las cosas vayan aún peor para ver si así, a lo mejor, consiguen llegar al poder para simplemente mandar, ya que los conceptos de Gobierno, Cambio Social, Justicia, Ética, Responsabilidad y Democracia son inabarcables para sus mentes simples e iletradas (o aprovechadas), aunque ciertamente ambiciosas.

No hay declaración del PP que se salve en los últimos años. Ayer, por poner un ejemplo de menos de 24 horas, el Tribunal de Justicia de la Unión tiró de las orejas a España por el tema del canon, y al señor González Pons, secretario de comunicación del PP, le falta tiempo para chupar cámara y decir que el gobierno debe retirar el canon, hacer caso a Europa y por tanto librar a los internautas de ese impuesto. Es de vergüenza que este señor, obviamente, ni siquiera se haya leído la sentencia del Tribunal europeo, ya que en la misma, se defiende que el canon para particulares debe seguir existiendo, pero no así para las empresas. Esto es tema de discusión, pero lo que hace Pons y tantos otros del PP es indiscutiblemente causa de despido justificado.

Para gobernar (bien) hace falta mucho más que ambición inconmensurable y mala leche señores del PP. Así que les aconsejo que se formen, que estudien Política, Derecho e Historia, y que articulen programas serios. De este modo sus discursos serán mucho más sólidos y podrán dejar de ser los malos de la película, aquellos malos que quieren que todo vaya a peor (que la crisis sea peor, que ETA siga activa, por poner dos ejemplos), sólo para ejercer el Poder.

No hay nada más peligroso que ganar unas elecciones buscando sólo el deterioro del contrario en lugar de profundizar en las virtudes propias, y por consiguiente mal gobernar sin criterios, sin proyecto y sin ideas. Señor Rajoy: eso simple y llanamente es despotismo con ínfulas de totalitarismo.

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Comprender España

Publicado en elplural.com
Enlace: http://www.elplural.com/opinion/detail.php?id=48694

En realidad, este título le viene grande al artículo (podría titularse Díez no comprende España), ya que bajo el mismo, se podría escribir un ensayo en lugar de este modesto texto. Sin embargo, creo que es oportuno apuntar algunas ideas al respecto, en respuesta a la postura patriotera que Rosa Díez, diputada de UPyD, ha defendido en el Debate sobre el Estado de la Nación. Lo que ha unido, territorialmente hablando, estas semanas el mundial, lo desatan y echan por la borda personajes políticos de esta altura.

En primer lugar, habría que recordarle a la señora Díez que el Estatuto de Cataluña fue aprobado por una amplia mayoría en el Congreso de los Diputados y en el Parlament (lo que en democracia le otorga toda la legitimidad necesaria) y que además fue sometido a referéndum lo que le da ración doble de este ingrediente vital en política. En este sentido, y apoyándonos en el concepto clásico de Legitimidad en las Ciencias Políticas, se puede incluso afirmar (políticamente, no judicialmente) que este Estatuto, con estas credenciales democráticas, es muchísimo más legítimo, de cara a la ciudadanía, que cualquier fallo judicial venga de quien venga. No se me malinterprete: un Tribunal en democracia es plenamente legítimo y constitucional, pero quiero decir que lo que la gente vota directamente, y votan nuestros representantes tiene ese plus de legitimidad.

En segundo lugar, habría que enseñarle algo de Historia de España a la mencionada diputada por Madrid, para que no diga vaciedades en la Tribuna. En los libros de texto de los colegios e institutos se les enseñaba a los niños (no sé si lo seguirán haciendo, pero me temo que sí y dependerá de la Comunidad) que España nace como nación con los Reyes Católicos, como si en el siglo XV existiese siquiera el concepto contemporáneo de Estado-Nación (concepto surgido en el romanticismo, por cierto). Está claro que en todos los países se tunea la historia para hacer creer a los ciudadanos que tenemos una conexión mística, genética y visionaria con un pasado glorioso. El nuestro obviamente no es una excepción, pero al ser España un país de países, enseñar mal la historia de España a los Españoles traerá (viene trayendo ya desde el siglo XVIII con el primer Borbón y su visión centralista del Estado) consecuencias negativas, que más que fortalecernos y cohesionarnos como país, favorece precisamente el distanciamiento sentimental entre los territorios de la península.

Fijar el inicio de España en la unión matrimonial de Isabel I (de castilla) y Fernando II (de Aragón) es sencillamente una falacia. Durante todo el Reinado de estos católicos reyes (maticemos que el título de Católica Majestad se lo concede el Papa a Fernando) los distintos reinos peninsulares mantuvieron sus instituciones propias, sus propias leyes, y sus propias monedas, símbolos inequívocos del Estado-nación. Esto se mantuvo así durante toda la dinastía de los Austrias, dinastía que además de la península Ibérica controlaba también Milán, Flandes y Borgoña (entre muchísimos más territorios). Tenemos un ejemplo hoy día: aunque Canadá o Australia compartan rey o reina con Inglaterra, no se puede decir que sean el mismo país, sino que son países soberanos e independientes: eso ocurría de algún modo (y salvando las enormes distancias que no caben explicar en profundidad) en la España medieval y moderna.

Por otra parte, el terreno accidentado de la península que no facilita el moverse fácilmente de Andalucía a Navarra (salvo con importantes y modernas infraestructuras y medios de transporte) durante siglos favoreció diferencias subculturales en territorios próximos, y así por ejemplo en Euskadi encontramos distintos dialectos del euskera. Con esto que expongo no quiero negar la existencia de España, que es evidente, sino matizar qué significa España.

Nuestro país es muy rico culturalmente y tiene buenas posibilidades de futuro si hacemos bien las cosas, pero atendiendo a estas cuestiones lo que queda claro es que España no es una, sino muchas. Y esta es una de las grandezas de nuestro país y en sus diferencias está su ventaja competitiva. Por tanto, vamos a aprovechar nuestro equipaje común en la construcción del Estado-Nación, pero sin maniatar los sentimientos de ningún territorio.

Desafortunadamente para el parlamentarismo de España, la señora Rosa Díez tomó ayer en el debate el papel que le corresponde a la ultraderecha (como hace otras veces Rajoy), apoyándose tan sólo en el superficial y ridículo discurso patriótico, dejando de lado todas las cuestiones de gran calado y que realmente nos interesan. Oscar Wilde decía que “el patriotismo es la virtud de los depravados” y Shopenhauer que “todo imbécil execrable, que no tiene en el mundo nada de que pueda enorgullecerse, se refugia en este último recurso, de vanagloriarse de la nación a la que pertenece por casualidad”.

Alfonso Cortés González es profesor de Comunicación Política en la Universidad de Málaga

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