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mentiras

Los cuentos chinos y la esquizofrenia

Artículo publicado en elplural.com
Enlace: http://www.elplural.com/tribuna-libre/los-cuentos-chinos-y-la-esquizofrenia/

Los seres humanos tenemos una natural tendencia a la fantasía. Esta predisposición es muy sana, y ejercitarla resulta recomendable para mantener una buena salud mental y evadirnos, de vez en cuando, de los aspectos sórdidos de la realidad. Sin embargo, cuando la fantasía supera el umbral en el cual no sabemos distinguirla de la realidad, nos encontramos ante una situación realmente dramática y peligrosa, que se podría diagnosticar como una patología psíquica importante.

En este sentido, la gente puede asumir como real un montón de mitos, habladurías y chorradas que no tienen en absoluto ninguna relación con la realidad. Y si alguien cree que falto a la verdad o que hablo demagógicamente, les recuerdo el mito del perrito Ricky Martin y su lujuriosa ama en el programa de Isabel Gemio, o el falso rumor sobre la Oreja de van Gogh y su arenga proetarra en TVE, o la actual patraña de iluminados o ignorantes sobre que los chinos no pagan impuestos.

Pues bien, este ejercicio de creer cosas irreales suele tener, en muchos casos, un mismo origen: la intención de unos cuantos listos en aprovecharse de la ignorancia (y la tendencia a la fantasía al mismo tiempo) de otras personas en beneficio propio; sea desprestigiando un producto para que el de la competencia salga favorecido, sea vendiendo parcelas en el cielo, o haciendo circular falsos rumores sobre la política.

Los del PP y sus medios afines, han conseguido inocular el mito, en ciertos grupos de la población, de que el PP gestiona lo económico mucho mejor que los socialistas y que están hechos de otra pasta. Con esto no quiero hacer como ellos y decir que los socialistas están tocados por un don divino (al contrario, creo que se han equivocado y mucho), pero esto del que el PP gestiona mejor no es más que un cuento chino.

Para muestra unos cuantos botones: podemos hablar del fiasco y despropósito (por no tildar de gestión condenable) del aeropuerto de Castellón donde nos hemos gastado millones de euros para engordar las carteras de ciertas empresas y mantener un aeródromo sin aviones. O podemos hablar de sueldos desproporcionados en todas las administraciones que gestiona el PP, o si quieren podemos hablar de que el PP ha triplicado en Extremadura el número de familiares contratados a dedo, y así podríamos seguir con mil casos más que no sólo no caben en este artículo sino en toda la edición de hoy de este periódico.

Insisto, no quiero entrar en un discurso maniqueo de que unos son buenos buenísimos, y los otros malos malísimos por naturaleza, pero esto de que el PP gestiona mejor es una rotunda mentira, una mentira puede que intencionada, ignorante o quizás esquizofrénica.

Cuándo la esquizofrenia es personal se puede tratar con terapia y medicamentos ¿Qué hacemos cuando es social?

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Apóstoles de la injusticia y mentiras sobre la crisis

Artículo publicado en elplural.com
Enlace: http://www.elplural.com/opinion/detail.php?id=54646

Es realmente preocupante como deforman la realidad y mienten las voces que, al servicio de los poderes financiero-especulativos, influyen en la opinión pública. No es nada nuevo que la manera en la que se muestran los datos y se narra la supuesta realidad, influye en la forma en que las personas vemos el mundo. De este modo, gracias a los comentarios de reputados expertos en determinadas tertulias, una persona que no ha estudiado economía en su vida, cree tener una opinión coherente por el simple hecho de repetir el argumento del sicario dialéctico de turno, con quién simpatiza.

Y de este proceder, muchas veces poco crítico, de consumir medios que tenemos las personas, se aprovechan las estrategias ruines de quienes quieren desmontar el Estado del Bienestar y arrebatarnos derechos legítimos como la negociación colectiva. Quieren ir en esta dirección no sólo para mantener su poder, sino para poder seguir impunemente aumentando su riqueza a base de especulación financiera, sin valor añadido ni producción real detrás. Es decir, una engañifa.

Para que no parezca que estoy hablando como el que da un sermón, vamos a poner nombres. Por ejemplo, el economista Pedro Schwartz, se dedica a aparecer en tertulias televisivas y radiofónicas (ayer lo hizo en 59 segundos de TVE), argumentando con aparente credibilidad que para salir de la crisis lo que debemos hacer es eliminar los convenios colectivos y el salario mínimo para ser más competitivos y aumentar el empleo. Este mensajero del lado oscuro lleva razón en que de este modo los números pueden cuadrar, pero calla intencionadamente sobre las repercusiones en la población del modelo que él mismo propone.

No dice que sin convenios colectivos y sin salario mínimo, las condiciones de vida de la mayor parte de los ciudadanos será lamentable, con unos sueldos que no llegarían ni para comer y con una vuelta al modelo laboral del siglo XIX. Este señor, que además de culto es prestigioso (cosa que agrava la orientación de sus opiniones), ni siquiera por honestidad pone sobre la mesa la cuestión de que en realidad (conforme al propio modelo occidental), son los Estados quienes sin inmiscuirse, deben regular las reglas de juego de los mercados y no al contrario, que es lo que está sucediendo. Y esto es así porque el poder político es el que, atendiendo a la filosofía actual, goza del mayor grado de legitimidad, ya que emana de la voluntad popular directa.

Existen propuestas para enfrentarnos a esta crisis especulativa que nos atormenta desde hace unos años. La primera sería una reforma fiscal seria y valiente, que consiguiese emerger la economía sumergida a la legalidad, que es en mi opinión, el mayor problema estructural de la economía de nuestro país. Y eso de todo en dinero blanco, no es sólo una cuestión del modelo nórdico, sino de los propios EE.UU. que son el paradigma del liberalismo. En América del Norte las inspecciones de hacienda son implacables, y quien defrauda un solo dólar, la paga. Aquí no. En España hay gente que cobra el paro y hace chapuzas, hay profesionales liberales que no emiten todas las facturas que deberían, hay clientes que quieren pagar bajo cuerda para ahorrarse el IVA, y un montón de cosas más que todos sabemos.

La manera de hacer esta reforma es sencilla, sólo necesitamos voluntad política para copiar los controles fiscales que existen de los Pirineos para arriba, donde un chaval de 15 que para ganarse una paguilla reparte periódicos una vez a la semana, está dado de alta. Donde se desgrava parte de los gastos familiares en multitud de conceptos y donde hay inspectores de trabajo y de hacienda suficientes. Y no es una cuestión cultural esto de la economía sumergida latina, sino estructural: ya he comentado en alguna ocasión como empresarios nórdicos, declaran todas sus operaciones en Suecia, pero sólo algunas en España. Y siempre me dicen lo mismo “es que en Suecia no puedo hacerlo, me pillan”.

Con la cantidad de millones de euros que saldrían a la superficie económica con una reforma fiscal como la mencionada, haríamos maravillas. No significa que saliésemos automáticamente de la crisis, pero sí que podríamos afrontarla con mayores posibilidades de éxito, y sobre todo sin tener que seguir fastidiando a los grupos sociales más vulnerables: trabajadores, estudiantes y pensionistas.

Otra cosa que se debería hacer, para paliar otro problema fundamental de la crisis (la forma en la que se creó el Euro), es propiciar que exista un Banco Europeo que pueda comprar deuda pública (como en EE.UU.) y que otros países sigan el ejemplo de Japón en comprar deuda europea (ya que no podemos emplear la tampoco muy feliz carta-recurso de la devaluación). Aún estamos a tiempo de enmendar el mayor error del Tratado de Maastricht, que fue confiar en el dogma neoliberal que obliga unos índices determinados de deuda pública, sin mirar las balanzas de pago y la deuda privada, creyendo el falso argumento de la derecha de que el mercado se regula bien solo, y que la gestión privada siempre es genial frente a la penosa gestión pública.

Por tanto, la reforma fiscal que comentaba antes, y esta reforma monetaria europea son las dos más importantes a realizar (por encima de la reforma de las pensiones o del mercado laboral) si realmente queremos salir de la crisis y amortiguar posibles futuras.

Y es que todo esto de la crisis, cuando uno se para a pensar detenidamente y a estudiar la cuestión, se da cuenta de que es el mundo al revés. Una estupidez sin más sentido que seguir avanzando en la senda de la desigualdad y la injusticia. Esta senda, desgraciadamente, tiene muchos apóstoles de la razón torcida.

Alfonso Cortés González es profesor de Comunicación y Sociedad en la Universidad de Málaga

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No somos tontos, Esperanza

Artículo publicado en elplural.com. Para leerlo pinche en el siguiente enlace:
http://www.elplural.com/opinion/detail.php?id=42259

No es la primera vez que se lanzan mensajes a la ciudadanía de lo mal que funcionan los servicios públicos, por el hecho de ser públicos, y que si estuviesen en manos privadas funcionarían mejor. Estos discursos falsos suelen venir acompañados de una gestión política que trata de desprestigiar y perjudicar los propios servicios que gestiona. Es un truco muy viejo, que en esta ocasión nos viene de nuevo de la mano de Esperanza Aguirre. La intención es clara: privatizar la gestión de la Ley de Dependencia.

Como informó ayer este diario, la Comunidad de Madrid está a la cola en la aplicación de la Ley de Dependencia. Su presidenta, achaca esta deficiencia a la falta de funcionarios, y al mismo tiempo tiene la desfachatez de afirmar que si se privatiza la gestión del servicio, se solventarían los retrasos. Habría que apuntarle al oído que en Andalucía o en el País Vasco, la Ley se está aplicando satisfactoriamente y no está privatizada. ¿Tiene también Esperanza Aguirre algún familiar o amigo interesado en gestionar estos asuntos? No es una pregunta baladí, teniendo en cuenta sus amistades  gürtelianas  y  tamallazas.

Es oportuno, en este sentido, poner las cosas claras y que la ciudadanía elija, sin contaminación de intereses, qué modelos de gestión le convence más. Cuando un servicio público lo gestiona el Estado (en cualquiera de sus formas, nacional, autonómica o local) no pretende ganar dinero, simplemente prestar el servicio originado de un derecho reconocido y legislado. Sin embargo, cuando este servicio, derivado, no nos olvidemos, de un derecho reconocido oficialmente, lo gestiona una empresa privada, además de prestarlo, quiere necesariamente obtener beneficios por ello. Y todo el mundo lo comprende.

Por tanto, es obvio que si el ejercicio de un derecho (a fin de cuentas recibir el apoyo de la Ley de Dependencia es un derecho) pasa por manos privadas, nos costará más caro que si lo gestiona directamente el Estado, ya que a los gastos fijos habrá que sumarle los beneficios. Otra cosa distinta es que se necesiten diez personas en una administración concreta para hacer el trabajo de cuatro, pero si este fuese el caso de los funcionarios madrileños, eso es responsabilidad directa de Aguirre, que lo que debería hacer es propiciar la productividad y buen funcionamiento del sector público. A no ser que no le interese a la lideresa las condiciones de vida de los madrileños.

Insisto en que desde las Instituciones Públicas no se debe (vemos que poder si se puede) bajo ningún concepto debilitar o perjudicar lo público. Por ello, tenemos que exigir, a todos nuestros representantes políticos, que mejoren las condiciones y prestaciones sociales, que para eso les hemos votado (a no ser que seamos millonarios insensibles que votamos a mala leche), en lugar de aplaudir como ignorantes cuando quieren repartirse el pastel del presupuesto público entre sus amigotes. Esta estrategia, empleada hasta la saciedad por el PP, se confecciona continuamente bajo la excusa de una mejora privatizadora. Si tenemos esto claro, seguro que nos irá mucho mejor.

Alfonso Cortés González, profesor de Comunicación Política y Publicidad en la Universidad de Málaga.

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¿Es el sector público demasiado grande?

Artículo de Vicenç Navarro publicado en elplural.com. Para leerlo pinche aquí.

Las derechas en España – tanto las de orientación conservadora como las de sensibilidad liberal- están pidiendo que se reduzca el empleo público, el cual consideran excesivo. Enfatizan que hay que disminuir el empleo público como medida de austeridad del gasto público para poder salir de la crisis y señalan que la exuberancia del sector público está ahogando a la economía, la cual exige un menor peso del sector público para poder aumentar su eficiencia.

<!–Un indicador del carácter ideológico de tales propuestas es que se presentan constantemente en los medios de información y persuasión liberales (que son la mayoría en el país), a pesar de que los datos, fácilmente accesibles, muestran que el empleo público, en lugar de ser excesivo –como proclaman- es demasiado bajo, siendo éste de los más bajos de la UE-15. Según los informes de la organización internacional del trabajo, OIT, y de la Agencia de recogida de datos de la UE, Eurostat, el porcentaje de población adulta que trabaja en el sector público en España es sólo 9.47%, uno de los porcentajes más bajos de la UE-15.

El promedio de la UE-15 es 16.1% y en Suecia y Dinamarca (dos de los países con mayor eficiencia económica) es 21.12% y 26.24% respectivamente. A pesar de ello, las derechas continúan insistiendo en que el Estado (que incluye el gobierno central, más las CCAA y los municipios) es demasiado obeso y hay que adelgazarlo.

La otra observación que hacen es que además de ser demasiado grande el empleo público está creciendo desmesuradamente. De nuevo, los datos no apoyan tales proclamas. El porcentaje de personas adultas ocupadas en el sector público es bastante parecido desde el año 2000, con un ligero descenso desde el año 2005 pasando de ser un 9.63%, a un 9.47% en 2008. Ha crecido, sin embargo, en la mayoría de países de la UE-15 durante el mismo periodo. En realidad, en España el crecimiento de empleo en el sector privado ha sido mucho mas rápido y elevado que en el sector público durante el periodo 2000-2008.

Una consecuencia del escaso desarrollo del empleo público es que la ciudadanía está pobremente atendida por las administraciones públicas. El número de empleados públicos por cien habitantes (6) es, de nuevo, uno de los más bajos de la UE-15, sólo superior a Portugal e Italia. Este número es 17 en Dinamarca, 13 en Finlandia y 14 en Suecia (países donde los servicios públicos y el estado del bienestar son más extensos y más desarrollados, siendo a la vez –como reconoce incluso Davos, el Vaticano del pensamiento liberal- los países con mayor competitividad y eficiencia económica.

Este déficit de empleados públicos contribuye a la percepción por parte de la población de que la administración pública es rígida (rigidez es síntoma de pobreza) y poco sensible a la necesidad de los usuarios y ciudadanos. Ello ocurre en especial en los servicios donde la población tiene mayor contacto con la administración pública, tal como los servicios público del estado del bienestar (siendo sanidad uno de los sectores más afectados por la escasez de personal). La famosa masificación de los servicios públicos se basa, en gran parte, en esta escasez de empleo público.

Otra propuesta que hacen las derechas es reducir los salarios de los empleados públicos, considerados también como excesivos. Como prueba de tal aseveración, tales portavoces del pensamiento conservador y liberal, muestran datos que confirman que, en general, los salarios de los empleados públicos son superiores, a los empleados en los sectores privados. Es interesante señalar que en los países nórdicos, todos ellos de tradición socialdemócrata, los niveles salariales del sector público son semejantes a los del sector privado, mientras que en los países del centro de Europa –en general, de tradición conservadora o liberal- los salarios de los empleados públicos son inferiores a los empleados privados (coincidiendo con el menor desarrollo de sus servicios públicos). En España y en otros países del sur de Europa, los salarios del sector privado son sustancialmente inferiores a los del sector público. Pero ello no se debe a que los últimos sean exuberantes (en realidad, son, por lo general, más bajos que en el resto de la UE-15), sino que los primeros –los salarios del sector privado- son excesivamente bajos, mucho más bajos que en el resto de la UE-15 (6 de cada 10 trabajadores son mileuristas).

Dos últimas observaciones. Las derechas están subrayando que lo que ellas llaman excesivamente abultado sector público está obstaculizando el desarrollo económico del país y muy en especial su eficiencia económica. Como he indicado anteriormente, los países considerados más eficientes en Europa son los países con mayor empleo público. Pero, lo que es más importante es que la calidad de vida de la ciudadanía es mayor en aquellos países con una elevada extensión de los servicios públicos del estado del bienestar que en los que tienen su sector público escasamente desarrollado.

La otra observación es que, en contra de lo que las derechas están diciendo, la delegación de responsabilidades públicas a las CCAA, no ha significado, en general, un “exuberante” crecimiento del sector público. La delegación de responsabilidad ha tomado lugar predominantemente en los servicios públicos del estado del bienestar (donde el empleo no ha crecido). Lo que ha ocurrido ha sido un cambio en la autoridad responsable en su gestión. El enorme déficit de los sectores públicos lo administran ahora las CCAA, en lugar del Gobierno central.

Vicenç Navarro es catedrático de Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra, y Profesor de Public Policy. The Johns Hopkins University

Blog de Vicenç Navarro

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