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los candidatos pasan la itv

Texto de DIARIOSUR.ES
Regina Sotorrío, 8 de mayo de 2011
Cuatro expertos analizan los puntos fuertes y las debilidades de los aspirantes a la Alcaldía en su imagen, su discurso y su mensaje
Los votos no solo se ganan con un programa electoral perfecto. De nada sirve que el político prometa arreglarle la vida al votante si titubea al hablar, si su aspecto parece desaliñado o si transmite un mensaje confuso. Hay que ser bueno… y además parecerlo. Cuatro expertos en oratoria, imagen, ‘marketing’ y comunicación analizan los puntos fuertes y las debilidades de los tres aspirantes a la alcaldía del Ayuntamiento de Málaga. Y todos, según sus análisis técnicos, tienen puntos que pulir.
Texto completo publicado en diariosur.es: pinche aquí
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Estoloarreglamosentretodos.org

Artículo de Eduardo Cholvis publicado en La Bitácora de Comunicación Política.
Enlace: http://compolitic.wordpress.com/2010/03/17/estoloarreglamosentretodos-org/

LOS PARTIDOS POLÍTICOS

Los últimos datos publicados por el Centro de Investigaciones Sociológicas no dejan lugar a dudas, ponen de manifiesto un grave deterioro de la percepción que de la política tienen los ciudadanos. Si no recuerdo mal, “los políticos” pasan a ser el “segundo problema” por detrás del paro y por delante del terrorismo. Esto ya es bastante grave. Plantearse la clase política en términos de problema tiene su miga, en tanto en cuanto la clase política está ahí para resolver problemas. El problema está en que los que resuelven problemas son un problema. Algo no va bien.

El desprestigio que sufre la clase política profesional es más evidente en época de crisis, como es el caso en estos momentos, pero creo que con independencia de este factor, la clase política y los partidos políticos cada vez se alejan más del ciudadano y sus preocupaciones, quedando sumidos en un limbo de luchas internas, choques de egos, promociones personales, carreras políticas en ciernes y, en definitiva,  de temas que poco o nada tienen que ver, o deberían tener, con su función prioritaria, que no es otra que la de ser eco de las necesidades de los ciudadanos. La sensación que tengo, y aún a riesgo de generalizar de forma peligrosa, es que en la vida de un político, un 40% de su tiempo lo dedica a desarrollar la tarea que conlleva el cargo y un 60% lo emplea en “maquinaciones” orientadas a su autopromoción interna, a asegurarse un sitio en la foto, a evitar que le hagan sombra, etc. Evidentemente creo que esto no ocurre con la misma intensidad en todos los niveles. Es en la política local donde tengo la sensación que este fenómeno se da con mayor intensidad y de forma casi cainita, se “toca a degüello”. Conforme vamos subiendo de nivel, regional, nacional, si bien no creo que la cosa cambie mucho en cuanto al  fondo, si puede plantearse un cambio sustancial en las formas.

Esto en cuanto a la vida interna de los partidos. Si hablamos de cómo es la mecánica de relaciones entre partidos la cosa no pinta mejor. A veces parecen, solo parecen, un poco infantiles, chavales en el patio del colegio echándose en cara las mayores nimiedades; ¿Es razonable que desde el PSOE se plantee la deslealtad del PP como el principal problema que tiene España? ¿Es razonable que la oposición se oponga sistemáticamente a todo por principio? Sinceramente no me parece serio. Creo que este país necesita de un discurso político un poco más elevado, aunque puede que simplemente sea una estrategia, una forma de que ciertos mensajes calen entre el electorado, desde la base, utilizando un lenguaje simple o más bien simplón. “Nosotros” lo hacemos todo bien y “ellos” lo hacen todo mal. Estadísticamente imposible.

No podemos pasar por alto que hay muchos políticos que desarrollan su tarea de forma ejemplar, que dan el doscientos por cien, que solo viven por y para su trabajo, pero no es menos cierto que hay una gran cantidad de ellos que tienen más interés por sus intereses personales, y no hablo de intereses económicos, no hablo de corrupción -que también-, hablo de conseguir cuota de poder, de estar cuanto más arriba mejor, de adquirir notoriedad social, de acostumbrarse a “lo bueno”. En definitiva de todo aquello que implica pertenecer a la “clase” política, de todo aquello que conlleva ser ciudadano de primera, cuando de lo que se trata es de ser un ciudadano al servicio de los ciudadanos. Sin más.

En realidad, puede que esta desafección hacia la política que manifiesta la mayoría de los españoles, sea consecuencia de una mala comunicación por parte de los partidos, o sea consecuencia del tratamiento que los medios hacen del día a día político, o simplemente se deba a que en realidad hay mar de fondo.

EL VOTANTE

Qué fue primero, la gallina o el huevo. ¿Dejamos de interesarnos por la política como consecuencia del hartazgo que la política provocaba en nosotros o, directamente, no somos capaces de comprometernos más con la realidad social y política de nuestro país? Sinceramente creo que la respuesta correcta la podemos encontrar en los dos enunciados. Nos gusta quejarnos, nos gusta criticar, nos gusta poner a parir, pero somos incapaces de emplear parte de nuestro sagrado tiempo en acciones que redunden en beneficio de la comunidad. Es cierto que para muchos, afiliarse a un partido lleva implícita la sensación de tener que acabar comulgando con ruedas de molino. A mi me pasa. No parece que el funcionamiento interno de los partidos sea el más democrático de los funcionamientos. Pero también lo es que las cosas se arreglan desde dentro, que para cambiar algo hay que ocupar espacios que te permitan desarrollar acciones que tengan repercusión, ya sean partidos políticos, ONG, asociaciones, plataformas, foros, lo que sea. Eso es algo que se le puede echar en cara a gran parte de la sociedad española, entre la cual me incluyo. No somos lo suficientemente proactivos.

LOS GOBIERNOS

Se gobierna pensando en las elecciones. Actualmente no hay valentía en nuestros gobernantes. No se han acometido los cambios estructurales necesarios por miedo a perder votos. Se gobierna a favor de la corriente. La crisis nos está machacando y es cierto que ha sido una crisis sobrevenida, que no tiene un origen interno. Pero nos ha pillado con los deberes sin hacer. Hemos basado nuestro desarrollo prácticamente en un único modelo productivo, el de la construcción, y alrededor de él hemos crecido al 3% durante bastante tiempo. La envidia de Europa. Pero en cuanto la crisis nos ha golpeado, todo se ha desmoronado con especial virulencia y se nos han acabado viendo las vergüenzas. Como reza el dicho, “pusimos todos los huevos en la misma cesta”.

A nuestros gobernantes debemos exigirles la capacidad de prevenir, de anticiparse. En ellos depositamos nuestra confianza y son ellos los que deben asumir esa tarea. No hay escusa para que un país soporte una tasa de paro de un veintitantos por ciento. Había que haber reaccionado antes, había que haberlo visto venir. En definitiva ha sido la crónica de una muerte anunciada. Gobernar a favor de la corriente es fácil. El buen gobernador ha de tomar medidas impopulares si con ello se garantiza la estabilidad de un país y ha de tomarlas en el momento preciso, aunque se pierdan las siguientes elecciones. Con valentía.

Y hablo de gobiernos en plural, porque no hay que buscar responsabilidades solo en los gobiernos de Rodríguez Zapatero, sino que con los gobiernos de Aznar comenzamos a deslizarnos por una peligrosa ola que acabó rompiendo de mala manera.  En tiempos de bonanza nadie tuvo visión de futuro, nadie tuvo la cordura necesaria para contener la euforia del crecimiento desmedido que experimentamos y comenzar a plantear  alternativas “por si” el viento cambiaba. Nadie hablaba de innovación y desarrollo, nadie hablaba de energías renovables. Fueron momentos en los que se tenía la capacidad de invertir en estos campos. Nadie lo hizo. Y como digo, todos estos gobiernos han sido responsables, no de la crisis, pero sí de las graves secuelas que está dejando.

Ahora tenemos prisas. Todos los cambios que demandaban un país y una sociedad como la española se quieren hacer de golpe. ¿Cómo se puede cambiar de modelo productivo en tan poco tiempo? ¿Cómo nos inventamos un país de la noche a la mañana? Me temo que a España le va a costar muchísimo tiempo levantar cabeza y tener capacidad generadora de empleo para los más de 4.000.000 de personas que se han quedado sin trabajo. Espeluznante.

EN DEFINITIVA

Creo que nadie ha estado a la altura de las circunstancias. No durante la época de bonanza, en la que todos nos endeudamos por encima de nuestras posibilidades, espoleados por los bancos y los créditos inverosímiles que nos ofrecían –quién los pillase ahora-; en la que los empresarios no entendían bien lo que quería decir la palabra inversión, o los términos I+D, y sin embargo mantenían unas cuentas de resultados en plena forma y tenían más que contentos a sus accionistas. Y esto si hablamos de los empresarios con ética. Los que desconocían este término sabían ingeniárselas para pagar la menor cantidad posible de impuestos ayudados por asesores financieros y abogados que les diseñaban complejas tramas de evasión fiscal, ¿responsabilidad social corporativa?

Tampoco los sindicatos han estado a la altura. No desde el momento en que muestran un nivel tan alto de connivencia con los gobiernos de turno. ¿Qué ha sido de los sindicatos? ¿no deberían revisar su papel en la sociedad actual? Sinceramente opino que se están quedando obsoletos, que han dejado de ejercer el papel que se les supone  y que necesitan adaptarse a los tiempos, renovarse y volver a ser lo que en otro tiempo fueron, una palanca sobre la que la sociedad aplicaba su fuerza para generar nuevos espacios.

Por supuesto, nadie ha estado a la altura de las circunstancias cuando la crisis ha barrido de un plumazo nuestro “way of life”. Ni el gobierno, ni la oposición, ni los bancos, ni los agentes sociales, y en este caso, al ciudadano de a pié, lo disculpamos, porque poco o nada puede hacer ante lo que se le avecina, o sí,  y no es otra cosa que tener confianza, lo que parece que es mucho pedir, pero que al fin y al cabo puede que sea el elemento que necesitamos para superar todas las dificultades que se nos van a plantear. Bajo esta premisa nos dicen que “estoloarreglamosentretodos.org”, aunque yo hubiera utilizado como eslogan para la campaña algo así como “estoloarreglamosconlapuntadel….org”, que queda mucho más potente y transmite una intensa sensación de confianza absoluta en nuestras posibilidades.

En definitiva, hemos pasado por años de crecimiento y esplendor, hemos vivido como nunca, pero hemos vivido demasiado el momento y toda esa riqueza generada durante estos años la hemos dilapidado de forma vergonzante. Ha sido la época del pan para hoy y hambre para mañana.

Eduardo Cholvis Pedraza.

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La invisibilidad de la izquierda

Artículo de Beatriz Gimeno, publicado en elplural.com. Para leerlo pinche aquí.

Decía Jaques Delors en una entrevista publicada el domingo que la izquierda ya no es ni siquiera dueña de su propio vocabulario. En un artículo publicado en este mismo medio Vicenç Navarro hablaba también de cómo los medios de comunicación permiten sin problemas la expresión de argumentos claramente de derechas o muy de derechas, mientras que no dan entrada a argumentos claramente de izquierdas, sino únicamente a aquellos más «moderados» o de centro.De manera que sí, que a las personas de izquierdas nos van robando el vocabulario y la posibilidad de expresar ideas claramente de izquierdas, y la población en general termina por creer que existe la derecha, incluso la extrema derecha, -que no se cortan un pelo-, y que por el otro lado, está el centro. La idea que se extiende es que que mantener posiciones de netamente izquierdistas es algo extremo, raro, marginal…ya que dichas ideas ni aparecen con nitidez en los medios, ni las expresan los políticos (desde luego no los que gobiernan, nunca) Se va educando en la sensación de que ser de izquierdas es algo vergonzoso o clandestino, algo propio quizá de jóvenes alocados, pero no de personas maduras y normales.

La consigna es la siguiente: uno puede ser claramente de derechas y estar a favor de los crucifijos, en contra del aborto, del matrimonio gay, en contra de lo público o en contra de una política impositiva progresiva y no pasa nada; una postura semejante puede ser perfectamente defendida en público. Pero si uno/a es de izquierdas y está por quitar los crucifijos del espacio público, a favor del aborto como derecho (derecho, Señor Bono, derecho), a favor de que los impuestos cobren más a los ricos, mucho más, a favor de lo público frente a lo privado… parece que no puede decirlo con claridad si quiere tener acceso a los medios.

He aquí un ejemplo que me hizo pensar mucho. Cuando hace un par de semanas se celebraron elecciones en Uruguay y estas fueron ganadas ampliamente por el exguerrillero Jose Mugica, en el telediario de las nueve de la noche, en Televisión Española, el locutor dio paso a la enviada en Montevideo con la siguiente afirmación (literal): «Existe el temor que de que Jose Mugica sea más de izquierdas que su antecesor ¿no?» a lo que la enviada respondió: «Existía ese temor, pero no parece fundado ya que Mugica ha moderado su lenguaje en esta segunda vuelta». Yo, que lo estaba escuchando tuve que preguntarme: ¿quien teme que Mugica sea de izquierdas? No serán los electores, que le han votado masivamente aun cuando, efectivamente, parece más de izquierdas que su antecesor. ¿No será entonces que los electores son mayoritariamente de izquierdas y es justamente eso lo que quieren de su gobierno? Finalmente por mucho que los medios o los comentaristas en general no quieran entenderlo, no quieran asumirlo, puede que lo que ocurre sea algo tan simple como que los votantes, a veces, quieren que gobierne la izquierda, una izquierda que parezca de izquierdas, en su lenguaje y en sus actuaciones: en Uruguay, en Bolivia o en Venezuela. Y que el problema es cuando la izquierda parece que desaparece y sus votantes quedan huérfanos, como en Italia.

Aquí, sin ir más lejos, pasa lo mismo. Votamos al PSOE para que gobernara la izquierda. Cuando el PSOE llevó adelante cambios sociales importantes y de izquierdas, ganó las siguientes elecciones. En la segunda legislatura, en cambio, echaron el freno, llegó la moderación, el miedo, el «no vaya a parecer que somos muy de izquierdas». Así que reforma fiscal más o menos de derechas, el aborto ya no es un derecho de las mujeres (la palabra «derecho» desaparece de cualquier argumentación), quitar los crucifijos de los espacios públicos ya no está en la agenda, y apatía o directamente temor en la defensa de lo público, que no asume nadie frente a las privatizaciones de la derecha. ¿A quién teme asustar Zapatero? ¿Por qué dan por hecho que no somos mayoría los votantes que le pedimos que sea y que parezca de izquierdas? Los votantes de izquierdas le llevamos a la Moncloa, pero una vez allí parece que se trata de no asustar a la derecha. Lo cierto es que el PSOE hace tiempo que empezó a perder las elecciones y que las perderá posiblemente. Las comenzó a perder el mismo día en que tuvo miedo de asustar a la derecha e incluso a la extrema derecha en lo que hace a sus relaciones con la iglesia. Pero los que le votamos en su día y los que ahora estamos asustados somos las personas de izquierdas que, a pesar de la invisibilidad a la que se nos somete, existimos.
Beatriz Gimeno es escritora y ex presidenta de la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales

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