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manipulacion

El timo del discurso de la crisis

Articulo publicado en elplural.com
Enlace: http://www.elplural.com/2013/05/16/el-timo-del-discurso-de-la-crisis/

Aunque no nos demos cuenta, nuestro cerebro muchas veces nos fastidia a la hora de percibir e interpretar el mundo. Nos cuesta trabajo planificar a largo plazo, y es frecuente, año tras año, que se nos acumule cualquier tipo de tarea para última hora. Por ejemplo, si en arquitectura queremos que nuestros ojos vean paralelos los dos bordes de un grupo de columnas, como las del Partenón, tendremos que construir esas columnas convexas, porque nuestro cerebro tiende a curvar esas líneas hacia adentro.

Las imágenes y opiniones que crean en nuestra mente ciertos mensajes políticos no están exentas de erróneas interpretaciones por parte de nuestro cerebro, que nos invitan a asumir determinadas iniciativas empresariales o gubernamentales. Lo grave de este asunto no es que nuestro cerebro, de manera instintiva, deforme la realidad para adaptarla a nuestra manera de percibir (esto nos ha permitido sobrevivir milenios), sino que gobiernos y empresas se aprovechen de este hueco abierto en nuestra manera de percibir, para precisamente perjudicarnos y sacar tajada.

Mientras que los arquitectos y artistas aprovechan los errores de percepción para mostrarnos un mundo más bello y por lo tanto ahondar en la felicidad, ciertos políticos y empresarios sin escrúpulos los aprovechan para fastidiarnos la vida y quedarse con nuestro dinero. Y es aquí donde reside todo lo perverso de la gestión de esta crisis económica, que aunque real y cruel, tiene mucho de relativa y está sirviendo para vaciarnos los bolsillos simplemente porque el Pisuerga pasa por Valladolid o el Guadalquivir por Sevilla.

Si toda la información que nos llega es que en España y Europa no hay pasta, podemos estar a favor o en contra de lo que hace nuestro Gobierno, pero entenderemos que existe un problema real de liquidez que obliga tomar medidas extraordinarias. Y aquí es donde está la gran trampa: se aprovechan de que nuestro cerebro no reflexiona a largo plazo, y que gracias al cultivo de un mismo tipo de informaciones constantes, nos creamos una imagen determinada de cómo es la realidad en la que vivimos.

Ciertamente claro que hay dinero en Europa y en España para invertir, y podemos decir que mucho. Por ejemplo, a numerosas universidades europeas se les ha concedido millones de euros para que renueven ordenadores con menos de dos años de antigüedad, mientras que no invierten ni un céntimo en mejorar los procesos de investigación o la contratación de personal para mejorar la eficiencia de las Universidades. Un claro ejemplo de favor al lobby de la industria informática perjudicando a la propia sociedad.

Al mismo tiempo, este discurso que estamos asimilando de que no hay dinero, de que todo está mal, o de que el talento español se tiene que ir fuera porque en España no hay oportunidades, además de no ser del todo cierto, nos deja la moral por los suelos. El desánimo y el temor permite que nos dejemos hacer todas las perrerías, con las que nos están castigando a la sociedad, desde hace ya algunos años.

Sin embargo, en España sigue habiendo oportunidades de negocio al ser un mercado importante (en el último mes he tenido contacto con empresas canadienses e inglesas que acaban de establecerse en España y ya están dando beneficios). Tenemos un sistema educativo que forma excelentes profesionales especializados (españoles por todo el planeta ocupan puestos punteros a todos los niveles) y sobre todo tenemos una juventud (desilusionada, eso sí) con muy buenas ideas, que más allá de ver el futuro negro, me hace verlo lleno de posibilidades. Posibilidades que iremos encontrando siempre y cuando cambiemos el cristal con el que vemos la realidad, insuflemos moral y nos inculquemos una mentalidad proactiva y emprendedora de verdad.

Por ello, para desarrollar la ilusión y la fuerza necesaria para superar la crisis, es necesario no sólo cambiar el discurso sobre la propia crisis sino también cambiar a quienes están gestionándola tanto discursiva como fácticamente.

Insisto, realmente no es que falte dinero, ni talento, ni oportunidades, sino que sobra un gobierno sinvergüenza al que debemos preguntar de qué bolsillos sacan el dinero para saber en qué bolsillos lo meten.

Alfonso Cortés González es vicedecano de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Málaga y profesor de Comunicación de las Instituciones Públicas. En twitter es: @yosoycortes

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¿Quién vigila a los vigilantes de los mercados financieros?

Artículo de Andrés Villena, publicado en Informativos Telecinco.
Enlace: http://www.telecinco.es/informativos/economia/noticia/100017424/Quien+vigila+a+los+vigilantes+de+los+mercados+financieros

La recuperación de la economía española no solo depende de nosotros. El enorme endeudamiento contraído por el Estado -un 11,4% de déficit público y un 56% de deuda, ambos sobre el PIB- ha provocado que las decisiones a tomar por parte del Gobierno de la nación dependan cada vez más de una serie de instituciones, mercados financieros y medios de comunicación enormemente influyentes. Uno de estos agentes son las denominadas agencias de ‘rating’ o de regulación.

Lunes, 12 de enero de 2009. La prestigiosa agencia de ‘rating’ Standard and Poors se plantea rebajar la calificación de la deuda española, desde la máxima nota, ‘AAA’, hasta un sobresaliente, ‘AA+’. El mero anuncio provoca que la bolsa española descienda casi un 2%. España no es un caso aislado: S&P, junto con Moody´s y Fitch -las tres empresas que se reparten el sector- llevan meses criticando duramente a las economías española, griega, portuguesa e italiana. La consecuencia principal es que los inversores ven menos atractiva la deuda emitida por estos países, por lo que le exigen mayor rentabilidad. El resultado, que un mecanismo tradicional de financiación estatal como es la deuda pública acaba saliendo a estos países mucho más caro.


Una preocupante dependencia

Este factor, junto con muchos otros -un editorial crítico del Financial Times con la situación griega, un informe de la Comisión Europea, etc.- provoca que los Gobiernos estén excesivamente pendientes de las opiniones de unas instituciones que no han sido elegidas por los ciudadanos y que pueden pesar más que una mayoría parlamentaria. Es preciso, por tanto, una aproximación al comportamiento y a las motivaciones empresariales de estas entidades, en particular, de las denominadas agencias de ‘rating’.

Las agencias de ‘rating’ o de regulación son empresas privadas cuya función es analizar, en base a modelos matemáticos complejos, la rentabilidad y el riesgo de los instrumentos financieros que empresas, instituciones o Gobiernos pretenden llevar a los mercados para financiar sus actividades. Entre estos instrumentos o productos nos encontramos con deuda pública soberana, pero también con lo que fuera la ‘última moda’ antes de la crisis: complejos paquetes financieros normalmente vinculados a hipotecas de dudoso cobro, también denominadas hipotecas ‘subprime’. Por estas agencias pasaron, de este modo, los letales virus de la crisis financiera y económica que vivimos en la actualidad con toda crudeza. Y no fueron eliminados, ni mucho menos.


El cliente siempre tiene la razón…

¿Cómo pudieron dejarlas pasar? Muchos expertos han reflexionado sobre este fenómeno y sus principales conclusiones señalan a algo obvio: «En sus calificaciones, estas agencias tienen altos incentivos; cuanto mejor ‘rating’, el cliente queda más satisfecho, y el volumen de negocio que han manejado con los productos estructurados ha sido enorme«, afirma Ángel Vilariño, Consultor internacional, ex Director Financiero de Caja Madrid y Profesor Universitario. No es casualidad, por tanto, que, como narraba un extenso artículo del Financial Times en mayo de 2007 -justo antes de la explosión de las hipotecas basura- «en muchas ocasiones, ejecutivos de S&P, Moody´s o Fitch acaban siendo fichados por Wall Street».

De este modo, no resulta difícil que estas agencias caigan en un conflicto de intereses con consecuencias definitivas en el clima de confianza y en los mercados. José Carlos Díez, economista jefe de Intermoney, lo explica con claridad: «Hay conflictos de intereses claros. No tratan precisamente igual a España y a EEUU ya que el volumen de negocio con EEUU es muy superior. Y esto se pone de manifiesto en el tema de la deuda pública: EEUU está infinitamente peor en materia de deuda y endeudamiento que España».


Una delgada línea roja

Cruzar la frontera entre el análisis y el asesoramiento es una tentación en la que puede caer cualquier entidad privada que pretenda maximizar beneficios, y más en época de ‘vacas gordas’. El negocio creado en torno a la calificación y la complejidad de los títulos emitidos hasta agosto de 2007 llevó sin duda a que estas agencias exhibieran un comportamiento generoso con sus principales clientes. José Carlos Díez nos pone un ejemplo gráfico: «Para que nos hagamos una idea, Lehman Brothers tenía una calificación de notable alto justo antes de su derrumbe en septiembre de 2008»

Más expresa era S&P en el mencionado artículo de Financial Times: «A nosotros nos pagan nuestros clientes; les explicamos nuestros criterios, y luego ellos pueden modificar o reestructurar sus productos para que encajen con nuestras pautas. No es asesoramiento, no hay nada perverso en esto». Eran tiempos felices.


¿Qué hacer con estas agencias?

Sabemos más o menos lo que ocurrió después: la caída de Lehman marcó un hito en la historia del capitalismo financiero globalizado. No obstante, la crisis no parece haber afectado a las agencias de ‘rating’, cuyas estimaciones siguen siendo muy tenidas en cuenta por inversores y mercados: «Hacen que aumente el riesgo en épocas de bonanza y que las crisis sean más acentuadas. El sector público tiene algo que decir», reflexiona José Carlos Díez.

De ahí que, en noviembre de 2009, la Unión Europea aprobara un reglamento para controlar el excesivo poder de estas empresas. Una normativa que entrará en vigor a final de año y que será aplicada en España por la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). El objetivo no será otro que supervisar la independencia de estas entidades, cuidando de que no caigan en los conflictos de intereses anteriormente mencionados. ¿Será suficiente? Son muchos los intereses en juego: la crudeza de la crisis exige del resurgimiento de la política.

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La conexión PP-Berlusconi y la destrucción de la democracia

Artículo publicado en elplural.com. para leerlo pinche aquí.

¿Qué intereses comunes tendrán el Partido Popular y Berlusconi? El caso es que ayer miércoles el PP votó en el Parlamento Europeo en contra del pluralismo informativo y a favor de la concentración de medios que ostenta su amiguito Silvio en Italia. Al igual que Javier Arenas alardeaba, no hace mucho tiempo, de que el modelo de comunidad autónoma que quería para Andalucía era el valenciano, es para aterrorizarse el que los populares quieran el modelo de país berlusconiano para España. Sería la gürtelización de toda la sociedad y el mamoneo generalizado. 
 

Es realmente problemático que la democracia, y su juego de votos y votaciones, se utilice para conseguir o mantener situaciones injustas, cuando la principal meta de la democracia, en sentido ideal, es la Justicia. En este caso, se ha utilizado la democracia para mantener intacto a Berlusconi, pero también la han usado los populares para tratar de lavar sus casos de corrupción y vergüenza, absolviendo mediáticamente «por mandato popular» a algunos de sus presuntos mangantes más famosos, cuando esa es tarea de los jueces.

La cuestión es que éste es un uso perverso de la democracia, que debe utilizarse en sentido contrario, es decir, tenemos que aprovechar la democracia para propiciar la transparencia, la pluralidad, los derechos civiles y la igualdad para así ir pasito a pasito hacia el ideal de Justicia. Cuando un político (como Berlusconi) consigue que se acuerde en un parlamento su inmunidad, o el Partido Popular consigue que un candidato suyo a la alcaldía gane las elecciones, son hechos completamente antidemocráticos por muchos votos que tengan. También la Alemania del 33 votó a Hitler, y eso tampoco serviría para limpiar la imagen del dictador. Quiero decir con esto que la democracia parlamentaria no es la panacea ni la vacuna contra todos los males, y que lo que se debe hacer desde la responsabilidad (cosa que le falta totalmente al PP) es trabajar para hacerla más sólida y más de verdad, y esto empieza por una información veraz y de calidad.

Esto me lleva a dos interrogantes básicos: ¿Qué valor moral (políticamente hablando) tiene el voto de una persona que ha votado en función de información falsa? Como por ejemplo cuando votan a un candidato imputado por corrupción creyendo que está sufriendo una persecución política de orientación judeo-masónica, o no identificando, en otros muchos casos, claramente sus intereses con los intereses que defiende su partido favorito. Por otro lado, ¿qué valor moral tienen las acciones políticas, en una democracia, cuando trabajan para destruirla?

Y es que cuando conseguimos aupar de nuevo a las alcaldías a impresentables, estamos destruyendo democracia. Cuando blindamos a un político para que no pueda ser investigado, estamos destruyendo democracia. Cuando se favorece la concentración de medios y se bloquea la pluralidad informativa, estamos destruyendo democracia. Cuando se destituye pero no se destituye a un político sospechoso, estamos también destruyendo democracia. Por tanto, debemos tener cuidado por que la historia y sus procesos no son lineales, y no todo lo que se consigue permanece ad infinitum, sino que cabe la posibilidad de que exista una regresión política cuando no somos lo suficientemente responsables y exigentes con nuestros representantes políticos.

Es verdad que el camino se hace andando y se demuestra con lo que los partidos votan en los parlamentos y en los plenos municipales. Este Partido Popular con sus gürteles y sus malas junteras internacionales demuestra cada día cuáles son sus objetivos reales.

Alfonso Cortés González, profesor de Comunicación Política y Publicidad en la Universidad de Málaga

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Cagarros y cigarros (La jugada, quizás, puede no salirles tan mal)

Artículo publicado en elplural.com. Para leerlo pinche aquí.

Hemos vuelto a sentir por enésima vez una gran repulsión ante la penúltima estratagema de manipulación informativa del Ciudadano Kane español, Pedro J. Ramírez. Esta vez ha querido engañar a la sociedad española con unas imágenes de la pobreza en los años de Aznar (concretamente del año 2000), diciendo que es la consecuencia de la política económica de Zapatero. Este señor, cuando hace estas cosas, tiene de periodista lo que un verdugo tiene de médico forense. En estas líneas se argumentará por qué.

En las facultades de comunicación se enseña que hay que contar la verdad, que es un derecho el tener una información veraz y una obligación de los periodistas el proporcionarla. Por otra parte, cómo es lógico, también se estudia las formas de manipulación informativa, como la descontextualización, el sesgo a la hora de elegir contertulios, etc. Por su parte, en las facultades de medicina se enseña filosofía de la medicina, deontología, y que la medicina debe proporcionar bienestar y dignidad a las personas. También por otra parte, un médico adquiere colateralmente conocimientos suficientes para matar con facilidad, pero no lo hace.

Un médico, que se dedica a no curar adecuadamente, a drogar sin control a sus pacientes para aprovecharse de ellos, o a darles la muerte mental, no se le puede considerar, ni se le considera, médico, por mucho título universitario que tenga. Se le puede llamar verdugo, matón, carnicero, asesino, etc. Entonces, ¿por qué a un periodista que intoxica, que falsea la realidad, que se aprovecha de sus audiencias cautivas se le sigue denominando como tal? ¿Qué nombre deberíamos ponerles a estos individuos que hacen terrorismo informativo? Deberíamos reflexionar sobre ello.

Creemos que con hablar y destapar estas acciones de propaganda bélica queda resuelto el asunto, que el medio que manipula pierde credibilidad, y que por tanto les ha salido mal la jugada. Sin embargo la cuestión no es tan simple. En primer lugar, las audiencias son fraccionadas, y es lógico que no todo el mundo lee los mismos periódicos, sino que eligen qué medios leen, ven y escuchan en función de sus afinidades.

En consecuencia, existe la posibilidad, y en realidad más alta de lo que pensamos, de que la jugada les salga bien. Pensemos que la mayor parte de la gente que idolotra a talibanes como Jiménez Losantos, o ven Intereconomía, no siguen ni El Intermedio ni leen El Plural, por poner ejemplos, y por tanto no han sabido que esto era un montaje burdo. Y por si fuera poco, en el mejor de los casos, se hayan enterado de lo que estamos hablando, de que Wyoming ha destapado el fraude informativo del documental, simplemente no lo creerán, y como pasa con la trama Gürtel, estas audiencias cautivas del PP pensarán (porque son sistemáticamente inducidas a ello) de manera conspiranoide, creyendo que todo ésto es un montaje de sociatas, comunistas y masones.

Ciertamente la situación es muy complicada, y aparte de hacer mucha pedagogía social para no mandar todo al garete, hay que ir a los tribunales, y estos medios deben reconocer en sus espacios, a sus audiencias, y por orden judicial (de lo contrario ellos dicen «lo va a decir tu tía») que han mentido y han manipulado con tales objetivos concretos. Cuando esto no se hace, no se está garantizando el derecho a una información veraz.

Está claro: cuando una tienda te vende un cagarro en lugar de un cigarro, (por más que se parezcan fonéticamente ambos artículos de lujo) está cometiendo un delito, y debe responder por ello, e indemnizar al damnificado. Por tanto, es obvio que cuando un medio, ya sea el de Pedro J, o la COPE, o el que fuera, venden cagarros que desgraciadamente muchos se fuman, deben dar cuentas a la justicia y a la sociedad por ello. De lo contrario, creo que no nos damos cuenta hasta qué punto estos señores con corbata se están cargando a pedradas hertzianas la democracia.

Alfonso Cortés González, profesor de Comunicación Política y Publicidad en la Universidad de Málaga

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Pedro J. culpa a Zapatero de un «terrorífico» aumento de la pobreza… ¡con un reportaje del año 2000!

JOSÉ MARÍA GARRIDO

El pasado lunes, la televisión del diario El Mundo, Veo 7, emitió un documental en su programa La vuelta al Mundo para denunciar el aumento de la pobreza en España por culpa de la gestión económica del Gobierno de José Luís Rodríguez Zapatero.

Publicado en elplural.com. para leerlo pincha aquí.

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